La seguridad del buzo durante el mantenimiento de buques sigue a debate

Mantenimiento subacuático de buques a flote (UWSH)
En los principales puertos españoles, buzos profesionales se sumergen a diario bajo cascos de mercantes, ferris, petroleros y portacontenedores para labores invisibles desde la superficie, como la limpieza de casco, inspecciones, pulido de hélices, sustitución de ánodos, sellados menores y verificación estructural, ejecutadas sin necesidad de varar el barco ni recurrir al dique seco.
Operan con precisión mediante una logística que integra seguridad hiperbárica, normativa marítima y tecnología. Este conjunto de trabajos, conocido como Underwater Ship Husbandry (UWSH), es clave para la sostenibilidad técnica y económica del transporte marítimo.
Para completar ese abanico, el UWSH incluye las inspecciones reglamentarias (UWILD), el mantenimiento de válvulas y cajas de mar (sea chests), la revisión de rejillas e intakes y, cuando procede, pequeñas soldaduras o reparaciones de emergencia bajo el agua, junto con documentación audiovisual y trazabilidad de cada intervención.
Su finalidad es mantener el rendimiento hidrodinámico del buque, prevenir la corrosión, reducir consumo de combustible y garantizar el cumplimiento de las inspecciones exigidas por las sociedades de clasificación (DNV, Bureau Veritas, ABS, Lloyd’s Register, RINA, entre otras).
A diferencia de una limpieza puntual, el UWSH forma parte del ciclo de mantenimiento planificado que permite a las navieras prolongar la operatividad de sus buques entre periodos de dique seco. En resumen, cada intervención subacuática se traduce en días ganados en el calendario operativo del barco y en miles de euros ahorrados en combustible y tiempos muertos.
Incremento de la siniestralidad
Con frecuencia, el UWSH se percibe como una labor menor respecto a las intervenciones offshore, lo que conduce a subestimar los riesgos, reducir las dotaciones y prolongar las jornadas. La International Marine Contractors Association (IMCA) advierte que esta cultura ha favorecido incidentes graves con desenlaces trágicos que solo en 2023 sumaron al menos cinco fallecidos. Además, insiste en que el UWSH registra la mayor tasa de mortalidad del buceo comercial.
Las causas se repiten con frecuencia y entre ellas destacan los equipos inadecuados, en especial el uso de equipo autónomo en lugar de suministro desde superficie. Estas prácticas, habituales en limpiezas o inspecciones rápidas, eliminan la comunicación continua, el gas redundante y la supervisión directa, y degradan la seguridad. Tanto IMCA como la Association of Diving Contractors International (ADCI) coinciden en que ningún trabajo de ship husbandry justifica renunciar a los controles que aporta el sistema de superficie suministrado.
Según IMCA, el UWSH es el segmento con mayor índice de siniestralidad del buceo comercial. Los buzos trabajan en entornos de visibilidad limitada, en proximidad a hélices, tomas de agua y estructuras complejas del casco. A menudo emplean herramientas hidráulicas o eléctricas, realizan turnos prolongados y operan bajo presión ambiental, lo que exige una planificación rigurosa y equipos en perfecto estado.
Por ello, estas operaciones deben ejecutarse exclusivamente por empresas autorizadas, con supervisores certificados, protocolos de seguridad hiperbárica y una coordinación efectiva con capitanías y autoridades portuarias. En España, la normativa exige que todas las intervenciones subacuáticas en puerto cuenten con permiso de la Autoridad Portuaria y con planes de emergencia aprobados antes de su ejecución.
Un segmento de trabajo al alza en los puertos de España
El pulso del comercio marítimo en España sostiene también la demanda de Underwater Ship Husbandry, es decir, las intervenciones subacuáticas que permiten mantener a los buques en servicio sin pasar por dique seco. Limpiezas de casco, pulido de hélices, inspecciones, sustitución de ánodos o la revisión de cajas de mar se han convertido en una rutina técnica que ahorra combustible, reduce emisiones y gana días operativos.
El sistema portuario español cerró 2024 con un incremento de la mercancía total movida y un buen comportamiento del contenedor. Ese contexto explica la intensidad de los trabajos bajo el agua en los grandes polos del litoral. En la Bahía de Algeciras, la combinación de transbordo, tráficos de contenedor y escalas de bunkering favorece limpiezas rápidas y pulidos de hélice durante paradas breves. Barcelona consolida volumen en tráficos mixtos y de pasajeros, lo que multiplica inspecciones y pequeñas intervenciones vinculadas a cruceros y líneas regulares. En Las Palmas, su papel de plataforma atlántica para escalas técnicas y reparaciones hace que el mantenimiento subacuático forme parte de la agenda diaria. Valenciaport, con un fuerte peso del contenedor y un perfil industrial, impulsa procedimientos con captura y filtrado de residuos para minimizar el impacto ambiental.
La tendencia dominante es doble: las navieras buscan máxima eficiencia hidrodinámica para contener costes y cumplir objetivos de sostenibilidad, mientras las autoridades y los puertos promueven trazabilidad y mejores prácticas, con equipos desde superficie, documentación audiovisual y coordinación con sociedades de clasificación.
Con más tráfico, más exigencia ambiental y más tecnología, el mantenimiento subacuático seguirá creciendo en Algeciras, Valencia, Barcelona y Las Palmas, con mayor combinación de buceo profesional y vehículos operados de forma remota para ganar seguridad y precisión.
El Convenio Colectivo de Buceo Profesional y Medios Hiperbáricos es de cumplimiento obligatorio en España y prohíbe el uso de equipo autónomo o SCUBA en estas operaciones.
El UWSH a debate
Las organizaciones internacionales del sector insisten en que la prevención empieza por la configuración técnica y humana adecuada. IMCA y ADCI mantienen desde 2024 un frente común para reforzar los estándares de seguridad. Su cooperación se reafirmó en la reunión anual del Capítulo Latinoamérica y Caribe (LA&C), celebrada los días 14 y 15 de octubre de 2025 en el Hotel Sheraton Grand Panamá, donde el representante de IMCA, Bill Chilton, subrayó que el mantenimiento subacuático de cascos sigue siendo una de las operaciones más sensibles y de mayor exposición al riesgo dentro del sector.

Durante el encuentro, ambas organizaciones abordaron el aumento de incidentes asociados a limpiezas e inspecciones con técnicas SCUBA, aún empleadas en ciertas regiones. IMCA reiteró, conforme a su guía D082 – Guidance on Diving Operations in Support of Underwater Ship Husbandry (2024), que todas las intervenciones deben realizarse con suministro desde superficie, equipos redundantes y una dotación mínima de cinco personas: supervisor, buzo operativo, buzo de reserva y dos asistentes (tenders).
El documento también establece la obligación de disponer de cámaras hiperbáricas próximas al punto de trabajo, planes de emergencia detallados y coordinación directa con autoridades portuarias y tripulación. Entre los riesgos críticos se citan la presión diferencial en válvulas y tomas de mar, la activación inadvertida de hélices o bombas y la exposición a contaminantes o corrientes eléctricas.
En conjunto, las recomendaciones de IMCA y ADCI marcan el camino hacia una práctica más profesional, documentada y segura, donde el mantenimiento subacuático deja de ser una operación rutinaria para consolidarse como una disciplina técnica de alto riesgo que requiere preparación, control y responsabilidad compartida entre operadores y clientes.
Protocolos y medidas de seguridad
Las asociaciones internacionales del buceo profesional coinciden en que los accidentes en underwater ship husbandry no se deben a la naturaleza del trabajo, sino a la falta de control operativo, planificación y cumplimiento de estándares mínimos.
La guía D082 contiene recomendaciones de obligado cumplimiento para los miembros de IMCA y de referencia para toda la industria. Subraya que “las operaciones de ship husbandry deben planificarse y ejecutarse con los mismos estándares de seguridad que cualquier intervención industrial submarina”.
Entre las medidas clave destacan:
- Uso obligatorio de sistemas de suministro desde superficie, con panel de control, comunicaciones bidireccionales y alimentación de emergencia. IMCA descarta expresamente el uso de scuba recreativo o configuraciones simplificadas en trabajos comerciales.
- Supervisión directa y equipo de apoyo en superficie. Cada intervención debe contar con un supervisor certificado, un tender por buzo, un equipo de rescate en standby y una fuente de gas auxiliar disponible.
- Evaluación de riesgos específica y plan de emergencia aprobado antes de cada intervención, incluyendo corrientes, visibilidad, interferencias con la propulsión y procedimientos de evacuación.
- Control del tiempo de exposición y del número de inmersiones diarias, con registro de consumos, comunicaciones y profundidad. El cansancio acumulado y las jornadas prolongadas son factores asociados a incidentes recientes.
- Verificación documental y trazabilidad de las operaciones mediante informes técnicos, vídeo y checklist de seguridad firmados por el supervisor y el capitán del buque.
ADCI, por su parte, ha reforzado su propio Underwater Ship Husbandry Standard, con protocolos similares y formación específica en trabajos de casco, herramientas hidráulicas, gestión de umbilicales y prevención de atrapamientos. Su presidente, Phil Newsum, alertó en 2023 de una “oleada de muertes con SCUBA en tareas de limpieza de casco” y recordó que “ningún trabajo comercial debe realizarse sin un sistema de buceo profesional completo”.
Ambas organizaciones subrayan que la responsabilidad no recae solo en las empresas de buceo, sino también en los armadores, operadores portuarios y compañías que contratan los servicios: “El contratista que acepta una limpieza exprés sin verificar los medios técnicos asume el mismo riesgo moral y legal que quien la ejecuta”, recoge la guía D082.
Conclusión
La tendencia actual apunta hacia equipos más controlados, procedimientos estandarizados y registros completos. El ship husbandry deja de ser una tarea rutinaria para consolidarse como una actividad hiperbárica de alta responsabilidad, donde cada minuto bajo el agua debe estar planificado, documentado y supervisado.
El mantenimiento subacuático se ha convertido en una pieza estructural de la cadena logística marítima. Mantiene la eficiencia hidrodinámica, reduce emisiones y ahorra paradas, pero solo cumple su promesa cuando se ejecuta con estándares de buceo comercial y control operativo riguroso.
La guía técnica es clara y la responsabilidad es compartida: armadores que exigen buenas prácticas, empresas autorizadas con supervisión cualificada y puertos que velan por permisos, trazabilidad y protección ambiental.
El reto inmediato es consolidar la profesionalización, eliminar configuraciones inseguras y extender la captura de residuos. Si el sector mantiene ese rumbo, el UWSH seguirá siendo una ventaja competitiva y una garantía de sostenibilidad.
