“Se requiere una gran fortaleza mental para controlar el miedo irracional que implica manejar un artefacto explosivo”
Laura Pons Miles, buzo de la Armada especialista en EOD
Laura Pons Miles (Palma de Mallorca, 1976) ha forjado una trayectoria ejemplar en la Armada Española, donde ingresó en diciembre de 1999. Desde sus primeros pasos en unidades como el Buque de Asalto Anfibio ‘Castilla’ o la Fragata ‘Canarias’, hasta su actual especialización en la desactivación de artefactos explosivos subacuáticos, su carrera es un modelo de perseverancia, disciplina y pasión por el servicio.
Con sólida formación académica y técnica, Laura ha acumulado una extensa experiencia operativa, participando en destacadas misiones internacionales como ‘Active Endeavour’ o ‘Sea Guardian’, y ha sido merecedora de diversas condecoraciones, entre ellas cuatro Cruces al Mérito Naval.
Tras 25 años de servicio, Laura es actualmente Sargento Alumno en el CAES 86 – CSS (TTS) y ha logrado convertirse en la única mujer especialista en caza de minas de España, todo un referente en el ámbito del buceo militar.
En esta entrevista, Laura Pons ofrece una mirada en profundidad a su proceso de integración en la Armada, su constante preparación y evolución profesional en un entorno históricamente masculino, así como los desafíos y logros personales que la han llevado a ocupar un puesto de élite dentro de las Fuerzas Armadas. Una conversación que también refleja su pasión por el mar, su espíritu de superación y su compromiso absoluto con la seguridad y la excelencia en cada misión.

P.- ¿Qué te motivó a unirte a la Armada?
R.- Mi incorporación a la Armada fue un poco un proceso de descubrimiento. En ese momento, tenía 23 años y estaba trabajando en una agencia de tripulación para yates de lujo en Mallorca, un trabajo que, influenciada por lo que muchos jóvenes de mi edad buscábamos por aquel entonces (un trabajo prestigioso y bien remunerado), me parecía prometedor.
“Fue mi espíritu aventurero lo que me llevó a cambiar el sector de los yates de lujo por las Fuerzas Armadas”
Sin embargo, siempre había tenido un espíritu aventurero, una curiosidad por lo desconocido y un deseo de servir a mi país, algo que me atraía especialmente del mundo militar. Aunque en un principio pensé que serían solo tres años para adquirir algo de experiencia y regresar al ámbito privado, la Armada me ofreció algo mucho más valioso: un sentido de pertenencia, de camaradería y de equipo que nunca había experimentado en otro entorno.
A partir de ahí, mi visión de lo que podría ser mi futuro cambió, y esos tres años iniciales se han convertido en más de 25 años de servicio.
¿Cuál fue la primera formación que hiciste en la Armada relacionada con el buceo?
La primera titulación de buceo que obtuve, en marzo del 2009, fue el que llamamos curso de “Buceador Elemental y Nadador de Salvamento”.
Durante su desarrollo, por un lado, se recibe formación en el buceo con equipos de aire a circuito abierto hasta una profundidad de 50 metros. Se estudian las tablas de buceo, los procedimientos de seguridad, la fisiología del buceo, las enfermedades descompresivas, el manejo de cámaras hiperbáricas y las tablas de tratamiento.
Se nos adiestra en el uso de globos para reflotamiento y en el uso de herramientas para reparaciones de pequeña entidad. Se trabaja el buceo nocturno, la navegación subacuática y las técnicas de búsqueda y localización, tanto en fondos marinos como en muelles y cascos de buques. Por otro lado, se enseñan técnicas de arrastre y recogida de náufragos desde buques o embarcaciones y primeros auxilios.

¿Cuándo y por qué decidiste realizar el curso especializado en la desactivación de artefactos?
Tras obtener el curso de Buceador Elemental, pasé unos años destinada a bordo del Buque de Salvamento y Rescate ‘Neptuno’, en Cartagena, donde buceaba de forma asidua. En 2013, tras completar el curso de ascenso a cabo primero, me tocó ir destinada al Cazaminas ‘Turia’.
Seguía queriendo estar en contacto y ejercer tareas de buceadora y, de acuerdo con las funciones del buque en el que estaba destinada, el siguiente paso que me venía de forma “casi natural” fue el de intentar obtener la aptitud de buceador de caza de minas. Y así fue.
Este curso, que hice en el 2014, supuso un reto por la especialización en la técnica de buceo, porque implica bucear con un equipo semicerrado, construido en materiales no magnéticos, usar mezclas enriquecidas en oxígeno y perfeccionar la técnica de desplazarse bajo el agua de forma que se perturbe el entorno lo mínimo posible.
Además, implicaba aprender acerca de las minas submarinas y la forma de usar explosivos para contraminarlas o detonarlas de forma controlada. Este último curso lo encontré muy estimulante y lo superé, también, como una más de mis compañeros.
Poco después, en 2015, me incorporé a la Unidad de Buceadores de Medidas Contraminas, con base en Cartagena, donde he estado ejerciendo como buceadora de forma activa hasta septiembre del 2024, momento en el que empecé el Curso de Acceso a la Escala de Suboficiales para obtener, en julio de este año, el empleo de Sargento.

¿En qué consiste exactamente la labor de un buceador de caza de minas? ¿Qué tareas realizas bajo el agua?
Por definición, el trabajo de los buceadores de caza de minas consiste en localizar, identificar y neutralizar minas o posibles artefactos explosivos en una zona que necesita ser segura para la navegación, como rutas marítimas de entrada o salida de puerto, zonas de atraque, cascos de buques o canales de acceso a playas que posteriormente pueden ser utilizadas por la Infantería de Marina para una operación de evacuación, aprovisionamiento o de toma de playa.
“Completar con éxito la neutralización de un artefacto es muy gratificante, ya que sabes que tu trabajo tiene una gran importancia para la seguridad”
Las minas o artefactos pueden estar flotando, en el fondo e incluso parcialmente enterrados y para localizarlos se usan métodos visuales o electrónicos, como sónares de mano o vehículos submarinos. Una vez localizado un artefacto, si es posible, se le toman imágenes para identificarlo y obtener la máxima información acerca del mismo y de su estado.
Al conocer sus características, y teniendo en cuenta la situación operativa, se procede a su neutralización colocando una pequeña cantidad de explosivo a una distancia determinada y detonándolo de forma controlada.
Este mismo proceso lo aplicamos a artefactos de la Guerra Civil o a la Segunda Guerra Mundial que aparecen en nuestras costas. El hecho de contribuir de forma directa a la seguridad y protección de los demás, es algo muy gratificante, porque sabes que tu trabajo tiene un impacto real y tangible.

¿Qué tipo de preparación física y mental requiere este tipo de buceo?
Físicamente, se necesita algo de fuerza para el manejo de equipos que, fuera del agua, ya son pesados. Hace falta también resistencia al desgaste físico, sobre todo para afrontar inmersiones largas, que pueden ser de día o de noche, con frío y que pueden formar parte de una actividad, más extensa, que suponga pasar muchas horas en una embarcación durante varios días seguidos.
Mentalmente, de antemano, hace falta tener serenidad y no ser aprensivo, para no dejarse llevar por el miedo irracional ante la idea de bucear y manejar un artefacto explosivo.
Pero la verdadera fortaleza mental se va desarrollando, poco a poco, a medida que se van adquiriendo los conocimientos y aplicando procedimientos en situaciones prácticas, primero sencillas y luego más complejas. La experiencia que se obtiene con la realización de infinidad de ejercicios va aportando confianza y serenidad en situaciones que presentan peligrosidad.
Además, el trabajo en equipo y saber que se puede contar con los compañeros para realizar las misiones de manera segura, genera un sentimiento de apoyo mutuo que fortalece la mentalidad individual.
¿Cuál ha sido el momento más desafiante que has vivido bajo el mar?
En cada intervención, ya sea en escenario real o durante ejercicios, seguimos un planeamiento riguroso y nos adherimos a los procedimientos de seguridad con la máxima disciplina posible. De esta forma, dejamos poco espacio para errores y peligros.
Las situaciones más complicadas que recuerdo haber vivido han estado siempre relacionadas con la meteorología y con el estado de la mar. Con la mar agitada suele ser cuando ocurren las situaciones en las que hacemos falta los buceadores, por ejemplo, cuando se ha enredado alguna estacha o el cable de algún robot submarino con la hélice de algún buque. La fuerza de la naturaleza resulta intimidante, pero al final nunca he estado en verdadero peligro.

¿Cómo es la dinámica diaria como buceadora de caza de minas?
En la unidad, si la programación de actividades lo permite, empezamos el día con algo de deporte. Después, la rutina en el trabajo suele ser, bien de mantenimiento de equipos, planificación y gestión de necesidades de ejercicios futuros o bien realizando maniobras de simulacros y ejercicios tácticos que replican escenarios reales.
Antes de cualquier inmersión, se revisa al detalle todo el equipo, las herramientas, sistemas electrónicos y comunicaciones que se vayan a usar. Se realiza una reunión previa en el que se analiza la zona de trabajo, las condiciones del mar y la meteorología. Se recuerdan las rutas de evacuación, el tipo de artefacto que se espera y se repasan los procedimientos de actuación y las acciones a tomar ante las diferentes eventualidades que se puedan presentar.
Tras las inmersiones y ejercicios, se realiza un briefing, se revisan las imágenes, se analiza el procedimiento para aplicar posibles mejoras y se limpian y almacenan los equipos.

¿Qué tecnologías y equipos usáis durante una operación de detección y neutralización de minas?
En cuanto al buceo, ahora mismo estamos usando el rebreather semicerrado CRABE, de Aqualung. Al estar fabricado con materiales no magnéticos, este equipo nos ofrece seguridad ante las minas cuyo sistema de activación sea la variación del campo magnético terrestre.
Para la localización de artefactos, en función de la información previa de la que dispongamos, utilizamos los sónares de mano SonaDive de RT-SYS, detectores de metales, pequeños ROV o los AUV Sparus II.
¿Qué sientes al ser la única mujer en una especialidad tan exigente? ¿Cómo ha sido el trato con el resto de compañeros?
En muchos momentos, todavía me toma por sorpresa. A pesar de que, de vez en cuando, alguien me lo recuerda o, como en esta ocasión con el Premio Soldado Idoia Rodríguez, recibo un reconocimiento por ello, no suelo ser muy consciente de lo que implica porque no me siento especial. Al contrario, me siento como una más dentro del equipo de buceadores de caza de minas de la Armada, grupo con el que comparto valores, habilidades, pasiones y, por supuesto, el mismo compromiso.
“Ser mujer no marca ninguna diferencia en este trabajo. Me siento una más dentro del equipo de buzos de la Armada”
Ser mujer no marca una diferencia en lo que respecta al trabajo que hacemos; nos apoyamos mutuamente, independientemente de nuestro género. La clave está en la entrega, la camaradería y la vocación de servicio, que es lo que realmente nos une como profesionales.

Has hablado del espíritu de equipo como algo que te atrapó de la Armada. ¿Cómo influye esa unión en operaciones de buceo tan delicadas?
El trabajo en equipo es fundamental en nuestra labor. Cada uno tenemos un rol crítico y, gracias al entrenamiento constante en un medio que no nos es natural, y al desempeño de tareas tan delicados, se consigue una gran conexión y conocimiento cercano de los compañeros.
Literalmente, a la hora de realizar misiones, confiamos los unos en los otros con nuestras vidas. Esa confianza mutua, esa lealtad silenciosa, es lo que hace que todo funcione. Y es también lo que hace que quieras dar lo mejor de ti, no solo por la tarea, sino por los compañeros.
¿Crees que el mundo del buceo militar puede abrirse a más mujeres en el futuro? ¿Qué mensaje les darías a las jóvenes interesadas en seguir tus pasos?
Estoy convencida de que el buceo militar y, en general, todas las especialidades dentro de las Fuerzas Armadas, por supuesto pueden, y deben, contar con más mujeres en el futuro.
No por cumplir con una cuota, sino porque hay muchas mujeres perfectamente capaces, con el carácter, la determinación y la vocación necesarias. La igualdad dentro de las Fuerzas Armadas es real y efectiva, tenemos pleno acceso a todos los cuerpos, escalas y destinos, con las mismas oportunidades de progresión profesional que cualquier compañero. Aun así, somos pocas.
Por eso, desde mi posición de veterana, me tomo como misión personal animar a todas aquellas chicas con arrojo, ganas e ilusión, a que luchen por dar los pasos que les acerquen a sus ambiciones. Con esfuerzo, disciplina y determinación, se pueden lograr metas, independientemente de que estén tradicionalmente asociadas a lo masculino o a gente más joven. Que se acerquen, que pregunten, que se preparen. Porque aquí hay sitio para ellas. Y las estamos esperando.

Después de tantos años de servicio ¿qué te sigue motivando cada vez que te sumerges en una nueva misión?
Lo que me sigue motivando cada vez que me sumerjo en una nueva misión es la sensación de superación que se experimenta al completar cada inmersión y cada tarea. Aunque las misiones son similares, las condiciones del mar hacen que cada una sea única e inesperada, unas veces sencilla y otras un tanto más desafiante. Eso me mantiene en constante aprendizaje y mejora.
También me motiva saber que lo que hago tiene un propósito real, que estamos contribuyendo a la seguridad y bienestar de todos. Además, disfruto enormemente la complicidad con mis compañeros y del compromiso con el equipo. Al final nos impulsamos unos a otros a dar lo mejor de cada uno.
¿Es para ti el mar solo un lugar de trabajo o un espacio donde también encuentras paz?
El mar es ambas cosas. Es mi lugar de trabajo, sí, pero bajo el agua encuentro una tranquilidad difícil de explicar. Las preocupaciones mundanas se apagan y sólo existe el presente.
Tengo la sensación de estar completamente conectada con el entorno natural, algo que no se vive en superficie. Lo considero como un refugio del que salgo con el ánimo renovado, saneada y enriquecida.

¿Algún aspecto más que quieras destacar de tu profesión?
Ser miembro de la Armada ofrece la posibilidad de desempeñar una enorme variedad de funciones sin necesidad de cambiar de institución. En mi unidad, el adiestramiento en la caza de minas y la retirada de artefactos son solo una pequeña parte de mi trabajo.
A lo largo del tiempo, he tenido la oportunidad de participar en la organización de seminarios en los que han estado presentes autoridades europeas y de la OTAN. Realizamos tareas que van desde la búsqueda en buques e instalaciones portuarias, hasta la investigación y recogida de evidencias tras una detonación. También realizamos el mantenimiento de los equipos, nos adiestramos en el manejo de explosivos en tierra, operamos ROVs y AUVs, tomamos parte en ejercicios multinacionales junto a nuestros homónimos de naciones aliadas y colaboramos en el adiestramiento de buceadores ucranianos.
Además, hemos intervenido en operaciones de apoyo durante la crisis sanitaria del COVID-19, y en situaciones de emergencia, como la ocurrida en Valencia. No es solo un trabajo: es una forma de vida que te hace crecer y desarrollarte, tanto a nivel profesional como personal. Y eso, sin duda, es uno de los aspectos que más valoro.