“Los casos de fraude en la formación de buceo profesional no queda tan lejos, en España llevamos décadas esta situación”

Fraude en la formación de buceo profesional

Hace unos días, SubaQuatica Magazine se hizo eco en su portal web de una noticia de especial interés para la industria del buceo: el fraude de dos buzos comerciales y el gerente de una compañía de buceo profesional, que falsificaron documentación para dar acceso a estos buzos a un curso de buceo en saturación. El caso ha sido sancionado por la Health and Safety Executive (HSE), la Agencia Ejecutiva para la Salud y Seguridad del gobierno británico. No es poca cosa.

Tan pronto comencé a leer la noticia, lo relacioné el instante con otros casos y no precisamente de latitudes tan altas, sino más bien con casos ocurridos en nuestro propio país, en España.

No puedo especificar en esta columna de opinión sobre el fraude de las titulaciones en España, porque existen muchas decenas de casos y algunas de ellas muy flagrantes y en algún caso la estafa ronda los seis ceros cuando hablamos de euros.

Me pongo a mí mismo en contexto ¿Quién en nuestro país puede cometer fraude con este sistema de titulaciones que tenemos?

Existen 4 actores en esta trama: el buceador profesional, la empresa de buceo, la escuela y la Administración. Si se me permiten los lectores lo aclaro. Antes de todo quiero explicar que para mí un buceador profesional es aquel que ya se encuentra en el mercado laboral, con poca o mucha experiencia, pero que está en activo, y por lo tanto, no es un alumno recién llegado a una escuela que de momento solo conoce ese centro, esos instructores y a esos compañeros con los que se forma.

“El papel de la Administración en este asunto de la formación fraudulenta es fundamental, pues debe vigilar y evitar que sigan existiendo escuelas que impartan un programa docente sin garantías de calidad que, a la larga, pone en riesgo al futuro buzo profesional”

En este contexto, hay que diferenciar entre un buceador profesional que accede a un curso para ampliar su formación y un alumno ajeno a la industria que va a comenzar su formación.

A un buceador profesional, con el afán (lógico) que hemos tenido todos de crecer en nuestra profesión, a veces antepone la idea de ir a una escuela a pagar un título, que la de aprender realmente aspectos de seguridad, tecnología y equipamiento, nuevas técnicas. En definitiva, hacer un poco más segura la profesión desde la óptica de un simple profesional. Esta persona está alimentando conscientemente esta sinrazón formativa que, considero, impera en muchos casos en nuestro país.

El caso del alumno que aterriza por primera vez en una escuela, tal vez tenga suerte y haya llegado a un centro con garantías de formación, o tal vez caiga en la trama o fraude de muchas escuelas que anteponen la rentabilidad de su negocio a cualquier premisa formativa y de seguridad para el futuro buzo. En este caso, es casi entendible la situación del alumno; nunca de la escuela.

En este sentido, me llama la atención (comentado mil veces en miles de foros) que aun en 2023 tengamos centros de formación, que no cumplen con las horas lectivas, no disponen de material necesario para la formación del alumno, que sus instructores no son conocedores del mercado laboral, que reniegan de convenios colectivos o de otras normas que no les interese explicar en el programa docente.

 

 

Algunas son escuelas públicas, financiadas por todos los contribuyentes, que no imparten algunos puntos de su programa formativo, pero que sus alumnos salen titulados como cualquier otro. En este caso no es una estafa económica, pero sí una inmoralidad y desfachatez por parte del centro, sus profesores y, por ende, es un despropósito para el sistema educativo que esto siga ocurriendo.

En la actualidad, conocemos el caso de varias escuelas privadas que siguen facturando miles de euros anualmente, a estos buceadores con experiencia y aspirantes a buzos. Me refiero a escuelas cuya falta de profesionalidad, de seguridad y de empatía con la profesión, es conocida por todos en la industria. Y no es tan lejano en el tiempo el caso ocurrido en nuestro país, en el que se entregaban titulaciones de buceo, tras una llamada telefónica y la pertinente transferencia bancaria. Son casos de escuelas que siguen operando y campando a su voluntad; son el gran cáncer de la formación en nuestra profesión.

El papel de la Administración en este asunto es fundamental, pues tienen la obligación de vigilar y evitar esta situación. Además, no conozco ningún expediente sancionador al respecto de este asunto.

No sería malo que el último actor de este complejo en tramado, el empresario, tomase cartas en el asunto y rechazase ciertos títulos de buceo de escuelas o Comunidades Autónomas señaladas por esta situación que todos conocemos. Sería una forma de filtrar estas, desde mi punto de vista, consolidadas estafas.

Así pues, considero que todas las partes deberían hacer una reflexión a raíz del caso sancionado por la HSE y traerlo a nuestro contexto. Todos somos responsables de la cultura formativa en el buceo profesional, del continuo uso que se sigue haciendo del SCUBA, de la falta de sensibilidad preventiva, del desconocimiento de normativas tan básicas como nuestro convenio colectivo y, finalmente, somos cómplices de esa estafa que se mantiene viva al menos desde hace dos décadas.

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