“Las espigas azules son muy tímidas: se encajan en las cabezas de coral y pueden ser difíciles de convencer”

Shannon Switzer Swanson

Literatura del Mar

SubaQuatica Magazine inauguró en 2020 un espacio literario en su revista trimestral. Con esta sección queremos mostrar historias reales, anécdotas verídicas o relatos inventados que aporten experiencias y también momentos de fantasía o entretenimiento.

Ana Alemany
Ana Alemany, autora de ‘Mujeres de los Mares’

Os mostramos uno de los pasajes de la obra ‘Mujeres de los Mares’ de la escritora española Ana Alemany. Se trata de un total de 20 historias de mujeres cuya pasión o profesión – o ambas cosas- están ligadas al mar.

A continuación mostramos un fragmento del capítulo dedicado a Shannon Switzer Swanson.

“Las espigas azules son muy tímidas”. Shannon Switzer

Para que National Geographic te nombre Aventurero del Año, previamente deben haberte seleccionado y votado online por logros extraordinarios en exploración, deportes de aventura, conservación o humanitarismo, que te hayan distinguido en el último año. Shannon Switzer Swanson, fotoperiodista y ecóloga social marina de San Diego (California) lo logró en 2017, con 33 años.

Tras recibir una subvención de 25.000 dólares para documentar un proyecto sobre el comercio mundial de peces tropicales para acuarios de agua salada, Shannon y un equipo de otros jóvenes exploradores del National Geographic se propusieron, en 2015, averiguar las manos por las que pasan los peces desde que se pescan en el arrecife y se transportan mayoritariamente desde Indonesia y Filipinas, hasta el hogar de alguien en la otra parte del mundo. En Estados Unidos, país donde la cifra de peces tropicales importados es la más alta del planeta, (alrededor de 10 millones al año), el número de hogares que tienen un acuario de agua salada alcanza el millón. Se han conseguido criar un pequeño número de especies de agua salada, pero la reproducción en cautividad no satisface ni remotamente la demanda, ni las 2.000 especies que se comercializan.

El grupo eligió el pez espiga azul (Paracanthurus hepatus), como modelo en el que centrarse, que tras el éxito de “Buscando a Dory”, una inocente película infantil de Disney, se produjo una peligrosa sobrepesca de esta variedad, ya que muchos niños quisieron tener un ejemplar en sus acuarios.

“A menudo pescan echando cianuro en el coral del océano, aturdiendo a sus posibles capturas y envenenando el arrecife. Además, gran porcentaje de los peces cosechados perecen en su viaje por el mundo, donde pasan muchas horas aislados en bolsas de plástico. Sin embargo, para los pescadores, que viven en aldeas con pocas oportunidades económicas, el comercio de peces para acuarios representa una fuente de ingresos desesperadamente necesaria.”

Shannon Switzer Swanson fotografía a una mujer
Shannon Switzer Swanson fotografía a una mujer que forma parte de un colectivo de mujeres que recolecta mariscos en los manglares de Tonga. (Foto: Michaela Clemence)

Esta dicotomía desgarradora es la que movió a Shannon a intentar encontrar el equilibrio entre todas las partes implicadas. Descubriendo el camino que recorría la espiga azul desde el arrecife hasta los acuarios, ella y su equipo podrían diseñar una estrategia para proteger a los peces y sus hábitats, y a las personas cuyo medio de vida dependen de este ser. Esta es la historia de su proyecto:

Julio de 2016. Tras varias semanas explorando Filipinas e Indonesia, siguiendo una pista tras otra, obteniendo información y viajando a islas cada vez más lejanas, Shannon llega a Toropot, un pasillo de casas construidas sobre pilotes en el mar y unidas con ramas y troncos de árboles en el Mar de Banggai, en Indonesia. Por fin ha encontrado a un comerciante de espiga azul, llamado Susilo. Se comunican a través de dibujos y con un diccionario bahasa-inglés destrozado. Pero de su conversación ha surgido la oferta de conocer a Pisal, pescador de su ansiada espiga azul y le acompaña en un ferry durante 6 horas hasta el mismo Toropot. Desde allí, los tres buscan los lugares habituales de pesca, y Shannon, acomodada en la parte delantera de una lancha, va filmando el viaje sobre un agua transparente. Buscan y navegan durante tres horas sin resultados, pero en una zona poco profunda entre dos islas de roca, Pisal se vuelve a sumergir, y lo mismo hace Shannon, después de encajar su cámara en la bolsa impermeable, calzarse las aletas y atarse un cinturón de pesas. Tras bajar un metro y medio, puede ver y grabar el trabajo de Pisal: el pescador ha visto caer una espiga azul en una cabeza de coral y despliega unos metros de red sobre la zona. A través de una pequeña raja en la red, Pisal golpea el coral con la mano, para luego pincharlo con una lanza muy fina y dar otros golpes más ajustados. “Las espigas azules son muy tímidas: se encajan en las cabezas de coral y pueden ser difíciles de convencer”. De repente, un pequeño pez azul sale disparado de entre el coral y choca con la red que envolvía la zona. Su brillante cola amarilla lanza destellos mientras busca una salida a la derecha y a la izquierda, arriba y abajo. Pisal nada y lo acaricia suavemente con sus dedos con guantes. La espiga azul es suya.

En su investigación descubrieron que había muchos pequeños pescadores, por lo que era muy difícil averiguar si un pez había sido capturado con red o con cianuro. Pero Shannon defendía que esa pesca se podía hacer de manera sostenible. Para ello, entre otras actuaciones, se reunieron con un exportador en Filipinas que había estado trabajando para eliminar esa cadena (de más de 5 eslabones, entre comerciantes y distribuidores), y comprar directamente a los pescadores que su compañía, la RVS Fishworld, había entrenado para atrapar peces usando redes pequeñas en lugar del cianuro. De ese modo, el pescador podría obtener un mayor beneficio, ya que la espiga azul se vendía, según su tamaño, entre 30 y 200 dólares.

Aunque deberían concretar más detalles, como el número máximo de peces que se pueden capturar para permitir que la población restante sea viable, o definir la forma de comprar directamente a los pescadores, el porcentaje de peces que mueren durante el transporte, qué edades tienen los peces cuando se sacan del océano o cómo afectan a su supervivencia los diferentes métodos de captura…, éste podía ser un modelo a seguir en un futuro para el comercio de peces de una forma más sostenible.

De hecho, este sistema ya se utilizó con éxito en una pesquería en Baja California, donde los locales construyeron su propia planta de envasado, colocando los peces en bolsas de agua y saturándola con oxígeno (trabajos que normalmente realizan los intermediarios) antes de enviarlos directamente a un distribuidor mayorista en Los Ángeles. No solo sobrevivieron más peces a este viaje, sino que los pescadores ganaron más dinero por ejemplar al ofrecer un producto de mayor valor.

Uno de los objetivos del proyecto fue crear la página web www.reeftoaquarium.com (muy recomendable visitar) donde obtener información sobre el comercio de los peces, comprobar el camino que recorren en todo momento y constatar que se toman las medidas necesarias para que su comercio sea justo y sostenible. Otro, fue producir un mini documental que conectara a las diversas partes con las realidades de este negocio.

Gracias a Shannon y a su equipo, la espiga azul que habita actualmente en muchos acuarios es un pez más libre, más sano y sostenible.

Pasaje extraído de ‘Mujeres de los Mares’

Foto de Portada del libro 'Mujeres de los Mares'
Foto de Portada del libro ‘Mujeres de los Mares’

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