Buzos comerciales ayudan en la lucha contra la COVID-19

Riccardo en uno de sus trabajo como buzo comercial en Inglaterra

 

Buzo comercial en Inglaterra

Riccardo Masia (Cagliari, 1981) es un buzo comercial italiano con una amplia experiencia internacional en el sector. Después de 5 años como instructor de buceo recreativo, decidió formarse como buzo comercial y ampliar sus capacitaciones para mejorar su futuro, obteniendo las titulaciones de Buzo Comercial de Segunda Clase, Operador de Cámara Hiperbárica, Assistant Life Support Technician (ALST) y Diver Medic Technician (DMT), todas con certificación IMCA. A lo largo de estos años ha trabajado con importantes empresas del sector offshore y del buceo comercial como CNS International, Rana Diving, TMS Maritime o Marine&Civil Solutions LTD, desarrollando operaciones en China, Libia o Reino Unido, país en el que reside y trabaja actualmente.
En los meses de mayor crudeza de la crisis sanitaria de la pandemia vio un anuncio en redes sociales que le hizo plantearse su situación.
“Una empresa privada liderada por un antiguo buzo comercial y un ex oficial de la Royal Navy hizo un llamamiento a través de su perfil de Facebook para reclutar técnicos en medicina del buceo que quisieran prestar su ayuda a los enfermos por COVID-19 en Londres. Les escribí inmediatamente, movido por mi vocación, para ofrecerles mi disponibilidad. A los 6 días estaba trabajando en el hospital NHS” de la capital británica. Así relata Riccardo cómo decidió pasar a la acción y ayudar a un país que estaba siendo fuertemente azotado por la pandemia. “Al principio no sabía qué me iba a encontrar ni en qué condiciones iba a trabajar”, recuerda. “Hasta que no empecé no sabía que tendría un contrato y un sueldo, algo que tampoco esperaba, pero que me ha resultado de gran ayuda en estos tiempos complicados para los buzos por el parón generalizado de la actividad”, cuenta a SubaQuatica Magazine con un tono entre sorpresa y alivio.
Masia recuerda que cuando entró había 10 buzos más con formación médica colaborando, y que “a los pocos días llegamos a ser 22”. Actualmente, con la situación más controlada por los servicios médicos, solo 3 siguen trabajando de forma regular.

Riccardo Masia durante uno de sus turnos en el hospital londinense

Los días en el hospital

Cuando preguntamos sobre el día a día en el hospital, su voz se tornó más seria. “Fue duro, por todas las situaciones que vimos, pero también fue agradable ver a los pacientes mejorar y salir por su propio pie. Muchos de los enfermos estuvieron casi todo el tiempo sedados y no pudieron responder, pero aun así hablábamos con ellos y les transmitimos nuestro aliento”. Como era habitual en estos casos, el personal médico trabajo sin tregua. “Trabajábamos 12 horas al día, alternando 4 días de trabajo y 2 días de descanso. Siempre traté de traer una sonrisa y ofrecérsela a los demás, ya fueran pacientes, familiares o compañeros. Siempre llevamos puesto el EPI (Personal Protective Equipment o PPE, en inglés) dentro del hospital, que fue nuestro mejor aliado en aquellas circunstancias. Vivimos muchos momentos de tensión, pero aun así no fue tan estresante como la vida a bordo de un barco en alta mar”, narra con un tono más distendido.
Cuando le preguntamos qué es lo que le motivó a dar el paso, su respuesta es clara y contundente: “Acepté el trabajo en el hospital porque estoy feliz de ayudar a este país, donde vivo y donde he trabajado como buzo, que me está dando la oportunidad de un nuevo horizonte”.

Agradecimiento de la comunidad al personal del hospital

Emergencias en común

Podríamos pensar que una crisis sanitaria causada por la propagación incontrolada de un virus no se parece mucho al entorno en el que los técnicos en medicina del buceo suelen moverse. Pero hemos de tener en cuenta varios factores que hacen que estos profesionales puedan resultar muy útiles para los enfermeros y demás personal hospitalario. En primer lugar, los pacientes ingresan normalmente en una situación de estrés, similar al del escenario tras el accidente de un buzo. Además, se trata de un virus que afecta fundamentalmente al sistema respiratorio, cuyo funcionamiento es bien conocido por estos profesionales de la medicina subacuática. Muchos de ellos se han formado de forma complementaria como operadores de cámara hiperbárica y conocen los protocolos de aplicación de oxígeno terapéutico.
Por lo general, en el escenario de un accidente, un DMT se convierte en la persona que suministra los primeros auxilios a un buceador lesionado o enfermo, comunicándose de forma remota con los médicos especialistas en medicina del buceo para proporcionar el tratamiento necesario hasta que llegan a la escena. El DMT colabora con el personal de la cámara hiperbárica para seguir proporcionando el tratamiento bajo la supervisión de un médico hiperbárico. Este protocolo de actuación es similar al que puede encontrarse en un hospital en una situación de urgencia.
Riccardo añade que “además hay una habilidad igualmente importante que no proviene de ninguno de los cursos que hice: el sentido común y la inteligencia que tenemos los buzos. Podemos adaptarnos a situaciones de tensión, improvisar y sobreponernos más que otras personas. Esto es algo que valoran mucho las enfermeras de la unidad de cuidados intensivos (ICU)”.

El buzo italiano antes de una inmersión en territorio sajón

Una experiencia vital

Bien avanzada la conversación, nos interesamos por conocer si esta experiencia influirá en su forma de ver las cosas. Como en el resto de cuestiones, se muestra claro. “siempre trato de estar preparado para todo. Siendo buzo te acostumbras a hacer otro tipo de trabajos diferentes cuando el mercado está bajo mínimos y también a enfrentar períodos sin trabajo. Creo que la vida es corta y el tiempo es precioso. Esta pandemia debería ser un recordatorio para que todos sean conscientes de que hay que aprovechar las oportunidades”, relata.
Al preguntarle por su futuro más inmediato tras su paso por el hospital nos responde con un gesto de incertidumbre. “Tengo claro que me voy a centrar en mi carrera como buzo comercial. Estoy feliz de ayudar, pero esta no es mi profesión ni mi mundo”. Aunque quedará inscrito en las bolsas de trabajo del hospital, su prioridad está bajo el agua, que es su entorno natural. El buceo comercial es un sector con mucha actividad en el Reino Unido y Riccardo, un profesional muy valorado por las empresas.
El buzo se muestra esperanzado en que esta situación de crisis se revierta pronto, pero no tiene la menor duda de que la población en general (y el sector del buceo comercial en el que trabaja) no puede bajar la guardia. “Hay que demostrar responsabilidad. El mundo es diferente ahora, solo por un tiempo, pero diferente. Hay que mantenerse fuertes, sanos y seguros. La mascarilla y el distanciamiento son fundamentales. Esta enfermedad es terrible, especialmente para las personas de más edad, así que haz tu mejor esfuerzo para proteger a los demás”.
También lanza un aviso claro:”espero que las empresas no discriminen a los buzos que nos expusimos a la COVID-19. Todos hemos sido continuamente evaluados durante este periodo”. Afortunadamente, Riccardo Masia, el buzo italiano que no dudó ni un segundo en ayudar a los demás, dio negativo en el test que le realizaron a principios de mayo.

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