“Nunca perdí la oportunidad de formarme y aprender más durante toda mi carrera”

Domingo Paz Moreno

 

Domingo Paz, un veterano del buceo comercial

Su espíritu aventurero y sus ganas de introducir un cambio en su vida, llevaron a nuestro protagonista al mundo subacuático. Domingo Paz Moreno es uno más en la empresa Trabajos Submarinos del Estrecho (TSE) y un buzo con una amplia experiencia internacional.

Nació en Tánger, pasó su infancia en Madrid y actualmente reside entre Algeciras y Tarifa. Confiesa haberse enamorado de Andalucía y especialmente de la zona donde se estableció: “vivo en el monte, en el barrio algecireño de El Pelayo, muy cerca de Tarifa. Aquí en el Parque Natural de los Alcornocales estoy rodeado de naturaleza, animales y aves”.

Sus primeros pasos

Domingo es uno de los veteranos del sector del buceo comercial en España. A sus 62 años dice mantener cada día la ilusión por “solucionar los problemas de los buques que arriban a diario al puerto de Algeciras. Siento verdadera pasión por mi profesión”, asevera.

“Volví transformado del servicio militar en Melilla, y ya no me interesaba seguir trabajando en la banca. Trabajé para Rumasa, pero el trabajo se había convertido en rutinario y necesitaba encontrar lo que me gustaba realmente para realizarme. Por eso quise cambiar de profesión. En un viaje en bicicleta que hice con un buen amigo por Canarias, tuvimos que pescar a pulmón para poder llevarnos algo a la boca. Ahí comenzó a picarme el gusanillo por el mundo submarino”, relata.

Tras su aventura por las islas y periplos por Noruega, seguía buscándose. Trabajó en distintas actividades. El recuerdo de las islas seguía latente y realizó cursos de buceo deportivo en el Club Necton de Madrid y escapadas a Alicante para disfrutar de la mar. Era el comienzo de lo que sería su futuro.

Para ver si ese “impulso” era lo que realmente buscaba y aprovechando unas vacaciones, viajó desde Madrid hacia Algeciras en bicicleta (el traje de buceo y plomos los envió por correo) para ofrecerse de ayudante novato a Juan Hernández “El Pinche”, el primer hombre rana en el distrito marítimo de Cádiz, y comprobar por sí mismo cómo era ese mundo subacuático. La única experiencia que tenía era de buzo deportivo. Nada más presentarme, “me citó a las cinco de la mañana; me dio un café y una copa de aguardiente para combatir el frio, y lo que me venía. En mi primera inmersión de madrugada, junto a su hijo Juanini, tenía que localizar una vía de agua en un barco de pesca de madera. A los pocos días, hicimos el reflotamiento de un yate de unos 10 metros, hundido en la bocana del puerto de Tarifa. Mi trabajo consistía en llenar bidones de 200 litros con agua y bajarlos al yate. El buzo Juanini los amarraba al yate y los íbamos llenando con aire desde un compresor en el muelle. No había globos; eran otros tiempos donde el ingenio era vital. Ese aprendizaje me cautivó”, argumenta. El resto de días hasta completar las vacaciones discurrieron con arreglos en barcos pesqueros y pesca submarina.

Al finalizar su estancia por Algeciras, D. Juan Hernández le dio un sobre con 5.000 pesetas y una mandíbula de Isurus Oxyrinchus (marrajo) para volver a casa, en Madrid, pero en tren. Con las ideas ya claras y decidido a afrontar esa nueva vida, empezó la nueva singladura para realizar el curso de buceo profesional.

“Pasé de puntillas por el Instituto Politécnico Marítimo Pesquero del Mediterráneo, en Alicante, hacia el año 1981, pero las pruebas físicas de aptitud se me resistieron. En 1983 me saqué el título en la primera escuela privada de buceo profesional de La Herradura, en Almuñécar (Granada).

Su experiencia

Domingo comenzó a trabajar en la empresa ‘Servicios Submarinos del Sur’ con Hans Dieter Klucken, empresario alemán afincado en el sur de España. Su primer cometido era dragar las calles, enrasado y colocación de bloques de 30 tn. para construir dos pantalanes en el puerto de Ceuta. “El ambiente de trabajo era bastante rudo. El equipo de buzos estaba compuesto por ex legionarios sin contemplaciones. Cuando había broncas, me escondía entre los compresores, por si acaso. Fue un aprendizaje duro, pero Hans me inculcó seriedad y profesionalidad en el trabajo. Trabajando con él nos pilló el ciclón Hortensia (1984), que azotó con fuerza la costa gallega y cuyos coletazos llegaron al puerto de Ceuta. El día amaneció gris plomizo, lluvia y viento borrascoso con oleaje y mar de fondo. La obra en tierra estaba parada, pero no para los buzos. Los encofrados habían desaparecido y recuerdo estar a 10 metros dragando sin visibilidad y la mar jugando conmigo como una veleta. Pero allí aguantamos las ocho horas con temporal. La etapa con Hans me hizo más fuerte y más seguro de mí mismo”.

En el año 1984 comenzó a trabajar con la compañía Gibunco (Gibunco Group actualmente) en Gibraltar. “Buscaban buzos españoles para formarlos en Gibraltar y expandir la empresa en nuestro país”. La multinacional MAERSK estaba poniendo los cimientos en el puerto de Algeciras y era una oportunidad para expandirse. “Era la época que todavía no se podía pasar en coche por la frontera”, recuerda.

“En aquella época, fuimos pioneros al trabajar con formación profesional en Gibraltar. Por eso chocábamos con los buzos locales. Esa fue también una nueva fase y mi comienzo profesional. En Gibunco teníamos la suerte de contar con más medios, mejores equipos y nos formábamos gracias al contacto con otras empresas del sector, ya que viajábamos mucho y teníamos contacto con otras empresas de buceo en Europa, Asia y América”, explica.

Su etapa con la compañía gibraltareña fue la que le catapultó profesionalmente y la que le hizo decidirse por el sector naval, frente a las obras hidráulicas dentro del buceo comercial. “Estuve casi 19 años en Gibunco y gocé de la confianza de la compañía. Los principios, como en todos los aprendizajes, fueron duros. Los trabajos de limpiezas de cascos, reparaciones de buques con Cox´s Bolts y salvamentos, eran duros, especialmente por las noches y con mal tiempo. En esa época, la empresa contaba con un sistema de limpieza SCAMP.

Aproveché todas las oportunidades que me brindaba la empresa para aprender y estudiar dichas máquinas. Aquellas máquinas SCAMP eran de tecnología punta en la época (eran Rolls Royce bajo el mar) y necesitaban mantenimientos continuos por parte de técnicos especializados. Mientras barría las instalaciones de buceo, me venía fijando cómo el técnico venido de Inglaterra reparaba y mantenía esas máquinas. Un día, junto con Pepe Galliano, el jefe mecánico, pedí que nos dejasen intentar reparar una máquina SCAMP averiada. Aquello resultó positivo, y uno de los dueños de la empresa comenzó a confiar en mi”, detalla Domingo.

Los viajes a países como Singapur, Malasia, Emiratos Árabes, Arabia Saudí, Panamá, Estados Unidos, Noruega, Holanda, Bélgica, Reino Unido, Escocia, Francia, Italia, Grecia, Mónaco, Mauritania, Tailandia, Egipto o Marruecos como técnico de reparación e instructor “eran un privilegio, pues me enriquecían y aprendía tecnologías que no teníamos en España. Adquirí mucho peso en la empresa y, gracias a ello, introduje a un buen grupo de buzos profesionales españoles en Gibunco. Era una época en la que no parábamos de trabajar en España, Gibraltar, Emiratos Árabes y en cualquier punto del planeta para solventar problemas a los buques. Gracias a ello y al contrato de limpiezas con máquinas SCAMP para la US Navy, viajábamos y aprendíamos continuamente”, destaca el veterano buzo.

Dejó la empresa en el año 2002, cuando dieron un giro a su política de contratación y optaron por contar con buzos de otra nacionalidad, “prescindiendo de los buzos españoles”, explica a SubaQuatica Magazine.

Su etapa como empresario

“Ese mismo año me uní a la empresa Servicios Técnicos Subacuáticos, donde desarrollé lo aprendido en el sector naval y también pude experimentar un poco en las obras hidráulicas. Fue una fase de gran aprendizaje en lo profesional junto con Juanma Toscano, gran profesional y amigo”, recuerda.

“En 2008 pasé a formar parte de Trabajos Submarinos del Estrecho (TSE), aportando una nueva visión más abierta a la empresa”. Incluso en esta nueva etapa como empresario, deja claro que a él le gusta “estar en el tajo y ser uno más del equipo. Prefiero mantener un trato directo con el cliente. Esta relación casi de amistad se perderá con la nueva llegada de la globalización, que de forma impersonal y sin escrúpulos coloniza las empresas”, cuenta el veterano buzo.

Sobre el buceo comercial en España, comenta que “ha evolucionado gracias a colectivos como ANEBP y su directiva, quienes han luchado mucho para que se haya reconocido nuestra profesión y se pueda acabar con la siniestralidad”.

“Las escuelas honradas que hacen primar la formación y seriedad por encima de los meros intereses económicos, tienen mucho que ver en esta mejora de la formación de los futuros buzos, donde los veteranos trasmiten valores y conocimientos a los más jóvenes”, asevera.
A los que comienzan en la profesión, “les diría primeramente que no paren de estudiar y formarse; esto es vital. Además, creo que debería ser obligatorio aprender inglés para tener oportunidades en todo el mundo. También es importante que realicen especialidades como electricidad, hidráulica o soldadura, donde hay pocos profesionales bien formados. Por último, que estén atentos a sectores como la robótica submarina, pues es el futuro inmediato del gremio”, concluye.
Con casi 39 años de profesión, Domingo piensa en “colgar pronto el casco” y dedicarse a una de sus pasiones: perderse por caminos en moto, y cuando le pese al levantarla, pasar a la auto-caravana 4×4

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