En busca de los tesoros marinos

Cazador de tesoros submarinos

Donde algunos ven antiguallas u obsoletos vestigios de tiempos pretéritos, él sabe ver los tesoros que en su día alumbraron la noche de los marinos, guiaron las travesías de viejos lobos de mar y otros que sirvieron de pulmón para que valerosos buzos clásicos abrieran el camino a las nuevas generaciones.

Es la historia del coleccionista chileno Darío Nicolás Pereira Páez, un apasionado de las piezas náuticas y un cazatesoros del siglo XXI, que guarda en su haber un buen número de escafandras clásicas fabricadas en diferentes partes del mundo.

Tras pasar unos años vistiendo el uniforme naval chileno, ha convertido su pasión por las piezas de colección en su medio de vida y acumula ya dos décadas en el sector de la compra y venta de antigüedades relacionadas con el mundo marino.

Dario Nicolás Pereira con parte de su colección

“Comencé a interesarme por las piezas náuticas cuando compré mi primera escafandra, atraído por su misticismo y su misterioso aspecto. Aquella Siebe Gorman llegó a mí casi por casualidad. Tiempo después, me la compró un anticuario por diez veces más del precio que pagué. Hice un buen negocio y a partir de ahí me enfoque en la búsqueda de estos cascos de buceo y he llegado a acumular más de un centenar de ellos”, relata Darío.

Escafandras y mucho más

Modelos Mark V, otros de Galeazzi, Draeger, Heinke y muchos cascos de fabricación chilena adquiridos de un extremo a otro del país andino, algunos en Perú, en Argentina o México, han pasado por las manos de nuestro protagonista, quien destaca en su colección un casco Heinke, que es “muy difíciles de encontrar”, confiesa,. Y un Siebe Gorman de 1896, marcado con su cuño en la pechera, como la pieza más antigua que logró conseguir y que hoy día pertenece a una colección privada en Estados Unidos.

Equipo clásico completo a las puertas de su casa

“Cabe hacer notar que el mar siempre ha estado presente en mi vida, ya que pertenecí a la Armada Nacional de mi país unos años. De aquella época guardo amigos y contactos que me han servido para indagar y conseguir escafandras y otras piezas, ya que los marinos retirados guardan este tipo de artilugios. No solo me atraen las escafandras, me gustan los faros y balizas, sextantes, telégrafos, bitácoras y ojos de buey, entre otros elementos navales”, relata.

Piezas destacadas de la colección

Una de las últimas piezas restauradas es un compresor Siebe Gorman, popularmente llamado compresor bebé (primera imagen de la izquierda). Fue un proceso complicado porque se encontraba en muy mal estado. Requirió su desmontaje completo. Se limpiaron los bronces y los metales pieza a pieza. Se desarmó el pistón, ya que no giraba debido al paso del tiempo. Solo tenía la manivela cuando Darío la adquirió, así que hubo que adaptar una rueda de bronce algo más pequeña que la original.

La escafandra D.E.S.C.O (segunda imagen de la izquierda) fue adquirida a través de Internet en México y perteneció a Thomas Burn Fifield, el propietario de la empresa. Un empleado de la compañía le contó la historia del casco, que al parecer se extravió tras una exposición en Lusitania. Es fácilmente identificable por la placa de la pechera, fabricada por orden expresa de Fifield con un diseño exclusivo.

Por su parte, la escafandra Schraders SON (en la imagen, antes de la restauración) la adquirió en Antofagasta (Chile). Mandó fabricar algunas piezas que faltaban. Reparó las abolladuras, la pulió y la estañó de forma artesanal. Por la delicadeza del trabajo, tuvo que restaurar la pechera y el casco por separado.

Restauración de piezas antiguas

Y es que Nicolás se dedica también a la restauración de estas piezas, una habilidad que él entiende que debe ser pura pasión y arte. “Para restaurar tienes que tener un don natural, además de aprender a conocer la pieza. Para algunos, restaurar una pieza antigua es quitarle su historia pero para mí es perpetuar por muchos años más su identidad y que transcienda a su creador y también a quien la restauró, para que otras personas sigan disfrutándolas. Además, a la mayoría de los coleccionistas les gusta que estén impecables”, explica a SubaQuatica Magazine.

Comparte afición e intercambia muchos de sus tesoros con colegas en Estados Unidos, España, Israel o Brasil; algunos de ellos son viejos conocidos de esta revista que han mostrado sus colecciones en nuestra páginas. Y es que el mundo del coleccionismo de piezas náuticas se muestra como una red de amigos alrededor del mundo, que comparten su pasión por estos tesoros marinos.

Pero también tiene claro que “no hay que volverse loco con el coleccionismo, hay cosas que están al alcance de cada uno y otras cosas que no. Lo interesante es valorar lo que tienes y no desesperarse por tener más o por cosas que no llegas a adquirir. A veces encuentro gente que con una sola pieza en un rincón de su casa, son muy felices y eso es importante, porque si no controlas esos deseos el coleccionismo se puede convertir en una obsesión”, argumenta.

El futuro de su colección

Sobre el futuro de su colección, Darío Nicolás confiesa que le gustaría tener algún día algún traje atmosférico “de esos que vemos en los museos”, o un Mark V de helio, “un casco difícil de encontrar que sería un lujo tener”. Dice no enamorarse de las cosas y que solo “disfruta del momento de encontrarlas, restaurarlas o estar con ellas un tiempo y que después hay que dejarlas marchar. Eso sí, si encontrase alguna pieza de oro de algún histórico naufragio, tiene muy claro que ese tesoro es el que guardaría para siempre”.

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