“Las administraciones son las primeras que deberían dar ejemplo y hacer cumplir la legislación vigente de seguridad en el buceo”

“Las administraciones son las primeras que deberían dar ejemplo y hacer cumplir la legislación vigente de seguridad en el buceo”

Arturo Pichel, Especialista en Medicina Subacuática e Hiperbárica

Existe un gran número de contradicciones e incongruencias en este tipo de iniciativas ecológicas, ya sean de índole legal, médica o de responsabilidad civil.

En primer lugar, desde un punto de vista legal o de normativa, el tema no deja lugar a dudas. Los buceadores deportivos no pueden realizar inmersiones en el interior de puertos o dársenas. Además, no pueden extraer ningún objeto del fondo, con la excepción de la pesca deportiva, en la que pueden extraer sus capturas. Y, por último, no cuentan con la titulación ni capacitación para realizar trabajos de limpieza de fondos.

Si para realizar trabajos subacuáticos, la propia Administración exige en su normativa actual vigente una titulación de buceo profesional, en mi opinión es ilógico e ilegal que promueva la realización de trabajos de limpieza de fondos por buceadores deportivos.

Si analizamos el asunto desde una perspectiva médica o fisiológica, la extracción de objetos pesados del fondo no se considera un deporte. Es un trabajo y entraña riesgos específicos.

Por poner un ejemplo, en caso de enganche durante la extracción de redes del fondo marino por buceadores recreativos, existe un grave riesgo de ahogamiento por la limitación del aire para respirar que llevan los buceadores deportivos en buceo autónomo; y no tanto para los buceadores profesionales que llevan equipos de suministro desde superficie, además de la comunicación. No es la primera, ni la segunda, ni la tercera vez que una red se cobra la vida de un buceador deportivo.

El reconocimiento médico anual que pasan los buceadores profesionales es específico para trabajos en ambientes hiperbáricos y requiere de pruebas especiales y adicionales en máximo esfuerzo, que no se les exigen a los buceadores recreativos.

En mi opinión, desde el punto de vista de la responsabilidad civil, los buceadores deportivos que realizan de forma altruista este tipo de actividades podrían incluso no estar cubiertos por su seguro en caso de accidente, pues el reconocimiento médico que han realizado es para buceo deportivo y el seguro podría acogerse a la legislación de buceo y normativa de seguridad del buceo, alegando que se trata de trabajos de limpieza de los fondos marinos, para los cuales se precisa de titulación profesional y de reconocimiento médico para buceo profesional.

Y, por último, hay una cuestión ética en todo este asunto. Puede que los buceadores deportivos no se den cuenta de que hacen estas actividades a costa de quitarles el trabajo a los buceadores profesionales. Igualmente, puede que algunos responsables de las administraciones desconozcan el marco legal para operaciones subacuáticas e hiperbáricas, lo cual no los exime de responsabilidad. Pero está claro que se trata de iniciativas donde hay unos beneficiados y unos perjudicados. El fin último para el que se hacen es muy loable, pues la concienciación ecológica es muy necesaria, pero enmascarar este tipo de actividades con intereses muy distintos, no tanto. No es descabellado pensar que algunas empresas de buceo deportivo (negocios de material de buceo y carga de botellas, centros turísticos de buceo y escuelas de buceo deportivo) puedan incentivar o promocionar la organización interesada de este tipo de limpiezas de los fondos marinos, con el reclamo de una tan de moda concienciación ecológica, haciendo un llamamiento entre los buceadores recreativos para ganar “posibles clientes” y promocionar su propio negocio.

En las últimas semanas hemos visto iniciativas en puertos con más de 100 buceadores realizando un trabajo de limpieza de fondos, que supone muchas horas de trabajo y que bien podría realizar una empresa de buceo profesional, con personal cualificado. Hay casos en los que no hablamos de un puñado de basura, si no de toneladas. En definitiva, se trata de una operación de buceo en toda regla.

Arturo Pichel Fernández – Médico Especialista en Medicina del Trabajo, en Medicina Subacuática e Hiperbárica, Instructor de Buceo Profesional con Especialidad Subacuática profesional de Instalaciones y Sistemas de Buceo, Técnico Superior de Prevención de Riesgos Laborales.

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