“Es necesario limitar o controlar más el trabajo a destajo en la recolección de ocle para evitar accidentes descompresivos”

Es necesario limitar o controlar más el trabajo a destajo en la recolección

de ocle para evitar accidentes descompresivos”

Miguel Monforte, buzo profesional y empresario (España)

A propósito del tema principal de este número de SubaQuatica Magazine, quiero exponer mi visión sobre el uso del narguilé y el trabajo de los recolectores de algas. Mi primer trabajo dentro del mundo del buceo fue recolectando ocle en 1999 y sigo muy familiarizado con el trabajo que desarrollan y sus pormenores.

Por hacer un breve resumen, en una campaña de ocle los buceadores recolectores se enfrentan a dos o tres meses de trabajo a destajo, donde sus ingresos son directamente proporcionales al tiempo de fondo que empeñan, es decir, cuanto más tiempo estén bajo el agua arrancando algas, más dinero ganan. Esto es extensible a todas las partes, patrón, armador, etc.. puesto que el reparto de la facturación total de la venta del ocle húmedo es proporcional para todas las partes implicadas. Por lo tanto todos ellos tienen un interés en que los buzos estén el mayor tiempo posible bajo el agua.

En buceo hay una ley fundamental que hay que tener en cuenta en el tema que nos ocupa: a una misma profundidad, cuanto mayor es el tiempo de fondo, más largo será el tiempo de descompresión. Por lo tanto, cuanto mayores son los ingresos alcanzados, mayor será el tiempo de descompresión del buzo por el tiempo de fondo empleado y he aquí uno de los principales problemas de esta industria extractiva, cuya explicación hay que buscarla en la propia naturaleza del proceso descompresivo.

La descompresión es un tiempo muerto en el que el buzo está desaturando el nitrógeno acumulado durante su ardua inmersión, es decir, es un tiempo no productivo para todas las partes. Además, se tiene que llevar a cabo al final de la inmersión, no se puede adelantar, posponer o llevar acabo parcialmente, no sin un grave riesgo para la salud del buzo.

 

“La descompresión es un tiempo muerto en el que el buzo está desaturando el nitrógeno acumulado, es decir, es un tiempo no productivo. No se puede adelantar, posponer o llevar acabo parcialmente, no sin un grave riesgo para la salud del buzo”

 

No solo es así, en las tablas el tiempo total de descompresión aumenta de manera lineal-exponencial, es decir, mientras el tiempo de fondo aumenta de manera constante, su tiempo de descompresión correspondiente aumenta de manera exponencial. Por poner un ejemplo aplicando las tablas vigentes, si se comparan dos inmersiones hasta 11,9 metros de 180 y 240 minutos, mientras que el incremento de tiempo de fondo es un 33% el incremento de la descompresión resultante es de más de un 500%.

Por tanto, si bien es cierto que cuanto más tiempo de fondo acumule el buzo, mayor será la cantidad de ocle recolectado y los beneficios económicos para todas las partes, hay que tener en cuenta que ese tiempo mayor de fondo aumenta el tiempo de descompresión de manera exponencial hasta el punto que penaliza de manera económica a las otras partes y no al buzo que ya ha acabado su faena.

Esto nos lleva a una situación en la que las otras partes ejercen presión para que el buzo acorte sus descompresiones lo máximo posible manteniendo la producción, algo que es fisiológicamente imposible hacer de manera segura para el buzo.

Ahora, ¿Cuáles son las consecuencias para los buzos que no realicen correctamente la descompresión? Hay que entender que las tablas de descompresión se desarrollan como modelos probabilísticos. Independientemente del modelo aplicado todas las tablas coinciden en dos factores a tener en cuenta: que aún cumpliéndolas estrictamente la posibilidad de que ocurra un accidente descompresivo no desaparece totalmente y que la probabilidad de que este accidente ocurra es mayor cuánto mayor sea el tiempo de descompresión.

Cuando un buzo omite una descompresión, total o parcialmente, incrementa las probabilidades de que las burbujas que se forman en sus tejidos y torrente sanguíneo alcancen un número suficiente y tamaño crítico para obstruir la circulación, en algún momento después llegar a la superficie y en un plazo de hasta 72 horas.

Esto es lo que nos cuentan todos los manuales de buceo y tendemos a pensar que los síntomas de un accidente descompresivo se manifiestan claramente y de inmediato. La realidad es que pocas veces ocurre así y una gran parte de los casos pasan inadvertidos porque sus síntomas no se relacionan con un ataque descompresivo o sencillamente son asintomáticos, en otras ocasiones la acción acumulativa de estas burbujas acaban manifestándose al cabo de los años como una osteonecrosis disbárica u otros problemas vasculares.

Cuando vemos que en una campaña de dos o tres meses de ocle hay cuatro o cinco evacuados para ser tratados en cámara hiperbárica estamos siendo testigos de la punta del iceberg, de docenas de descompresiones omitidas, total o parcialmente, de síntomas ignorados y de problemas de salud que se acabarán manifestando con el paso de los años.

Este es un grave problema de salud laboral que está íntimamente relacionado con el sistema de producción y que no tiene fácil solución puesto que hay importantes intereses económicos que están integrados verticalmente. Tal vez la clave pase por mejorar la formación de los buzos, ampliando las competencias de la titulación del buceador recolector y permitiéndole acceder a medios de descompresión más avanzados, así como revisar la normativa actual para implementar un mejor control de las inmersiones que se llevan a cabo y facilitar a la administración su supervisión.

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