COMEX, del fondo del mar al espacio estelar
Hace dos años, la nieta de la fundadora de Comex, Alexandra Oppenheim-Delauze, asumió el liderazgo del ex líder mundial en trabajos submarinos con el objetivo de desarrollar su experiencia en otros entornos extremos. Esto se hizo con la firma de un acuerdo de cooperación con Airbus para desarrollar uno de los módulos de Gateway europeo, la futura base orbital lunar. El sistema en cuestión, Esprit, es una pieza central de la estación que se lanzará en 2023 con el primer módulo presurizado suministrado por la NASA.
Incluye sistemas de almacenamiento y reabastecimiento de combustible (xenón e hidracina), sistemas de comunicación con astronautas que aterrizarán en la luna, soportes para cargas útiles externas y una esclusa de aire científica. Un modelo debe ser diseñado el año que viene. Comex proporcionará su experiencia en ingeniería y sus capacidades de prueba y simulación en cuencas y cámaras hiperbáricas, especialidades heredadas de la experiencia marítima y submarina desarrollada por la empresa desde su creación en 1962.
Simulación de salidas espaciales en COMEX
Al separarse de su división de petróleo costa afuera en 1992, Comex perdió casi el 80% de su facturación. Con ahora cincuenta empleados (contra 2.000 en aquel momento), la compañía de Marsella está lejos de este gigante que se encontraba entre las diez principales empresas exportadoras francesas. Pero ha conservado la mayor parte de su experiencia, ahora dividida en cinco departamentos: marina, ingeniería, servicios, innovación y espacio. De acuerdo con Alexandra Oppenheim-Delauze, esta última todavía solo representa el 10% de la actividad, pero es “un eje de desarrollo estratégico”.
Como parte del proyecto Moonwalk, la compañía ha desarrollado, por ejemplo, un traje de buceo, Gandolfi 2, que permite a los futuros astronautas simular salidas en el espacio o movimientos en la Luna o Marte. En septiembre, Comex también probó con la empresa Zero 2 Infinity el lanzamiento de un globo estratosférico del “Janus”, su buque insignia, frente a Marsella. El sector militar está interesado en este novedoso sistema para el transporte de cargas útiles en la atmósfera superior. Inflado con helio, el globo alcanzó la altitud de 40 km antes de recuperarse con éxito cerca de la nave.