Señales de cambio en la industria del buceo comercial para la presencia de la mujer en labores subacuáticas

Cambios en el buceo comercial: la presencia de la Mujer

Juan Manuel López López

Buzo Comercial

Algunas señales y otras novedades en el entorno de los buzos me han dado pie a reflexionar acerca del hecho de que claramente, cada vez es más evidente la llegada de la mujer a profesiones que tradicionalmente se percibían como prácticamente de ‘exclusividad masculina’.

Los esfuerzos de las administraciones del Estado por promocionar la paridad de género en el mundo laboral, sea cual sea su sector, diferentes eventos de buceadoras profesionales en las redes sociales sobre sus experiencias en este entorno como herramienta para visibilizar el derecho de su participación, y más recientemente, un curso de buceo profesional en Gijón en el que más del 50 por ciento del alumnado eran mujeres, son algunas de esas señales de cambio.

Algunos sectores como la mecánica, la albañilería u otras profesiones como la de transportista, comienzan a experimentar de manera más tardía que otras, la revolución que supone la irrupción de la mujer, y de un modo u otro, un inevitable shok para empresarios, encargados y los propios compañeros de oficio, que en muchos casos asumían con naturalidad la presencia de la mujer en el mercado laboral cuando se trata de otros oficios. Sin embargo, parece ser que ahora la reciben en esos sectores con una mezcla de sentimientos encontrados. Por una parte la expectación ante la novedad que supone los sutiles cambios en la relaciones laborales entre compañeros que existía hasta el momento, y por otro, el hándicap de superar los prejuicios de profesionales que hasta ahora medían y juzgaban la calidad de un buzo, no por su grado de eficiencia, sino por su tradicional grado de interpretación de dureza. Muchos empresarios aún tienden a reflejar a la hora de decidirse a formalizar un contrato, por apostar por un recurso humano que, según su percepción, le ofrezca las mayores garantías de manifestar esa dureza mencionada, así como el coraje que, a su juicio, ciertas situaciones de una tarea en buceo profesional pueden exigir.

Afortunadamente esto no va a significar en modo alguno que la profesión de buzo profesional vaya a ser el último y único bastión que se resista a la conquista laboral de la mujer. Me temo que sólo significa que, como ha sucedido ya en otras profesiones de características y destrezas similares, lo que ya han demostrado en otros ámbitos sigue sin servirles como garantía para avalar sus aptitudes como seres humanos capaces de desempeñar las mismas tareas que los hombres, teniendo que volver a hacerlo de nuevo cada vez y en cada uno de estos ‘varoniles oficios’, para ganarse paso a paso el derecho que por el contrario a los varones se les suele presuponer tradicionalmente.

En cualquier caso la lectura no debe ser negativa, sino asumida con naturalidad. El cambio de todo statu quo supone una transición traumática en mayor o menor medida, en la que como en cada sector y ámbito de nuestra sociedad, la mujer se ha tenido que ganar a pulso, lo que no sólo es su mejor aval, sino además, el más noble motivo de orgullo para las pioneras buceadoras de hoy, que están abriendo el camino a sus compañeras de un futuro ya muy próximo.

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