El trabajo más duro es el de marinero, que andan por encima del mar ¿y tú quieres meterte debajo?
Marcelino González Maneiro
Cuatro décadas en activo dentro del buceo comercial dan para haber buceado muchas aguas en el mundo de las actividades subacuáticas. Es por eso que nuestro protagonistas, Marcelino González Maneiro, ha conocido no pocos puertos de mar y acumula un buen puñado de inmersiones, que desde hace 40 años vienen sirviendo para ilustrar a las nuevas generaciones de buzos.
Y es que este gallego de 60 años y natural de Porto do Son, es un veterano buzo e instructor que actualmente desarrolla su labor como docente en el Instituto Gallego de Formación en Acuicultura y Mergullo (IGAFA), donde dice sentirse “muy afortunado de dar clase”, especialmente por la entrega que muestran sus alumnos.
Comenzó en el mundo del buceo, como muchos en España, formándose en el Centro de Buceo de la Armada en Cartagena durante el Servicio Militar. Aunque no viene de familia marinera, eligió hacer un curso de buceo que le marcó de por vida, porque Marcelino no se ha dedicado a otra cosa desde entonces.
Recuerda las palabras de su madre cuando él mismo le comunicó que se dedicaría al buceo: “el trabajo más duro de este mundo es el del marinero, que andan por encima del mar y tú quieres meterte debajo”, le dijo su progenitora. “Mi madre lloró mucho, nunca lo entendió”, asume.
Obtuvo su primer curso de buceo en 1982 y desde entonces nunca ha tenido otra profesión. Fondomar fue la primera empresa de buceo donde trabajé y mi primera escuela. Pero han sido muchas otras donde he podido trabajar a lo largo de mi carrera, muchas de ellas españolas, y otras trabajando en países como Holanda, Marruecos o Libia”.
Confiesa que siempre que pudo optó por trabajar fuera, donde encontró mejores condiciones de trabajo. Pero también rodó por toda España, maleta en mano, para ganarse la vida como buzo. “Estuve en casi todos los puertos de España; creo que no hay provincia costera en la que no haya estado trabajando. Trabajé mucho en obra hidráulica pero también construyendo emisarios, que me gustaba porque generalmente se hacían en aguas cristalinas. Siempre me gustó más trabajar en operaciones a mayor profundidad, solían tener mejores condiciones salariales y de seguridad. Hace 40 años trabajábamos con empresas holandesa SEA SALVAGE, SMITH TAK INTERNATIONAL con trajes secos, mascarones comex y cascos Pommec, que nada tenían que envidiar a los Kirby Morgan de hoy día. Eran condiciones muy diferentes a las que teníamos en España. Pero bueno, he tenido trabajos mejores y otros penosos, y eso es algo que también te forja dentro de la profesión”.
Como hombre de continuas inquietudes, Marcelino siguió formándose a lo largo de su carrera y se tituló como instructor. Esto le sirvió para emprender años más tarde su camino dentro del mundo académico. “Cuando nacieron mis hijos decidí que era el momento de estar más tiempo en casa y decidí montar mi propia escuela de buceo profesional en Galicia. Proyecto en mano visité la Xunta de Galicia sin mucho éxito, pues para aquel entonces ya estaba en marcha la apertura de IGAFA y la Administración me anunció que iba a ser muy exigente con las condiciones para la apertura de una escuela privada. Vamos a montar una escuela pública en Illa de Arousa, me dijeron”.
Esto no frenó las ganas de volver a casa e iniciar su propio plan laboral. “Yo no sabía hacer otra cosa que bucear, así que no me quedaba otra que montar una escuela de buceo recreativo”. Así nació en 1999 ‘Mergullo Compostela’ una empresa de servicios recreativos que imparte cursos en las Rías Baixas y que cuenta con una tienda de material de buceo profesional y recreativo en Santiago de Compostela, hasta hoy día.
Meses después recibió la llamada de la Xunta para comunicarle que había una plaza libre como instructor en el nuevo centro de buceo. Fue así como Marcelino comenzó a transmitir sus conocimientos a sus alumnos hace 20 años y donde hoy sigue con la misma ilusión.
A nivel personal es una satisfacción transmitir lo que sé de buceo, me llena enormemente poder hablar con propiedad a mis alumnos sobre lo que conozco. Lo disfruto mucho. Me encanta que mis ex alumnos me llamen para hacerme algunas consultas desde sus empresas y yo siempre procuro dar lo mejor de mi en esos casos. Es un orgullo verles como jefes de operaciones o supervisores en grandes empresas del sector hoy día. Haber sido alumno de IGAFA es siempre llegar al mercado laboral con garantías de haber tenido una buena formación, por los grandes medios que ofrece la escuela.
“Nuestro centro tiene el reconocimiento de las empresas del sector. Hay que tener en cuenta que IGAFA es exigente en el acceso de sus alumnos a los cursos. Cada dos años hacemos las pruebas físicas de acceso y aquellos que la superan, son seleccionados según las notas que han obtenido en la ESO. Esa criba y el entrenamiento que vienen haciendo para superar la evaluación física, entre otras cosas, definen un perfil de alumno que llega con un interés vocacional y para el profesorado es muy gratificante trabajar con ellos. Me siento muy afortunado de dar clase aquí”, confiesa el instructor.
“IGAFA es un instituto muy bien montado y la Xunta de Galicia siempre ha invertido en equipamiento; tenemos todo lo necesario para el entrenamiento y el centro está ubicado en un entorno ideal para las prácticas. Además el profesorado, 4 instructores para 12 alumnos en el caso de la formación reglada, está en continua formación para estar siempre a la vanguardia de un sector en continua evolución tecnológica”, afirma Marcelino.
Acerca de la formación en España opina que “es un caos debido a las diferencias entre las titulaciones que expide cada Comunidad Autónoma, cada una con diferentes nombres y atribuciones. Es un desastre para los buzos que tienen continuamente problemas con esto tanto a nivel nacional como cuando salen a trabajar a otros países”.
“Es de derecho para una profesión tan dura que se apliquen coeficientes reductores y que los buzos podamos jubilarnos a una edad más temprana”
Es por eso que aboga por que el proyecto de homogeneización de titulaciones a nivel nacional que ha puesto en marcha IGAFA, logre unificar los criterios y que exista una titulación a nivel nacional que sea reconocida también en el extranjero. Aunque es consciente de que lidiar con las administraciones es difícil y lento.
Sobre la situación del gremio el veterano buzo gallego es rotundo “quedamos pocos buzos viejos en activo por las condiciones de trabajo”. Y es que Marcelino es de los que se siguen tirando al agua todas las semanas, sobre todo para dar ejemplo entre sus alumnos. “Hace unas semanas me lancé con los alumnos, hicimos un largo recorrido a nado por superficie desde el pantalán de la escuela a las bateas. A mis 60 años, fui el primero en llegar”, relata en clave de humor. Pero reconoce que es un oficio muy duro y que es de derecho para la profesión reivindicar la aplicación de coeficientes reductores a la edad de jubilación.
“Hay muchos sectores en la Seguridad Social que pueden adelantar su jubilación con la aplicación de los coeficientes y en el caso del buceo es algo muy necesario, por las condiciones laborales a la que nos sometemos; no es ningún lujo. En mi caso, quiero retirarme con todos los honores y no quiero resignarme a recibir una pésima pensión, así que mientras llegan los coeficientes seguiré al pie del cañón”.