JULIO 2025 – Edición ADCI – Nº6


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SUMARIO
- EDITORIAL Las nuevas vías de comunicación de ADCI
. José Luis Galloso, director SubaQuatica Magazine-
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- MENSAJE DEL PRESIDENTE DEL CAPÍTULO LA&C DE ADCI: "La importancia de las reuniones en los Capítulos de ADCI", Gabriel Calva, Presidente del Capítulo LA&C de ADCI
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- Página 4
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- ACTUALIDAD ADCI: "Normas de Consenso 6.5. Actualización de los protocolos para operaciones en aguas potables", ADCI
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- OPINIÓN: "La formación de los supervisores debe ir más allá del examen. Su responsabilidad es vital para el equipo". Emilio Martínez
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- REPORTAJE: Los supervisores de buceo comercial y su visión de la industria en Latinoamérica. Redacción SQM
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- Página 8
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- REPORTAJE: Los sistemas inflables en las operaciones subacuáticas. Con la colaboración de Richard Fryburg, gerente de Subsalve USA
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- Página 15
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- ENTREVISTA "La seguridad de los buzos en Perú depende de una normativa que regule la profesión con los estándares actuales". Juan Carlos Baldera, buzo comercial y supervisor
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- MEDICINA: Situaciones de emergencia en buceo en saturación, una visión desde el lado médico. Dr. Gustavo Mauecin
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- Página 26
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- MUNDO ROV: La formación como piloto técnico ROV, una vía de futuro para los buzos comerciales. Con la colaboración de Julio Romero, buzo comercial y piloto ROV (México)
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- Página 27
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- HISTORIAS DE BUZOS: Luis Fernando Pasapera, un veterano que lucha por dignificar a los buzos peruanos. Redacción SQM
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CARTA DEL DIRECTOR DE SUBAQUATICA |
Reforzar los canales: hacia una comunicación más efectiva en ADCI
Uno de los compromisos más firmes de la Association of Diving Contractors International (ADCI) en los últimos años ha sido mejorar la comunicación y el flujo de información entre sus capítulos regionales y las empresas afiliadas alrededor del mundo.
En un sector tan técnico, dinámico y en constante evolución como el del buceo comercial, mantener una red de contacto efectiva y accesible es tan importante como el cumplimiento de cualquier estándar operativo.
En este sentido, la dirección de ADCI ha puesto en marcha varias iniciativas que buscan conectar mejor a sus miembros y fomentar una comunidad técnica más cohesionada y participativa.
Una de las primeras medidas ha sido la renovación de su boletín de noticias (newsletter), que ahora ofrece contenido actualizado con mayor regularidad, incluyendo actualizaciones normativas, nuevas certificaciones, eventos regionales y artículos de interés.
Otra herramienta clave ha sido el lanzamiento del podcast “The Downline”, un espacio que ha tenido una gran acogida y en el que cada episodio reúne a expertos para debatir sobre distintos aspectos del trabajo subacuático: seguridad, tecnología, historia del buceo comercial, operaciones offshore o gestión de emergencias, entre otros. El formato de audio ha demostrado ser una forma ágil y accesible de compartir conocimiento técnico y experiencias reales, permitiendo llegar a una audiencia diversa sin barreras geográficas.
Además, ADCI ha establecido una colaboración estratégica con SubaQuatica Magazine, medio especializado en buceo comercial y tecnología subacuática, para la publicación de una edición especial centrada en Latinoamérica y el Caribe.
Esta alianza tiene como objetivo potenciar la visibilidad de los profesionales y empresas de la región, ofrecer contenidos en español de alta calidad, y reflejar la diversidad y complejidad del sector en un territorio tan amplio y rico en oportunidades.

El camino hacia una asociación más comunicativa, transparente y global sigue siendo una prioridad. La ADCI cree firmemente que la colaboración comienza con el diálogo, y por eso continuarán trabajando para que cada miembro, sin importar su ubicación, tenga acceso a herramientas, conocimientos y redes que lo ayuden a crecer profesionalmente y operar con los más altos estándares.
BOARD ADCI - CAPÍTULO LA&C |
La importancia de retomar las Reuniones Anuales del Capítulo Latinoamericano y del Caribe de ADCI
Tras años de interrupción provocados por la pandemia de COVID-19, la Asociación de Contratistas de Buceo Internacional (ADCI) retoma en 2025 una de sus citas más significativas para la región: la Reunión Anual del Capítulo Latinoamericano y del Caribe.
La última edición oficial tuvo lugar en Panamá en 2019, antes de que el contexto global obligara a suspender las actividades presenciales. Desde entonces, la única oportunidad para el reencuentro entre representantes y empresas afiliadas ha sido en los márgenes de la feria internacional Underwater Intervention en Houston (EEUU), que si bien ha servido para mantener el contacto, no reemplaza el valor de una reunión regional específica.
El escenario para la edición de 2025 no podía ser más apropiado: nuevamente Panamá, país que recientemente ha certificado una nueva escuela de buceo comercial y que se consolida como enclave estratégico para el sector.
Su posición geográfica privilegiada, la constante actividad en inspecciones a buques y trabajos portuarios, así como su tradición en formación técnica, lo convierten en punto de encuentro ideal para debatir el presente y futuro del buceo profesional en Latinoamérica y el Caribe.
La reunión servirá para que empresarios y representantes compartan las problemáticas comunes que enfrenta la industria en sus respectivos países, tales como: la homologación en el sitio de trabajo; de los procesos operativos; de seguridad; de cumplimiento ambiental de la compañía de buceo con la bandera del barco: la normatividad del cliente; IMO, ADCI, o la normatividad local.
Se tratarán igualmente otros aspectos importantes para nuestra industria, como:
- la certificación “obligatoria” del personal a través de escuelas reconocidas por el ADCI.
- la obligación de utilizar en el centro de trabajo un supervisor de buceo con credencial del ADCI vigente obtenida después de aprobar un examen en línea.
- la obligación de tener “paramédicos o su equivalente” en los grupos de buceo.
- el mantenimiento de cascos mediante técnicos certificados.
- las restricciones bien definidas del uso del SCUBA y del hookah.
- el uso de equipos de soporte de vida en superficie con respaldo.
- las auditorías internas anuales propias de la empresa.
- los exámenes médicos cada vez más restrictivos y caros.
- la capacidad que tendrá el cliente de verificar en portal de ADCI que el personal de buceo que está participando en el los trabajos este certificado.
- el interés e incorporación del gran mercado asiático y del medio oriente a nuestra organización que seguramente llevara al a mediano plazo al ADCI a homologarse con IMCA.
- la adaptación a los nuevos avances tecnológicos.
Además, el evento incluirá una agenda de ponencias técnicas orientadas a la mejora continua de las operaciones subacuáticas. En este sentido, muchas empresas ya han manifestado su interés en participar activamente, ya sea como asistentes o ponentes. El intercambio de experiencias reales y casos prácticos es uno de los activos más valiosos de estas reuniones, que históricamente han contribuido a reforzar el tejido regional de la industria.
Desde mi rol como presidente del Capítulo, y próximo a culminar este periodo en esta época complicada del COVID y reducción del mercado de trabajo en Latinoamerica , deseo expresar mi sincero agradecimiento a todos los actores que han brindado su respaldo durante estos años.
Hemos trabajado con el objetivo de fortalecer la voz de Latinoamérica y el Caribe dentro de ADCI, promoviendo iniciativas concretas y generando espacios de diálogo permanente y finalmente deseamos que la “generación” joven de empresarios se interese en la organización y participe de manera mas activa en nuestra organización.
Esta reunión también marcará el inicio de una nueva etapa, con la elección de una nueva directiva que tomará el testigo para seguir consolidando nuestra presencia internacional.
Invitamos a todas las empresas, instituciones y profesionales del sector a sumarse a esta cita clave para el futuro del buceo comercial en la región.
ACTUALIDAD ADCI |
El buceo en aguas potables se refuerza con nuevos estándares de seguridad y desinfección
La ADCI incorpora protocolos más estrictos para proteger los sistemas de agua potable y la integridad del personal de buceo comercial.

Las operaciones de buceo comercial en tanques y depósitos de agua potable representan uno de los entornos más sensibles de la industria subacuática. Conscientes de los riesgos específicos y la necesidad de preservar la seguridad tanto del buzo como del suministro de agua, la Association of Diving Contractors International (ADCI) ha actualizado los estándares del sector a través del punto 5.36 de su documento Consensus Standards 2025.
Estas nuevas directrices establecen una serie de requisitos técnicos, operativos y de seguridad aplicables a intervenciones en instalaciones de almacenamiento de agua destinada al consumo humano. Entre los cambios más relevantes destaca la clara prohibición del uso de equipos SCUBA, la exigencia de sistemas de encapsulación total para el buzo y protocolos estrictos de desinfección.
Equipos dedicados y protocolos de desinfección rigurosos
Uno de los pilares de la nueva normativa es que todo el equipo utilizado debe estar dedicado exclusivamente a aguas potables o, en su defecto, ser desinfectado minuciosamente antes de cada operación. La desinfección debe incluir la inmersión total en una solución de cloro de 200 partes por millón (ppm) durante al menos dos minutos, asegurando que ninguna superficie entre en contacto con el agua sin haber sido previamente tratada. Además, el buzo ya vestido debe ser rociado con esta misma solución inmediatamente antes de entrar al agua.
El uso de materiales porosos como trajes de neopreno está expresamente desaconsejado, optando en su lugar por trajes secos de goma vulcanizada u otros materiales lisos no porosos, completamente encapsulantes. Igualmente, se establece el uso obligatorio de cascos de buceo rígidos —no máscaras faciales— que ofrezcan aislamiento completo del entorno y estén equipados con comunicaciones y válvula de conexión al sistema de emergencia (bailout).
Peligros específicos y controles adicionales
La ADCI enumera una serie de riesgos únicos en este tipo de trabajos, que incluyen desde presión diferencial (Delta P) hasta exposición a radiación de antenas RF, sistemas de ánodos por corriente impresa (ICCP), mezcladores mecánicos, atmósferas químicas y espacios confinados. Para mitigarlos, se exige aplicar sistemas de bloqueo/etiquetado (LOTO), realizar análisis de peligros (JHA), calcular zonas de peligro Delta P y adoptar sistemas de recuperación de emergencia efectivos.
Además, se establece que todo proyecto de buceo en estas condiciones debe contar con al menos cuatro miembros en el equipo operativo: buzo, buzo de reserva (standby), asistente (tender) y supervisor de buceo (DPIC). También se requiere una planificación de comunicaciones redundantes, especialmente cuando los miembros del equipo están ubicados en distintos niveles o estructuras elevadas.
Aislamiento de la instalación: recomendable, pero no siempre posible
El estándar distingue entre instalaciones de almacenamiento aisladas y no aisladas. En el primer caso, se exige que todas las válvulas de entrada y salida sean bloqueadas, etiquetadas y cerradas antes del inicio de la operación, garantizando así un entorno seguro para el buzo. En las instalaciones no aisladas, donde el cierre completo puede no ser viable, se requiere una evaluación exhaustiva de riesgos y la participación directa del operador de la planta en todas las decisiones de seguridad.
En cualquier caso, queda prohibido que el buzo entre en conductos verticales (riser pipes) de tanques elevados si estos no han sido completamente bloqueados y etiquetados según los protocolos de LOTO.
Seguridad, formación y rescate: puntos clave
Se enfatiza también la necesidad de contar con planes específicos de rescate ante accidentes, que incluyan procedimientos de recuperación desde estructuras elevadas, equipos dedicados listos para ser usados y coordinación con servicios de emergencia externos. Toda intervención debe estar precedida por una planificación detallada y la validación de equipos y procedimientos mediante simulacros.
Asimismo, la norma prohíbe expresamente el uso de equipos que hayan sido utilizados en entornos contaminados, reforzando la idea de preservar la calidad del agua potable por encima de todo.
OPINIÓN |
"La formación de los Supervisores no debería terminar en el examen. Existe una gran responsabilidad para la seguridad más allá de la certificación"
Ser supervisor de buceo comercial no es simplemente mirar y tomar datos. La jerarquía del supervisor en el equipo lo hace no solo responsable de vidas humanas, sino también de mantener los más altos estándares de eficiencia y calidad en la entrega de diferentes servicios.
Hoy, muchos son los buzos que anhelan escalar a una posición de mando y aunque hay personas muy experimentadas y calificadas, también lamentablemente existen muchos que sin tener un conocimiento mínimo toman esta responsabilidad exponiendo así a sus pares.
En este sentido creo que muchas escuelas se han preocupado de preparar a los buzos o supervisores simplemente para un examen, dejando de lado habilidades y destrezas que un supervisor debería tener o estar en camino de tenerlas. Una de estas habilidades es la observación o vigilancia permanente antes, durante y después de una faena submarina.
En una de mis primeras inmersiones como buzo comercial, recuerdo haber perdido totalmente el suministro de gas en el fondo marino, sin comunicaciones ni jalones logre llegar a superficie. Cuando salí del agua, para mi sorpresa el supervisor estaba conversando con otra persona y ni siquiera advirtió de que se había apagado el compresor.
En base a los estándares internacionales, tanto ADCI como IMCA, coinciden en que el supervisor de buceo debe administrar activamente toda la faena de buceo y cuidar todos los aspectos que influyen en esta, dentro de los cuales los ambientales, técnicos y humanos son fundamentales para evitar potenciales incidentes.
Aspectos Ambientales
Para los trabajos de buceo resulta de vital importancia la atención a los cambios meteorológicos, los cuales pueden comprometer la seguridad de los buzos en el fondo marino, como también del personal que se encuentra en cubierta.
Por esta razón el supervisor debe estar totalmente alerta a los cambios intempestivos de las condiciones de altura de ola, viento, visibilidad y corriente en el fondo marino, como también de los pronósticos locales de la evolución del clima, los cuales, en pleno siglo XXI y con un tremendo respaldo tecnológico, nos ayudan a prevenir cualquier condición riesgosa.
Aspectos Técnicos
Que los equipos y procedimientos estén en una excelente condición, son una más de las responsabilidades por la que el supervisor debe velar. En este sentido el más mínimo detalle, un seguro a medio poner o un umbilical en mal estado, puede provocar un accidente que puede costar la vida de una persona.
El supervisor debe conocer sus equipos y funcionamiento para saber actuar cuando una emergencia lo requiera. Valoro mucho a los buzos que en faena son capaces de ver más allá y no solo conformarse a su desempeño submarino, si no que de empaparse de los muchos conocimientos que nos brinda esta hermosa actividad.
Aspectos Humanos
Y por último, pero no menos importante, la capacidad de mantener la observación sobre las personas que componen su equipo será importante al momento de querer sacar adelante un trabajo pero también en que los temas de seguridad puedan fluir de manera ordenada y correcta. Observar el ánimo y la salud que muchas veces por miedo a no perder el trabajo callan los buzos, hará la diferencia de un buen supervisor.
El supervisor debe ser un líder positivo para todos los miembros del equipo y adquirir estas habilidades blandas, se reflejará en que todos sus buzos y personal de apoyo llegue sano a sus hogares con la satisfacción de haber cumplido todas sus metas.
Las distracciones en faena suelen aparecer y aunque muchas veces se normalizan, el supervisor debe velar para que estas no sucedan, mantenerse alerta en todo tiempo, y documentar todos estos aspectos para no pasar a llevar ninguno. La documentación que muchas veces se vuelve tediosa, resulta ser el mejor respaldo para el supervisor.
En fin, como reflexión relacionada a este tema, creo que cada supervisor o aspirante a serlo, debe hacerse una sincera autocrítica y en base a esta, avanzar buscando la mejora continua, indiferente a que esto haga o no un diferencia salarial.
De este lado del planeta, muchos contratistas no toman en cuenta la capacitación integral de un supervisor, alejándose de los estándares internacionales, que como fundamento, se han escrito a causa de muchos accidentes en el rubro y nos delimitan el camino al éxito como equipo.
En Chile, aunque aún quedan desafíos, el estándar del buceo comercial ha incrementado hasta llegar a un nivel muy profesional en parte de las faenas realizadas a nivel país, esto en gran medida a la convicción del personal por la mejora continua, con cursos y visión de futuro, de cada buzo y supervisor, logrando acercar la excelencia a la estación de buceo.
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ÚLTIMOS BOLETINES DE KIRBY MORGAN
# Junio de 2025 - 1
Equipos afectados: Cascos de fibra de vidrio Kirby Morgan® y ambos modelos de BandMask®
Kirby Morgan recuerda que la hoja de prueba de inserciones roscadas del visor lateral (Port Insert Test Sheet) debe incluirse obligatoriamente en el checklist anual A2.1 de inspección, revisión y mantenimiento. La ausencia de este documento puede invalidar el mantenimiento como incompleto.
La prueba debe realizarse al menos una vez al año o siempre que se detecten daños o sospechas sobre la integridad de los insertos roscados. Para ello, debe utilizarse el kit de prueba con referencia KMDSI P/N 525-115.

Tanto el procedimiento como la hoja de prueba están disponibles en el sitio web oficial de Kirby Morgan, en el apartado Support > Misc. Appendices > Thread Insert Testing Procedure.
# Junio de 2025 - 2
Equipos afectados: Regulador 455 Balanced (P/N 505-455) y todos los sistemas que lo incorporan
Kirby Morgan ha anunciado la disponibilidad del nuevo 455 Purge Check Tool (P/N 540-340), una herramienta diseñada para facilitar la comprobación del ajuste de purga en los reguladores 455 Balanced. Este útil accesorio permite verificar el estado de calibración del regulador tanto entre inmersiones como tras una revisión o durante el mantenimiento preventivo.

El PCT ya puede adquirirse por separado y próximamente estará incluido en los kits de herramientas oficiales. Para su correcta utilización, se recomienda consultar el módulo correspondiente al 455BAL en el manual modular de Kirby Morgan.
SENCILLAMENTE, LA MARCA DE CASCOS PARA BUCEO
Fundada en 1966, Kirby Morgan Dive Systems, Inc. ha sido una referencia mundial en el desarrollo de equipos de respiración subacuática. La compañía, con sede en Santa María, California, inició su trayectoria creando cascos y máscaras de buceo que revolucionaron la industria al incorporar materiales más ligeros y cómodos para el buceo comercial. Su diseño distintivo y el enfoque en la seguridad y comodidad del buzo han consolidado a Kirby Morgan como un líder en el sector.
Entre sus aportes más notables se encuentra el casco SuperLite® 17B, introducido en 1975, que se ha convertido en un estándar global en la industria del buceo comercial. La compañía ha mantenido un compromiso con la vanguardia tecnológica, actualizando constantemente sus modelos para mejorar la durabilidad, el rendimiento y la seguridad.
Este enfoque innovador, junto con la alta calidad de sus componentes y el respaldo de entrenamiento especializado a través de Dive Lab, ha posicionado a Kirby Morgan como una marca confiable y altamente respetada en entornos marinos y de trabajo subacuático.
- kmdsi@kirbymorgan.com
- +1 805-928-7772
- 1430 Jason Way, Santa Maria, California
- https://www.kirbymorgan.com/
REPORTAJE PRINCIPAL 1/6 |
El buceo comercial en Latinoamérica desde la perspectiva de los Supervisores
Pocas figuras dentro del buceo comercial representan con tanta claridad el vértice entre la operación y la responsabilidad como la del supervisor de buceo. Encargado de planificar, dirigir y controlar cada inmersión, este perfil no sólo garantiza la eficacia técnica, sino también la vida y seguridad de los equipos que descienden al fondo marino o fluvial.
En Latinoamérica, sin embargo, su papel se ve frecuentemente condicionado por un contexto lleno de desafíos, desigualdades normativas y falta de reconocimiento estructural.
Para conocer de primera mano cómo se percibe esta profesión desde su propio interior, SubaQuatica Magazine preparó un cuestionario dirigido exclusivamente a supervisores de buceo comercial activos en países de América Latina. Las respuestas, recogidas de forma anónima, configuran un mapa complejo y matizado sobre el estado de la industria, sus carencias, fortalezas y contradicciones.
Análisis de participación
Una primera fotografía territorial muestra una participación amplia y representativa de Latinoamérica, con profesionales procedentes de México, Perú, Colombia, Argentina, Chile, Venezuela y Panamá. Esto aporta mayor valor a los datos obtenidos en tanto que provienen de regiones con particularidades propias, distintos tipos de operaciones subacuáticas predominantes, tradición en la industria o regulaciones diferentes.
En la misma línea del análisis de la participación, una amplia mayoría de los supervisores que han completado el formulario desempeñan su puesto en compañías afiliadas a la Association of Diving Contractors International (ADCI), lo que indica su compromiso por elevar sus estándares operativos, la seguridad de las operaciones y la calidad de los trabajos que realizan.
Una buena parte de los supervisores que han participado en el reportaje cuentan con una amplia experiencia en el sector, como muestra la siguiente gráfica.

Por otro lado, tan solo dos supervisores tienen experiencia fuera de la región. Uno de ellos indica con claridad que en Europa el nivel de exigencia en cuanto a formación y certificación del Supervisor es mucho mayor que en Latinoamerica.
Otro de los participantes señala que ha trabajado con una compañía internacional en su país y que los altos estándares en materia de seguridad, certificaciones y despliegue y mantenimiento de equipos no los había visto en otras compañías donde había trabajado con anterioridad.
Consultados sobre los tipos de operaciones más frecuentes y las dificultades técnicas asociadas, las tareas más mencionadas incluyen la limpieza de rejas en centrales hidroeléctricas, inspecciones visuales, levantamientos de estructuras, atención a fugas de hidrocarburos y salvamentos menores. También se destaca el trabajo en plantas acuícolas, operaciones en ductos submarinos y refulados o dragados, así como intervenciones en plataformas offshore y proyectos con aire desde superficie.
Entre las dificultades técnicas señaladas, la más común es la baja o nula visibilidad en el entorno subacuático. A esto se suman desafíos como la falta de comunicación efectiva entre supervisor y buzo, la presión de clientes por acelerar procesos en contextos de riesgo, la escasez de equipos adecuados o especializados, y el deterioro del material disponible.
REPORTAJE PRINCIPAL 2/6 |
Retos de los supervisores en Latinoamérica
La primera cuestión que queríamos despejar era conocer de primera mano cuáles eran los principales retos que enfrentan los supervisores de buceo comercial en Latinoamérica.
En este sentido, si hay un punto donde convergen todas las voces consultadas, es en que ser supervisor de buceo comercial en Latinoamérica implica mucho más que coordinar una operación: significa convivir con riesgos inherentes, limitaciones estructurales y una batalla diaria por imponer una cultura de seguridad. Las respuestas a esta pregunta no solo enumeran problemas técnicos, sino que revelan tensiones profundas entre lo ideal y lo posible, entre la norma escrita y la realidad de campo.

Uno de los aspectos más repetidos es la seguridad de los buzos. Los supervisores se reconocen como la primera línea de defensa ante cualquier imprevisto subacuático, y esa responsabilidad —que debería estar respaldada por estructuras sólidas— a menudo se convierte en una carga solitaria. “Brindar seguridad a mi equipo de trabajo” y “llevar la seguridad al campo laboral” son frases que se repiten con matices, pero con igual determinación.
Otro participante lo resume con claridad operativa: “Tratar de sacar los trabajos en tiempo y forma, pero sobre todo con la seguridad necesaria para tener cero accidentes durante las jornadas de trabajo.” La fórmula “tiempo + forma + seguridad” define bien el equilibrio inestable que enfrentan estos profesionales, obligados a cumplir con cronogramas exigentes sin perder de vista que una decisión apresurada puede costar una vida.
Más allá del entorno inmediato, la relación con las empresas y empleadores surge como un obstáculo sistemático. La “permanente lucha por el cuidado de los buzos y la mejora de equipos” no debería formar parte del rol operativo de un supervisor, pero lo es. En muchos casos, son ellos quienes deben convencer a los contratistas de invertir en mantenimiento, actualizar equipos o adquirir tecnología básica. La resistencia empresarial, según varios testimonios, está anclada en el costo económico de hacer las cosas bien, y no pocas veces se antepone a las recomendaciones técnicas del supervisor.
También se identifica un conflicto cultural arraigado en el tiempo. Un supervisor denuncia directamente la resistencia al cambio por parte de los trabajadores más veteranos: “Poder cambiar la forma de pensar de las personas con mayor tiempo en la industria. Ya que por el hecho de que han realizado una actividad por mucho tiempo de una forma muy poco segura, piensan que está bien y que no es necesario aplicar las nuevas normas ni medidas de seguridad.” Esta tensión generacional no es menor: cuando el hábito reemplaza al protocolo, el riesgo se multiplica, y el supervisor debe ejercer no solo como técnico, sino también como mediador y pedagogo.

La falta de formación profesional de los buzos también figura entre los principales desafíos. No se trata únicamente de conocer técnicas avanzadas, sino de algo más elemental: respetar los procedimientos y comprender la lógica de seguridad que rige una operación subacuática. En ese sentido, uno de los participantes apunta sin rodeos que su reto es simplemente “poder llevar adelante procedimientos de calidad y de seguridad”. Para lograrlo, necesita personal capacitado y receptivo, algo que no siempre se encuentra.
El entorno también impone sus propias barreras. Desde Perú, un supervisor señala que “las condiciones ambientales adversas se están presentando con mucha más frecuencia que años anteriores”, especialmente en la zona norte. Este cambio climático regional, junto con corrientes impredecibles, visibilidad reducida o tormentas inesperadas, convierte cada operación en una apuesta delicada que exige alta capacidad de adaptación y planificación.
Otro punto llamativo fue la mención a la autosuficiencia tecnológica y profesional. Un encuestado expresa el deseo de que los países latinoamericanos puedan operar con independencia, sin depender de “tecnología y personal extranjero”. Esta frase encierra una aspiración estructural de desarrollo: formar técnicos y supervisores locales que no solo ejecuten, sino también diseñen y gestionen operaciones con estándares internacionales sin necesidad de externalizar funciones críticas.
Varias de las respuestas han incidido también en la precariedad de recursos, la dificultad de una formación continua, la improvisación con la que a veces se abordan las inmersiones y, sobre todo, la nula autoridad que en muchas ocasiones se otorga a quien debería ser la voz final en toda operación subacuática. Uno de los participantes lo resume así: “Tenemos que hacer magia con recursos limitados, buzos sin entrenamiento real, y clientes que priorizan costos antes que seguridad.”
En conjunto, estas respuestas dibujan un panorama heterogéneo pero revelador. El supervisor latinoamericano navega en aguas turbulentas donde confluyen presión operativa, debilidad institucional, resistencia cultural y clima adverso. Y lo hace con un objetivo claro: preservar la vida, garantizar la calidad del trabajo y defender su rol como columna vertebral del buceo comercial en la región.
REPORTAJE PRINCIPAL 3/6 |
Grietas estructurales del buceo comercial latinoamericano
Si existe un consenso evidente entre los supervisores de buceo comercial consultados en esta encuesta, es que la industria en Latinoamérica presenta importantes debilidades estructurales, especialmente en materia de seguridad, formación continua y modernización técnica. El diagnóstico colectivo es claro: el sector se enfrenta a una inercia preocupante que frena su evolución, y ese estancamiento, en muchas ocasiones, pone vidas en juego.
Uno de los participantes lo resume con precisión quirúrgica: “La industria del buceo en Latinoamérica enfrenta varios desafíos significativos. La falta de inversión y la resistencia al cambio obstaculizan la implementación de medidas de seguridad efectivas. Esto se traduce en riesgos para los buzos.” Esta afirmación sintetiza uno de los pilares del problema: sin inversión y sin voluntad de transformación, la seguridad sigue siendo un ideal más que una realidad operativa.

La mayoría de los encuestados menciona directamente la formación continua como un punto crítico. Si bien reconocen la existencia de escuelas de buceo comercial, muchos advierten que el aprendizaje no puede detenerse una vez otorgado el certificado. “Pienso que todo comienza con la formación, ya que no se puede aplicar una seguridad de la cual se desconoce,” reflexiona un supervisor, y añade: “Pero debe ser una formación permanente, impartida por las empresas, ya que los jóvenes salen de las escuelas de buceo, pero al llegar al ambiente laboral los buzos o supervisores viejos les pegan las malas costumbres.” Este testimonio evidencia que la brecha no es solo técnica, sino también cultural: los hábitos inseguros se perpetúan porque no hay una política formativa que los desactive a tiempo.
La valorización profesional también es un tema que atraviesa muchas de las respuestas. Algunos participantes mencionan que el trabajo del buzo sigue estando subestimado, tanto en términos económicos como institucionales. Esto redunda, a su vez, en una menor exigencia por parte de las empresas para ofrecer capacitación formal o sostener estructuras robustas de seguridad.
Varios supervisores subrayan la necesidad de protocolos claros. La ausencia de procedimientos estandarizados —o la existencia de normas que no se aplican en la práctica— debilita todo el entramado operativo. Uno de los encuestados señala: “Seguridad, formación continua y valorización de la actividad,” como los tres vértices más frágiles de la industria.
En otros casos, las respuestas apuntan directamente a la fragmentación normativa entre países. Aunque entidades como la ADCI o la IMCA establecen marcos regulatorios sólidos, su aplicación en Latinoamérica depende del contexto de cada nación. En palabras de uno de los supervisores: “Las regulaciones y normativas en Latinoamérica pueden variar significativamente entre países.” Esta disparidad impide construir una cultura regional homogénea en materia de buceo comercial, lo que da lugar a vacíos legales, confusión operativa y condiciones dispares entre profesionales que realizan tareas similares en distintos puntos del continente.
Otros mencionan con preocupación la falta de control técnico sobre el estado de los equipos, lo que se agrava en compañías autónomas o pequeñas que operan fuera de las grandes contratistas internacionales. “En la parte de seguridad en los equipos y en la formación y certificaciones,” advierte un supervisor, “las empresas se rigen bajo sus propios parámetros.” Esta autonomía, si no está bien gestionada, puede derivar en negligencia o improvisación técnica.
En síntesis, el bloque de respuestas revela que la industria del buceo comercial latinoamericano no carece de talento humano ni de experiencia operativa, pero sí de un ecosistema que permita consolidar esas fortalezas. La formación continua, la estandarización normativa, la inversión en seguridad y la revalorización profesional aparecen como ejes pendientes de una agenda aún difusa. Como concluye uno de los testimonios: “Se debería fortalecer más la formación continua y la seguridad.” La insistencia en esta frase, repetida en distintos tonos a lo largo del cuestionario, deja claro que los supervisores no piden lujos, piden bases.
REPORTAJE PRINCIPAL 4/6 |
Valoración de la preparación de los buzos en operaciones comerciales

En términos generales, los supervisores encuestados valoran positivamente la preparación de los buzos que integran sus equipos, aunque con importantes matices que reflejan diferencias en experiencia, formación y compromiso.
Las respuestas varían desde calificativos como “buena”, “muy buena” o “excelente”, hasta otras más reservadas como “regular a buena” o “superficial”. Algunos supervisores destacan la capacitación interna promovida por sus propias empresas, así como el esfuerzo de buzos jóvenes por aprender y cumplir con las normas de seguridad. “Ponen todo su esfuerzo en hacer las cosas bien y de manera segura. Eso es lo que más valoro en mi equipo de trabajo,” afirma uno de los participantes.
Sin embargo, también se identifica una falta de formación continua y la ausencia de certificaciones formales en muchos casos, principalmente por cuestiones económicas. Otros señalan la necesidad de fortalecer los conocimientos teóricos, pese a reconocer una buena preparación práctica.
Una preocupación particular aparece respecto a las nuevas generaciones de buzos, a quienes algunos supervisores describen como menos dispuestas a acatar instrucciones, lo que exige mayor trabajo de integración con los miembros más experimentados.
Buzos empíricos: entre la experiencia práctica y las carencias teóricas

La figura del buzo empírico sigue siendo una constante en la industria del buceo comercial latinoamericano. Aunque no han pasado por programas de certificación formal, muchos han acumulado años, incluso décadas, de experiencia directa en faenas subacuáticas, convirtiéndose en piezas clave de los equipos de trabajo. Sin embargo, su papel continúa generando debate entre los supervisores, tal como reflejan las respuestas a esta parte del cuestionario.
La mayoría de los supervisores consultados reconoce haber trabajado con buzos empíricos. En algunos casos, sus habilidades prácticas —como maniobras, corte y soldadura submarina— son consideradas incluso superiores a las de ciertos buzos certificados. “Muchos de ellos lograron hacer grandes cosas sin saber muchas otras,” apunta uno de los participantes, que no duda en otorgarles su respeto.
Pero junto al reconocimiento surgen también las alertas. Uno de los principales señalamientos es la falta de conocimientos teóricos, en especial sobre física, fisiología del buceo y procedimientos de seguridad. Esto genera dificultades a la hora de aplicar tablas de descompresión, respetar límites operativos o seguir protocolos establecidos. “Los empíricos tratan de hacer su trabajo de una u otra manera, muchas veces sin importar la seguridad,” advierte otro supervisor.
Varios coinciden en que este perfil de buzo suele resistirse a la formación continua o la actualización técnica. Su experiencia se convierte, en ocasiones, en una barrera para adoptar nuevas prácticas. “Les cuesta entender que deben seguir los procedimientos y adaptarse a los protocolos de las empresas,” comenta un encuestado.
En otras respuestas se indica que, si bien los buzos empíricos pueden ser altamente resolutivos en el campo, tienden a improvisar más y a mostrar un menor nivel de responsabilidad al manejar equipos de soporte de vida. También se destaca que muchos de ellos no aspiran a roles de supervisión, ya que encuentran obstáculos en el aprendizaje de contenidos más complejos o normativos.
En resumen, los buzos empíricos representan una paradoja dentro del buceo comercial: por un lado, son un valioso capital humano con destrezas consolidadas en faena; por otro, su falta de formación reglada los expone —y expone a sus equipos— a riesgos evitables. Como concluye uno de los participantes, “el desempeño laboral es bueno, pero el desconocimiento en aspectos técnicos o médicos puede hacer una gran diferencia cuando las cosas se complican.”
REPORTAJE PRINCIPAL 5/6 |
El examen de supervisor ADCI en español: impresiones desde el terreno
El cuestionario destinado a supervisores latinoamericanos incluyó una consulta específica sobre el examen de certificación ADCI para supervisores, en su versión en español. Las respuestas, aunque diversas en matices, ofrecen una imagen bastante representativa de la experiencia de quienes han pasado por esta evaluación.

Varios participantes afirman haber realizado recientemente el examen y lo describen como “bastante completo” y “muy bueno”. La posibilidad de hacerlo en idioma español ha sido ampliamente valorada, especialmente por facilitar la comprensión de conceptos técnicos y permitir una mayor accesibilidad para profesionales que, de otro modo, podrían sentirse en desventaja por el idioma. Como señala uno de los supervisores, “considero que facilita bastante el entendimiento del mismo y abre las puertas para que más supervisores se motiven a realizarlo.”
Sin embargo, también se señalaron dificultades. Un encuestado destaca la complejidad de ciertos cálculos, sobre todo por el uso de medidas imperiales estadounidenses, poco comunes en varios países de habla hispana. Otro participante menciona que algunas preguntas resultan confusas o de difícil rastreo en los manuales o materiales previos. Estas observaciones sugieren oportunidades de mejora en la redacción de preguntas y la alineación entre contenidos estudiados y evaluados.
También se recoge el testimonio de quienes aún no han presentado el examen en español, pero planean hacerlo próximamente, como es el caso de un supervisor certificado por la Armada de Chile, que manifiesta su interés por ampliar su acreditación bajo el estándar ADCI.
Formarse como supervisor en Latinoamérica: un camino largo y cuesta arriba
La formación para convertirse en supervisor de buceo comercial en Latinoamérica dista mucho de ser un proceso sencillo. Así lo reflejan con claridad los testimonios recopilados en esta parte del cuestionario, que ofrecen un retrato crudo del esfuerzo, los obstáculos y las realidades desiguales que atraviesan quienes buscan profesionalizarse en este rol clave.
Para muchos, el acceso a programas de formación ha estado marcado por dificultades logísticas, económicas y estructurales. “No fue nada fácil,” cuenta uno de los participantes. “Tuve que salir de mi país y viajar bastante lejos, hasta Chile, para poder certificarme como tender. Luego, el camino hacia supervisor fue bastante largo.” A ello se suman los costos elevados, tanto de los cursos como del desplazamiento, con la agravante de que, al graduarse, no siempre existe una oportunidad laboral garantizada. “Hay que tener suerte de que alguna empresa te dé la oportunidad,” señala el mismo encuestado.
Otros participantes apuntan que las empresas no suelen apoyar o incentivar la formación de nuevos supervisores. “Es muy difícil por la carencia de apoyo de los empleadores,” denuncia uno de ellos. Otro añade que incluso cuando se tiene la preparación adecuada, “como empresa no nos dejan ejercer la parte internacional.”
En países como Perú, la figura del supervisor está recién comenzando a ser formalizada. Hasta hace poco, bastaba con contar con el carnet de buzo de primera o segunda categoría para asumir responsabilidades de supervisión. Hoy se intenta establecer un marco más definido, pero aún queda camino por recorrer. “Recién se está reglamentando el carnet como supervisor,” explica un participante, quien reconoce que la valoración del perfil dependía hasta ahora del criterio de cada empresa.
En Argentina, en cambio, la Prefectura Naval es la única institución que otorga certificaciones profesionales. Según lo relata uno de los encuestados, la ordenanza 4/08 regula el acceso al rol de supervisor a través de la segunda categoría de buzo profesional, permitiendo planificar y supervisar operaciones con ciertas limitaciones. La formación es gratuita y descentralizada, algo que representa una excepción dentro del panorama regional.
También se destaca el caso de Chile, donde si bien existe formación reconocida, los costos son elevados. “Buena calidad pero corto proceso de acreditación. Costó $2.000.000 de pesos chilenos hace 18 años,” recuerda un supervisor.
En todos los casos, se insiste en que llegar a ser supervisor requiere esfuerzo sostenido, dedicación y sacrificio personal. Muchos describen la experiencia como un proceso continuo de aprendizaje, con múltiples barreras en el camino. Como resume uno de ellos, “no ha sido fácil, se requiere de mucho esfuerzo, dedicación y sacrificio.”
REPORTAJE PRINCIPAL 6/6 |
Cómo se valoran a sí mismos los Supervisores

Por norma general, la figura del supervisor está muy asociada a la conciencia de seguridad, de conocimientos, de liderazgo y de experiencia. Por ello, también solicitamos a los participantes en este reportaje que plantearan una visión autocrítica, evaluándose a sí mismo o a otros supervisores con los que hubieran trabajado en cuanto a formación, cumplimiento de protocolos y dotes de manejo de operaciones y equipos. El resultado, como se muestra en la gráfica, es bastante positivo.
El respaldo de las compañías al supervisor
El rol del supervisor de buceo comercial es clave para garantizar operaciones seguras, eficientes y conforme a los estándares internacionales. Sin embargo, su desempeño depende en gran medida del respaldo que reciba por parte de la empresa que lo contrata. A partir de las respuestas recogidas en el cuestionario, se aprecia un panorama mayoritariamente positivo, aunque con importantes matices.
Varios encuestados señalan contar con apoyo pleno en lo logístico, operativo y formativo. Algunos incluso destacan trabajar en compañías donde existe una cultura corporativa de inversión en conocimiento, con programas de capacitación continua dirigidos no sólo a supervisores, sino también a buzos, técnicos y personal administrativo. “Siempre he recibido un buen apoyo”, resume con claridad uno de los participantes.
En otros casos, se menciona un apoyo completo, aunque condicionado por ciertas limitaciones de infraestructura o logística. “Las logísticas en ocasiones no ayudan mucho, pero en general el apoyo es total,” aclara uno de los supervisores. Otro destaca el respaldo de su empresa para desarrollar nuevos proyectos y mejorar los procesos internos de formación.

El acceso a formación y cursos es otro aspecto mencionado de forma reiterada. Algunas empresas ofrecen la posibilidad de acceder a capacitaciones financiadas a crédito, lo que representa una ayuda significativa para el crecimiento profesional. En paralelo, también hay testimonios que describen un apoyo más limitado: “Lo mínimo, cuesta mucho solicitar capacitación.”
En el ámbito normativo, uno de los participantes plantea una inquietud interesante: si bien su empresa ofrece mucho apoyo dentro de sus propias normas, aún persiste una resistencia a incorporar certificaciones externas como las de la ADCI. Esto pone de manifiesto que, en algunos casos, el soporte institucional puede estar condicionado por el marco regulatorio interno de la compañía, más que por los estándares globales.
Finalmente, otros supervisores describen un respaldo integral en cuanto a equipamiento, recursos humanos y soporte administrativo, lo cual les permite desempeñar su labor con garantías. “Todo el apoyo necesario para ejercer la función correctamente,” afirma uno de los encuestados.
Aunque los testimonios reflejan un abanico de situaciones, puede decirse que muchas compañías en Latinoamérica están dando pasos firmes para profesionalizar su estructura y ofrecer respaldo técnico y formativo a sus supervisores. Aun así, persisten desafíos en materia de uniformidad, acceso equitativo a la formación y reconocimiento de estándares internacionales.
Reflexiones finales
La pregunta abierta final del cuestionario permitió a los supervisores expresarse sin condicionamientos, revelando preocupaciones latentes, propuestas constructivas y un deseo compartido por elevar la calidad y profesionalización del buceo comercial en Latinoamérica. Aunque algunos participantes optaron por no añadir comentarios adicionales, las respuestas de quienes sí lo hicieron dibujan una visión crítica, pero proactiva.
Uno de los aspectos más señalados tiene que ver con la baja exigencia académica para acreditar como buzo profesional, así como la escasa experiencia requerida para asumir el rol de supervisor. Un participante chileno subraya que, en su país, las matrículas de buceo profesional las entrega la Armada, pero esto no siempre se traduce en una formación integral ni rigurosa. De ahí su preocupación por los estándares reales de habilitación.
Relacionado con esto, se plantea una cuestión que ha generado debate desde hace tiempo en el sector: el reconocimiento formal de buzos empíricos capacitados internamente por sus empresas. Uno de los encuestados lo explica así: “Si una empresa mantuvo durante años a un buzo empírico y lo capacitó de manera interna, debería haber oportunidades para que obtenga una acreditación formal, más aún si la empresa es miembro ADCI.” Este testimonio plantea una interrogante válida sobre la posibilidad de validar capacidades demostradas en el terreno, sin pasar necesariamente por el esquema formal de formación de 625 horas, siempre que existan mecanismos de evaluación técnica sólidos.
También se hacen propuestas específicas para actualizar normativas como el programa ANSI/ACDE. En concreto, se sugiere incorporar el uso del sistema autónomo (SCUBA) como etapa de transición hacia el sistema de aire suministrado, además de reforzar aspectos como la condición física de los buzos.
Otros supervisores reflexionan sobre la necesidad de que exista una certificación única, válida internacionalmente, pero también realista y aplicable, que pueda ser reconocida en todos los contextos operativos. En este sentido, se critica que el esfuerzo de entidades como la ADCI para estandarizar y fortalecer la seguridad a menudo no es replicado por los clientes finales, como barcos, plataformas o hidroeléctricas. Uno de los participantes lo plantea sin rodeos: “Sería bueno que los clientes exigieran a sus proveedores de servicios cumplir con alguna acreditación. A veces es muy difícil competir con empresas que no se toman en serio la seguridad.”
Desde Perú se comparte una visión esperanzadora pero crítica. Se está trabajando —según afirma uno de los encuestados— en alinear los requisitos adecuados para la formación del personal y lograr así operaciones más seguras, profesionales y con menor informalidad. Una inquietud recurrente es la falta de escuelas de formación avaladas por la ADCI, algo que varios consideran fundamental para consolidar una industria más seria y cohesionada.
Por último, desde el sector público también emergen voces que reclaman su lugar: una empresa estatal vinculada al Canal de Panamá pregunta directamente cómo podría certificar a sus buzos bajo estándares ADCI, lo que refleja un interés creciente desde instituciones gubernamentales en adoptar marcos normativos más rigurosos.
Esta sección libre del formulario, lejos de ser un cierre anecdótico, pone sobre la mesa los temas estructurales que siguen pendientes en el buceo comercial latinoamericano: formación, acreditación, reconocimiento, normativas adaptadas y exigencia desde el cliente. Son temas que, aunque complejos, deben abordarse desde el consenso técnico, la voluntad política y la participación activa de quienes, día tras día, dirigen las operaciones desde la línea de flotación.
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REPORTAJE 1/5 |
El poder de la flotabilidad: sistemas inflables en operaciones marinas y subacuáticas
Los sistemas inflables diseñados para entornos marinos y subacuáticos (también conocidos como engineered inflatables) son soluciones especializadas de flotabilidad utilizadas en una amplia gama de operaciones críticas, desde salvatajes y reflotamientos hasta instalación de infraestructuras submarinas, pruebas de carga y respuesta ante emergencias ambientales.

Estos dispositivos no son simples bolsas de aire: son herramientas de ingeniería de alta precisión, capaces de proporcionar elevación, soporte, estabilidad y control en los entornos más exigentes del planeta.
¿Por qué la industria offshore y subacuática los necesita?
La necesidad de estos sistemas surge directamente de la complejidad y los desafíos que presentan las operaciones en medios acuáticos. Tanto en aguas interiores como en el mar abierto, las condiciones impredecibles —presión, corrientes, visibilidad reducida, profundidad— dificultan el uso de maquinaria convencional. Aquí es donde los inflables ofrecen una ventaja insustituible: portabilidad, facilidad de despliegue, adaptabilidad a diferentes geometrías y entornos, y una relación eficiencia-costo muy favorable.
Tal como señala Richard Fryburg, gerente de Subsalve USA y miembro del Board de la ADCI, la demanda de soluciones inflables ha crecido exponencialmente debido al incremento en proyectos que requieren manipulación de grandes cargas bajo el agua sin el uso de grúas o barcazas costosas. “Nuestros dispositivos han sido esenciales en proyectos que van desde el reflotamiento de embarcaciones hundidas hasta la instalación de cableados submarinos, pasando por la recuperación de aeronaves y vehículos en zonas remotas”, explica Fryburg.
Además, en entornos industriales como el offshore energético, donde la eficiencia operativa y la seguridad son prioritarias, estos sistemas permiten operaciones más seguras y rápidas, reduciendo el riesgo humano y la dependencia de estructuras costosas.
Los sistemas inflables son también indispensables en escenarios de emergencia o catástrofe ambiental, como derrames de petróleo o hundimientos imprevistos, donde la velocidad de respuesta y la versatilidad marcan la diferencia entre un incidente controlado y un desastre. La adaptabilidad de estos sistemas permite que un solo equipo pueda ser utilizado en múltiples fases de un proyecto, desde la construcción hasta el retiro final de estructuras.

Por tanto, más que una herramienta auxiliar, los inflables se han consolidado como componentes estratégicos en las operaciones marinas y subacuáticas modernas. Su evolución, adaptabilidad y precisión los han convertido en aliados indispensables para buzos comerciales, ingenieros navales y equipos de rescate a lo largo y ancho del planeta.
Principios físicos y científicos en los que se basan los sistemas inflables de flotabilidad
El funcionamiento de los sistemas inflables utilizados en el entorno subacuático se fundamenta en principios clásicos de la física, principalmente en la ley de Arquímedes, pero también en consideraciones avanzadas de presión, densidad, comportamiento de los gases y dinámica de fluidos. Estos principios no sólo definen su rendimiento, sino que determinan su diseño, su aplicación técnica y los protocolos de seguridad que los regulan.
La ley de Arquímedes establece que cualquier cuerpo total o parcialmente sumergido en un fluido experimenta una fuerza de empuje vertical hacia arriba igual al peso del fluido que desaloja. En el contexto subacuático, esto significa que si un cuerpo —en este caso, una bolsa inflable— desplaza un volumen de agua mayor al peso del objeto que se quiere elevar, se genera un empuje suficiente para realizar el levantamiento. Así, un lift bag de 1.000 litros de capacidad puede generar, teóricamente, una fuerza de empuje de aproximadamente 1.000 kilogramos en agua dulce (algo menos en agua salada debido a la mayor densidad).

Sin embargo, el diseño de los inflables modernos va mucho más allá de este principio básico. Richard Fryburg explica que “la diferencia entre una operación segura y una operación fallida está en entender cómo interactúan variables como la compresión del aire, el volumen residual de la bolsa, la profundidad de trabajo y las dinámicas de ascenso”. Por ejemplo, al aumentar la profundidad, la presión ambiental también aumenta, lo que comprime el aire dentro de la bolsa. Esto obliga a inyectar más volumen para lograr el mismo empuje y requiere materiales de gran resistencia que no se deformen ni colapsen bajo presión.
Otro principio crucial es el comportamiento de los gases bajo presión, tal como describe la ley de Boyle-Mariotte: a temperatura constante, el volumen de un gas es inversamente proporcional a la presión que se le aplica. Esta relación es vital cuando se diseñan bolsas de elevación que deben funcionar a distintas profundidades. Los ingenieros deben calcular con precisión cuánta cantidad de aire debe introducirse en la bolsa para obtener una flotabilidad específica sin comprometer la estabilidad ni provocar un ascenso descontrolado, lo que podría poner en peligro al equipo o dañar el objeto recuperado.

Desde el punto de vista de la dinámica de fluidos, se tiene en cuenta también la forma de la bolsa inflable. Las bolsas cilíndricas, las de manta (pillow bags), las de paracaídas y las de carga lateral tienen distintos perfiles hidrodinámicos, lo que afecta su estabilidad durante el ascenso y su interacción con las corrientes. Algunas están diseñadas para levantamientos directos verticales, mientras que otras permiten maniobras de inclinación controlada o posicionamiento lateral, según la necesidad operativa.
Además, la gestión de las válvulas de llenado y descarga, los sistemas de liberación rápida y los puntos de amarre responden a una lógica mecánica precisa, que garantiza que la carga no gire, se desplace o se libere accidentalmente durante la operación. Las válvulas de sobrepresión, por ejemplo, están calibradas para liberar aire si la presión interna supera los niveles seguros durante el ascenso, evitando así la ruptura del equipo.
En resumen, el éxito de los sistemas inflables modernos no se basa únicamente en su forma o material, sino en una comprensión profunda de los principios físicos que los rigen. Cada bolsa de flotación es, en esencia, una solución técnica calibrada para un propósito específico, que fusiona ciencia, ingeniería y experiencia operativa.
REPORTAJE 2/5 |
De las trincheras al fondo marino: historia de los sistemas inflables en entornos militares y civiles
El desarrollo de los sistemas inflables aplicados a operaciones subacuáticas tiene sus raíces en el ámbito militar, donde desde mediados del siglo XX comenzaron a utilizarse de forma experimental como soluciones de flotabilidad, recuperación y salvamento. Su evolución desde artefactos rudimentarios de emergencia hasta sofisticadas herramientas industriales marca una historia paralela a la del propio avance tecnológico en el mundo submarino.
Durante la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas armadas de Estados Unidos y otras potencias comenzaron a explorar métodos alternativos para rescatar equipos y embarcaciones hundidas, o para desplazar cargas pesadas en operaciones navales. Fue en este contexto donde aparecieron los primeros prototipos de bolsas de flotación: elementos confeccionados con lona, caucho o tejidos engomados que, al ser inflados con aire comprimido, generaban un empuje suficiente para levantar restos, armas o estructuras. Aquellos sistemas eran poco sofisticados, pero ya entonces revelaron su enorme potencial.
La Marina de los Estados Unidos (US Navy) fue pionera en el desarrollo de soluciones inflables más eficientes y resistentes. Richard Fryburg, recuerda cómo esos antecedentes militares influyeron profundamente en la evolución de la industria civil. Fryburg, de hecho, trabajó durante años colaborando con instituciones militares en programas de diseño y prueba de sistemas inflables, antes de fundar su propia compañía a finales de los años 70.
Subsalve USA nació precisamente como una respuesta a la necesidad de dotar al sector civil de tecnología de flotación que hasta entonces era casi exclusivamente de uso militar. Su objetivo fue claro: adaptar la ingeniería desarrollada en el entorno naval a las crecientes demandas del buceo comercial, la industria offshore y las operaciones portuarias. Gracias a su experiencia previa, Fryburg consiguió diseñar los primeros lift bags comerciales certificados para trabajos profesionales bajo estándares rigurosos.
En paralelo, otros países comenzaron a experimentar también con sistemas de elevación inflables para obras civiles, como el tendido de tuberías submarinas, la construcción de pilotes o el salvamento de estructuras hundidas. Sin embargo, fue en Estados Unidos donde esta tecnología alcanzó una especialización sin precedentes. Subsalve se convirtió en proveedor habitual de la Armada estadounidense, organismos de rescate, universidades y grandes contratistas internacionales. Su colaboración con NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), la US Coast Guard y cuerpos de bomberos especializados en buceo de rescate consolidó su reputación como referente mundial.
En las décadas siguientes, el salto desde el ámbito militar al civil fue acompañado por una constante mejora en materiales, diseño y protocolos. Las bolsas pasaron de estar hechas con caucho y válvulas básicas a incorporar poliéster reforzado, PVC de grado industrial, costuras soldadas por radiofrecuencia, válvulas antirretorno, sistemas de control remoto y sensores integrados. La versatilidad aumentó, así como su fiabilidad para entornos cada vez más exigentes.
Hoy, los sistemas inflables se encuentran presentes en casi cualquier operación subacuática de envergadura: desde el reflotamiento de embarcaciones y aviones hundidos hasta la asistencia en construcción de plataformas petroleras, túneles sumergidos o puentes. El paso de una tecnología de emergencia de guerra a un instrumento de ingeniería avanzada es, sin duda, uno de los casos más significativos de transferencia de conocimiento entre lo militar y lo civil en el mundo marino.
Fryburg indica cómo algunos de los dispositivos actuales se diseñaron originalmente para usos muy específicos, como la recuperación de minas y torpedos, y fueron después adaptados para fines civiles con resultados impresionantes. “Una bolsa que puede recuperar un misil del fondo del mar”, explica, “puede también levantar con precisión una sección de un oleoducto o un bloque de hormigón de diez toneladas bajo el agua.”
Este legado sigue marcando el presente y el futuro de la industria. A día de hoy, empresas como Subsalve USA mantienen líneas paralelas de desarrollo para defensa y sector civil, incorporando aprendizajes de ambos mundos. La seguridad, la precisión y la eficiencia que se exigen en ambos casos han permitido que la tecnología inflable se posicione como una de las más versátiles y confiables dentro del arsenal del buceo comercial moderno.
REPORTAJE 3/5 |
Tipos de sistemas inflables y su aplicación en entornos subacuáticos
La versatilidad de los sistemas inflables ha derivado en una extensa variedad de soluciones diseñadas para cubrir necesidades muy específicas dentro del ámbito subacuático y offshore. Aunque popularmente se les conoce como “lift bags” o “bolsas de elevación”, el término encierra un abanico mucho más amplio de formas, configuraciones y funcionalidades. Subsalve USA, como referente internacional, ha contribuido en gran medida a la estandarización y especialización de estos dispositivos, categorizándolos en función de su propósito, capacidad de carga y comportamiento hidrodinámico.
Uno de los modelos más conocidos son las bolsas de elevación abiertas tipo “paracaídas”, cuya forma cónica invertida permite una ascensión estable y progresiva. Son especialmente útiles en reflotamientos controlados, recuperación de objetos sumergidos, asistencia en salvamentos o incluso estabilización de estructuras. Estas bolsas, al expulsar automáticamente el exceso de aire por su abertura inferior, garantizan un ascenso sin riesgos de sobrepresión, lo que las hace ideales para cargas que puedan experimentar cambios de flotabilidad durante la maniobra.

Otro diseño frecuente es el de bolsas de elevación cerradas. A diferencia de las anteriores, permiten retener todo el aire inyectado y son controladas mediante válvulas manuales o automáticas, lo que facilita un mayor dominio sobre el empuje generado. Se utilizan en situaciones donde se requiere una elevación más potente o en ambientes de corriente fuerte, como en construcciones portuarias o colocación de tuberías.

También destacan los sistemas de flotación cilíndricos longitudinales, que se amarran a lo largo de estructuras como tuberías, pilotes, redes o elementos prefabricados, proporcionando empuje de forma distribuida. Son imprescindibles en operaciones de instalación de infraestructuras marinas, alineado de ductos o tendido de cables.
Subsalve, en su catálogo técnico, presenta líneas especializadas como las Serie Salvage Pontoons, diseñadas para grandes reflotamientos, o la Serie Enclosed Flotation Bags, con capacidades que van desde los 100 hasta más de 50.000 libras de empuje. Algunas están incluso diseñadas para descender desinfladas y ser infladas en profundidad, minimizando riesgos durante la inmersión y optimizando el control.

Existen también sistemas inflables concebidos para pruebas de carga dinámicas y estáticas, como las bolsas tipo “water bags”, que permiten simular pesos sobre grúas, brazos articulados, pasarelas o sistemas LARS (Launch and Recovery Systems). En estos casos, el inflable no se llena de aire, sino de agua, aportando masa controlada para testear la resistencia o integridad de las estructuras.
En el ámbito de la señalización o seguridad, hay dispositivos inflables que se utilizan como marcadores de posición, boyas temporales, indicadores de emergencia o referencias visuales para operaciones a gran profundidad. Estos inflables, generalmente de menores dimensiones, incorporan a menudo elementos reflectantes, luces LED o sistemas GPS.
Algunos sistemas híbridos han sido diseñados incluso para la contencción de vertidos o emergencias ambientales, actuando como barreras flotantes inflables (boom bags) que se despliegan en superficie para evitar la expansión de hidrocarburos o materiales contaminantes.
Otros sistemas inflables también están siendo utilizados en proyectos de construcción altamente complejos: desde el alineamiento de compuertas en esclusas fluviales hasta la estabilización de cimentaciones submarinas. La capacidad de estos sistemas para adaptarse, repartirse y maniobrarse bajo el agua los convierte en herramientas mucho más dinámicas que las soluciones rígidas tradicionales. Su ligereza en transporte, combinada con su potencia bajo presión, los hace imprescindibles.
Cabe mencionar, además, los inflables para uso en aguas interiores y entornos reducidos, donde las condiciones son distintas a las del océano abierto. En estos escenarios, se emplean modelos más compactos, fácilmente maniobrables, pero igual de eficientes. Son habituales en mantenimiento de presas, dragado de canales, inspecciones urbanas subacuáticas o trabajos en diques secos.
En resumen, los sistemas inflables no son un único tipo de equipo, sino un conjunto diverso de soluciones adaptadas a una gran pluralidad de necesidades técnicas. Su valor radica no solo en la capacidad de levantar objetos, sino en la precisión, seguridad y flexibilidad que ofrecen frente a otros métodos mecánicos más invasivos o costosos.
Materiales, tipos y evolución: ingeniería al servicio del entorno subacuático
La evolución de los sistemas inflables en el entorno subacuático ha estado marcada por una constante adaptación a las exigencias físicas, químicas y mecánicas que plantea un medio hostil y dinámico como el mar. Desde las primeras bolsas de elevación rudimentarias hasta los complejos sistemas multicelulares actuales, el desarrollo ha venido de la mano de avances en la ciencia de los materiales y la ingeniería de estructuras textiles.
En sus inicios, estos dispositivos estaban fabricados con capas simples de lona engomada o PVC reforzado. Aunque funcionales en condiciones básicas, su durabilidad y fiabilidad eran limitadas, especialmente ante ambientes abrasivos, presiones extremas o contacto con hidrocarburos y productos químicos. La industria offshore, cada vez más dependiente de operaciones críticas a gran profundidad o en entornos contaminados, obligó a los fabricantes a buscar soluciones más resistentes.
Hoy día, compañías como Subsalve USA, pionera en el desarrollo de lift bags y sistemas inflables de precisión, emplean materiales técnicos de última generación. El tejido base más comúnmente utilizado es el nylon balístico de alta tenacidad, recubierto con una capa de uretano de doble cara. Este recubrimiento proporciona una resistencia excepcional a la abrasión, los rayos UV, los aceites, productos químicos industriales, agua salada e incluso combustibles. Además, este diseño minimiza la porosidad, lo que permite una mejor retención de gases a presión sin pérdida de flotabilidad.
Uno de los aspectos técnicos más significativos en el diseño de estas bolsas es su construcción mediante costuras soldadas o termoselladas, en lugar de cosidas, ya que este método elimina puntos de fuga y mejora considerablemente la resistencia estructural. También es común el uso de cintas de refuerzo internas, que redistribuyen la carga y evitan la deformación del inflable bajo presión o durante maniobras complejas de elevación.
El catálogo técnico de Subsalve proporciona un abanico de modelos que ilustra esta evolución tecnológica. Por ejemplo, su línea Commercial Lift Bags está disponible en capacidades desde los 25 hasta los 50.000 libras (unos 22.600 kg), lo que permite trabajar desde pequeñas tareas de mantenimiento hasta reflotamientos a gran escala. Por su parte, los Enclosed Flotation Bags, con forma toroidal o cilíndrica, están diseñados para trabajar a grandes profundidades sin comprometer la integridad estructural de la bolsa.
En cuanto a los sistemas de válvulas, otro punto clave en la operación, los modelos actuales incluyen válvulas de inflado/deflado manual, válvulas de sobrepresión (PRV) para evitar incidentes por exceso de presión y puertos de inflado dobles, que permiten operar desde superficie o en modo autónomo. Esta configuración mejora la seguridad, la flexibilidad operativa y la velocidad de reacción ante posibles contingencias durante la maniobra.
Respecto a la capacidad de carga, es importante diferenciar entre la capacidad bruta de flotación (teórica) y la capacidad operativa segura, que suele ser un 80–90 % de la anterior y está determinada por protocolos internacionales de seguridad, como los definidos por la IMCA o ADCI. El cálculo de flotabilidad se realiza en base al volumen de aire desplazado y la densidad del agua (salada o dulce), factores que también influyen en la elección del modelo y del número de bolsas necesarias.
Otro aspecto técnico en constante mejora es la modularidad y adaptabilidad de estos sistemas. En operaciones complejas, como el izado de estructuras irregulares o la elevación en entornos de acceso limitado, se hace necesaria la combinación de varios inflables, que pueden actuar de manera sincronizada o independiente. Para ello, los equipos modernos incluyen puntos de anclaje reforzados, argollas tipo D de acero inoxidable y estructuras internas que reparten uniformemente la carga.
En términos de durabilidad, la vida útil de un sistema inflable profesional puede superar la década, siempre que se cumpla un mantenimiento riguroso. La exposición prolongada a rayos UV, salinidad y abrasión mecánica puede acortar su rendimiento, motivo por el cual muchas empresas como Subsalve ofrecen kits de reparación, manuales técnicos y soporte para inspecciones preventivas.
Este nivel de especialización ha llevado a los sistemas inflables a estar hoy plenamente integrados en protocolos de seguridad industrial, rescate marítimo, construcción civil marina, mantenimiento portuario y hasta en misiones científicas. Tal como señalan Richard Fryburg y otros expertos, el verdadero valor de estas soluciones no radica solo en su flotabilidad, sino en la fiabilidad y la previsibilidad de su comportamiento bajo condiciones extremas.
REPORTAJE 4/5 |
Aplicaciones en las industrias marinas
La evolución tecnológica de los sistemas inflables ha transformado radicalmente la manera en que se abordan múltiples operaciones en el entorno marino. Lejos de ser simples herramientas de flotación, hoy en día estos dispositivos constituyen soluciones estratégicas de ingeniería aplicadas a diversos sectores industriales: desde el rescate y reflotamiento, hasta la construcción offshore, la logística de plataformas, el control ambiental, la ingeniería portuaria o el ensayo estructural.
Uno de los usos más emblemáticos es el reflotamiento de estructuras hundidas o sumergidas. Ya sea una embarcación colapsada, un tramo de oleoducto, un motor de avión en un fondo lacustre o incluso una estatua arqueológica, los lift bags permiten aplicar una fuerza ascendente controlada y distribuida que minimiza el estrés estructural del objeto durante su elevación. Por ejemplo, Subsalve ha desarrollado bolsas específicas para trabajar con cargas de geometría irregular o frágil, utilizando sistemas de sujeción envolvente y múltiples puntos de inflado que se adaptan a condiciones de baja visibilidad y corrientes activas.
En operaciones de salvamento y emergencias marítimas, los inflables juegan un rol vital. Estos sistemas pueden usarse no solo para izar cascos varados, sino también para estabilizar embarcaciones a la deriva, posicionar plataformas temporales de trabajo o mantener en superficie cargas peligrosas durante tareas de contención. Durante desastres naturales o accidentes en puertos, los inflables permiten actuar con rapidez, transportabilidad y sin necesidad de grúas pesadas o sistemas de anclaje tradicionales.
Una aplicación altamente especializada es la que corresponde a las pruebas de carga y verificación estructural de grúas, pórticos y sistemas de izado (LARS). En vez de utilizar bloques metálicos o contrapesos sólidos, los fabricantes y operadores recurren a water bags certificadas, que son bolsas inflables que se llenan con agua hasta alcanzar el peso deseado. Esto permite realizar ensayos de carga de forma segura, progresiva y bajo estándares internacionalmente reconocidos como los de LEEA, ABS o DNV. Estas pruebas son indispensables para validar la integridad de sistemas de elevación usados en plataformas petroleras, buques de apoyo, diques flotantes o embarcaciones científicas.

En el campo de la construcción marina y offshore, los inflables se han consolidado como herramientas imprescindibles. Desde la colocación de conductos submarinos y cables hasta el alojamiento de bloques prefabricados o cimentaciones, estas soluciones permiten flotar, posicionar y anclar componentes de gran peso con precisión milimétrica. En proyectos como parques eólicos marinos, oleoductos, emisarios o líneas de fibra óptica, los ingenieros emplean inflables como “flotadores temporales” que acompañan la estructura hasta su colocación definitiva. Este proceso es más seguro y económico que el uso exclusivo de embarcaciones de soporte.
Una aplicación creciente y poco visibilizada es la de señalización y marcaje subacuático, especialmente útil en intervenciones en zonas portuarias, parques de acuicultura o áreas de exploración arqueológica. Las boyas inflables tipo “parachute” o “personal float bags” permiten marcar herramientas, líneas de buceo, obstáculos o puntos de referencia, facilitando el trabajo coordinado entre superficie y fondo. Además, en el ámbito militar o de seguridad costera, se han utilizado para delimitar zonas de exclusión temporal o simular estructuras flotantes durante maniobras de entrenamiento.
Desde el punto de vista medioambiental, los inflables también han demostrado su eficacia. Algunos modelos están diseñados para contener o redirigir derrames de petróleo, mantener a flote barreras anticontaminación o levantar redes de residuos del fondo marino. Durante las tareas de limpieza post-tsunami o en accidentes industriales en puertos, los inflables se han convertido en aliados logísticos de alta eficiencia.
En la industria cinematográfica y en la simulación científica, los inflables también tienen cabida. Subsalve, por ejemplo, ha trabajado con estudios de producción y universidades para fabricar modelos a escala o elementos de flotación controlada que permiten recrear condiciones de inmersión, simular gravedad cero o experimentar con dinámica de fluidos. Esto ha sido empleado tanto en cine de acción submarina como en laboratorios oceanográficos.
Por último, cabe destacar su papel en la formación profesional de buzos y técnicos de soporte. En los centros de buceo comercial acreditados por IMCA, ADCI u OPITO, es habitual que se practiquen maniobras de recuperación con lift bags para que los alumnos comprendan la relación entre presión, volumen, flotabilidad y carga. Estas prácticas enseñan no solo el manejo del inflable, sino también la gestión de riesgos, el cálculo de fuerzas y la importancia de los protocolos de seguridad.
REPORTAJE 5/5 |
Visión de futuro y evolución de la tecnología inflable
La industria del buceo comercial y las operaciones marinas está inmersa en un proceso de evolución constante. La aparición de nuevos escenarios, exigencias normativas más estrictas, condiciones ambientales más complejas y una necesidad creciente de eficiencia operativa están moldeando el futuro de todas las herramientas utilizadas en el medio subacuático. Los sistemas inflables no son una excepción: su desarrollo no solo continúa, sino que está adoptando nuevas formas, materiales, aplicaciones y dimensiones tecnológicas que los sitúan en la vanguardia del sector.
Según Richard Fryburg, la tendencia actual va dirigida hacia la optimización de diseño, reducción de peso, mayor capacidad de control y monitorización remota. El futuro inmediato está marcado por bolsas más inteligentes, ligeras, resistentes y específicas, diseñadas para aplicaciones concretas dentro de ecosistemas operativos muy exigentes, como los de aguas profundas, estructuras críticas offshore o intervenciones autónomas.
Uno de los campos más prometedores es la integración tecnológica. Se están desarrollando sistemas inflables con sensores internos que permiten monitorizar presión, temperatura, tensión estructural o nivel de inflado en tiempo real, lo que aporta una nueva capa de seguridad y control a la operación. Estos sensores pueden transmitir datos a la superficie mediante umbilicales o señales inalámbricas, integrándose con software de control y protocolos de planificación digital, como BIM (Building Information Modeling) o simulaciones CFD (Computational Fluid Dynamics).
Al mismo tiempo, el empleo de nuevos materiales compuestos ha permitido mejorar la resistencia a los hidrocarburos, la abrasión, los rayos UV y la salinidad extrema. Las últimas versiones de tejidos utilizados por Subsalve, como el poliéster recubierto con PVC reforzado, o las fibras sintéticas termoestables con costuras soldadas mediante RF o HF, han multiplicado la durabilidad sin comprometer la flexibilidad, permitiendo además una manipulación segura en climas polares, desiertos costeros o fondos volcánicos.
Por otra parte, la industria está demandando inflables con funciones combinadas: sistemas que sirvan simultáneamente para flotación, izado, contención y señalización. Este enfoque responde a la lógica de reducción de costes y aumento de autonomía en operaciones remotas. En contextos como la minería submarina, la exploración de nuevas zonas portuarias o la instalación de cableado intercontinental, cada minuto de operación cuenta, y cada herramienta que reduzca la necesidad de recursos físicos y humanos se convierte en una ventaja competitiva.
Finalmente, una dimensión clave del futuro de estos sistemas está en la formación de los operadores. Subsalve ha trabajado activamente, en colaboración con centros de entrenamiento acreditados, para que los buzos comerciales, técnicos y supervisores dominen no solo el uso de estos inflables, sino también su cálculo, mantenimiento y planificación estratégica. La formación práctica y los simuladores virtuales (VR/AR) serán herramientas centrales en este proceso.
Richard Fryburg: el visionario detrás de Subsalve USA
Hablar del presente y futuro de los sistemas inflables en el ámbito marino y subacuático sin mencionar a Richard Fryburg sería dejar fuera una de las figuras más influyentes e innovadoras del sector. Desde su fundación en 1977, Subsalve USA ha sido sinónimo de calidad, innovación y fiabilidad en cuanto a soluciones inflables para el entorno marino, y Fryburg ha sido su motor creativo, técnico y humano durante más de cuatro décadas.
Richard Fryburg no es un ejecutivo convencional. Su trayectoria comenzó con una combinación de formación técnica, pasión por el mar y una temprana intuición sobre las necesidades reales de la industria subacuática. Fundó Subsalve USA en el estado de Rhode Island, cuna de la industria marítima estadounidense, con el objetivo inicial de desarrollar sistemas inflables que pudieran asistir en reflotamientos y tareas de salvataje, a partir de tecnología inspirada en aplicaciones militares y de rescate.
Desde sus primeros prototipos —fabricados de forma casi artesanal— hasta la sofisticada gama de soluciones actuales, el liderazgo de Fryburg ha sido una constante. Bajo su dirección, Subsalve desarrolló las primeras lift bags con válvulas de control automático, dispositivos diseñados específicamente para responder a normativas de la Marina estadounidense y la Guardia Costera, y más adelante, productos estandarizados bajo exigencias de IMCA, ADCI y otras organizaciones globales.
A lo largo de los años, Fryburg ha sido un firme defensor de la colaboración entre fabricantes, buzos comerciales y organismos de certificación, convencido de que la mejor tecnología surge cuando se escuchan las necesidades reales del operador en campo. Su participación activa en ferias como Underwater Intervention, DEMA o Offshore Technology Conference, así como en mesas técnicas del ADCI, lo han convertido en una figura habitual —y muy respetada— en los círculos internacionales de ingeniería subacuática.
Actualmente, Richard Fryburg forma parte de la Junta Directiva del ADCI (Association of Diving Contractors International), donde ha desempeñado un papel clave en la elaboración de estándares para equipos inflables, protocolos de uso y formación de operadores. Su compromiso con la industria no es solo comercial: es técnico, ético y educativo. Subsalve ha colaborado con numerosas instituciones académicas y centros de formación técnica para incorporar el uso correcto de inflables en los currículos de buceo comercial.
En 2024, fue nominado al Hall of Fame del ADCI, un reconocimiento reservado para aquellas personalidades que, con su trabajo e integridad, han dejado una huella significativa en la evolución del sector. La nominación —que cuenta con un amplio respaldo de colegas, formadores y contratistas— destaca no solo su capacidad innovadora, sino su actitud generosa y formativa hacia las nuevas generaciones de técnicos y buzos.

Fryburg ha sido también un firme defensor de la versatilidad de los inflables más allá del rescate o el reflotamiento. Bajo su impulso, Subsalve ha diversificado su catálogo con sistemas para pruebas de carga, buceo militar, protección ambiental, despliegue de estructuras flotantes, recuperación de objetos arqueológicos y apoyo logístico en operaciones en aguas contaminadas o restringidas.
Su liderazgo continúa plenamente activo. Incluso en un contexto de cambios globales, normativas más exigentes y demandas de sostenibilidad, Fryburg mantiene a Subsalve como un referente mundial en diseño y fabricación de inflables marinos, al mismo tiempo que sigue promoviendo la formación, la seguridad y la excelencia técnica como valores innegociables.
Con su mezcla de ingeniero, pedagogo, estratega y visionario, Richard Fryburg ha transformado lo que antes eran simples herramientas auxiliares en una categoría esencial de dispositivos subacuáticos modernos, elevando el estándar para toda la industria.
ENTREVISTA 1/4 |
"Hasta que no tengamos una legislación especifica que regule el buceo comercial, nuestra seguridad seguirá quedando a voluntad de cada compañía"
Con más de tres décadas de trayectoria vinculada a las operaciones subacuáticas, Juan Carlos Baldera Velásquez (Lima, Perú - 1976) representa a una generación de buzos forjada entre la disciplina militar y la exigencia del buceo comercial más técnico.

Formado inicialmente en la Marina de Guerra del Perú, ingresó en 1993 al prestigioso CITEN (Centro de Instrucción Técnica y Entrenamiento Naval), donde se graduó como Oficial de Mar en la especialidad de Ingeniería Naval. Fue en 1996, dentro de la Escuela de Buceo de la propia Marina, donde obtuvo su primera calificación como buzo naval, especializado en Salvamento y Control de Averías, dando inicio de una carrera marcada por la profundidad, el riesgo y la excelencia operativa.
Desde entonces, ha participado en destacadas operaciones de recuperación, salvataje y mantenimiento de estructuras críticas tanto en Perú como en el extranjero. En su paso por las empresas más representativas del sector en su país, como Lufesa Divers, Diving del Perú S.A.C., PSA Marine o SEAMAR, ha acumulado experiencia en trabajos de reflotamiento, reparación de plataformas offshore, instalaciones submarinas, mantenimiento de terminales y líneas de crudo.
Entre sus hitos personales figura una inmersión operacional con aire a 210 pies (aprox. 64 metros) en la frontera norte del país, durante una misión de recuperación para la Armada, considerada una de las más profundas ejecutadas con esta mezcla respirable.
Hoy continúa vinculado al mundo del buceo, alternando labores operativas y de supervisión, especialmente en la zona del Callao, donde sigue sumergiéndose, literal y simbólicamente, en su mayor pasión: el mar.
P.- ¿Cómo ha evolucionado el buceo comercial en Perú en los últimos 25 años?
R.- La evolución del buceo comercial en Perú desde el inicio de siglo ha sido lenta. La mayor parte de las operaciones de buceo, sin considerar al buceo offshore, se realizaba en Hookah, una técnica muy arraigada en el país. Se ha usado en salvamentos, en buceos con espacios confinado y en todas las operaciones de buceo que puedan imaginarse.
Por desconocimiento de configuraciones aprobadas o certificadas, con ese equipo se han realizado operaciones de buceo comercial incluso hasta los 60 metros (sobre 190 pies) de profundidad.
Hoy en día se ha podido observar que, los nuevos emprendedores en el rubro tienen otra visión, más técnica, con más voluntad de querer innovar y de querer equiparse también. El hookah va siendo relegado en favor de los cascos y máscaras de buceo con el soporte de superficie correspondiente, que es a donde deberíamos apuntar en el buceo comercial no solo en Perú sino en todo el mundo.
¿Cómo se desarrollaban las operaciones entonces y cómo han mejorado en la actualidad?
La falta de capacitación en el sector es una pesada carga que se arrastra desde hace como 30 años, que es el tiempo que yo he podido experimentar en campo.
Ni siquiera se emplea una técnica obsoleta y peligrosa como el hookah con una configuración aprobada (la que recoge el manual de buceo NOAA) y que dice que el límite de profundidad debe ser de 20 pam, la manguera no debe exceder los 50 pies de longitud, se precisa botella de emergencia, manómetro sumergible, arnés de buceo con correa de entre piernas, block de válvulas con válvula antirretorno. Hasta el día de hoy en ninguna empresa de buceo nunca encontré una válvula antirretorno antes del regulador segunda etapa en una manguera hookah.
En la actualidad se ha podido observar que algunas empresas se han equipado mejor y ya cuentan con varios equipos completos de cascos y máscaras de buceo de Kirby Morgan, los más aceptados por el gremio en Perú.
¿Qué papel jugaron en sus inicios las compañías extranjeras (EE. UU., Europa, etc.) en la planificación o ejecución de trabajos subacuáticos?
En nuestro país ha sido relevante el aporte técnico y operacional de las compañías extranjeras, sobre todo en la región norte de Talara. Por citar un ejemplo, SEATEC INTERNATIONAL. Según cuentan los buzos de la época allá por los años 80 , antes de la intervención extranjera, en esa zona se utilizó por un periodo de tiempo el equipo autónomo SCUBA para realizar ciertos trabajos submarinos en apoyo a la incipiente industria offshore.
Las compañías extranjeras aportaron bastante en tema de técnicas y uso de equipos con suministro de superficie, sobre todo en el norte del Perú, que es donde más se ha notado el desarrollo de la industria
Los buzos extranjeros trajeron nuevas prácticas y compartieron novedosas técnicas operacionales, que aquí no se realizaban o se desconocían, a partir de esa intervención vino la era de los cascos de buceo, la de los equipos con suministro desde superficie, es así que, desde esos tiempos allá por los años 60 hasta el día de hoy es la zona donde es un estándar el uso de los equipos con suministro desde superficie, gracias al aporte de esas compañías que pasaron en su momento por el norte de Perú.
En esa zona hasta para realizar un sencillo retiro de cabo en el sistema de propulsión de cualquier embarcación se realiza con equipos dependiente de superficie con cascos de buceo. De la misma manera, otro de los grandes aportes de la intervención extranjera fue el empleo de los Sistemas de Lanzamiento y Recuperación “LARS”. que desde esa fecha hasta la actualidad se continúan usando para los buceos a mayor profundidad. El buceo con mezcla de gases “TRIMIX” también fue otro de los aportes de aquella intervención.
¿Qué nivel de autonomía crees que tienen las compañías peruanas para desempeñar operaciones subacuáticas seguras y eficientes?
Creo que las compañías peruanas tienen gran autonomía para desempeñar operaciones subacuáticas con un alto estándar. Pero se da una situación ambigua, ya que la empresa que solicita los servicios de buceo determina el nivel de seguridad que pueden ofrecer. Es decir, si el cliente no les exige o desconoce el tema, menor es el grado de seguridad en dichas operaciones-
A esto hay que sumar una falta de regulación y de una autoridad nacional ineficiente e insuficiente, que no es muy exigente en cuanto a la fiscalización y control del funcionamiento o desempeño de estas.
Lamentablemente no contamos con una norma nacional que tenga el debido carácter técnico y operacional necesario para poder fiscalizar y elevar el nivel de seguridad y operacional de la actividad del buceo comercial en el Perú.
¿Cuáles son los principales tipos de operaciones subacuáticas que se llevan a cabo en Perú?
Hay una gran variedad de operaciones según la zona. En el norte (Talara) se efectúa la mayor parte del buceo offshore (operaciones de buceo en apoyo a explotación de crudo de petróleo y gas); en la zona de Tumbes se realiza con menor intensidad. En la zona de Callao y el litoral predomina la atención de buques que descargan hidrocarburos, mantenimiento de amarraderos, limpieza de cascos de embarcaciones, mientras que el salvamento o reflotamiento de embarcaciones se realiza ocasionalmente. Por último, se lleva a cabo la más critica, que es el buceo artesanal o bentónico, dedicado a la extracción de recursos.
ENTREVISTA 2/4 |
¿Cuál es la percepción sobre la seguridad en las operaciones de buceo comercial en Perú?
Aún nos encontramos en proceso de conseguir una consolidación. Al no contar con una norma específica con carácter técnico operacional, la seguridad seguirá siendo desmerecida y menguada por algunos.
La “Ley de seguridad y salud en el trabajo 29783", de 2011, que está orientada a la Armada, ha sido adoptada y utilizada por el gremio, suponiendo al menos un cambio de actitud.
Es duro mencionarlo, pero la seguridad ha estado asociada a la reacción ante un suceso fatal, a la filosofía de “esperar a que algo grave o fatal suceda para buscar una mejora”.
Desde mi punto de vista hasta el día que no tengamos una legislación especifica que contemple el carácter técnico y operacional de la actividad del buceo comercial la seguridad será solamente una premisa que algunos adopten.
Recientemente se ha constituido una asociación de buzos comerciales, que aparece con tintes de querer hacer algo por el gremio. Aunque por el momento están en fase de formalización.
¿Qué tipo de normativa específica regula actualmente el buceo profesional en el país? ¿Existe una legislación nacional clara y actualizada que se ajuste a los estándares internacionales?
Lamentablemente no contamos con norma nacional específica, ni clara que se ajuste a los estándares internacionales. Existe el Decreto Legislativo N° 1147, sobre el fortalecimiento de las Fuerzas Armadas en las competencias de la Autoridad Marítima Nacional - Dirección General de Capitanías y Guardacostas y que regula términos generales la actividad acuática. Pero solo dedica unos 15 artículos al buceo comercial en su Título V, sobre personas naturales y jurídicas vinculadas al ámbito acuático, en los que se englobarían los buzos.
Se trata de una norma genérica, que no regula en lo absoluto temas técnicos y mucho menos de seguridad y se limita a reconocer las distintas categorías de la actividad y su límite de actuación y algunos requisitos.
Es imposible que en quince artículos se regulen parámetros técnicos tales como las características de los equipos que se deben emplear, parámetros técnicos y operacionales. En ese sentido el gremio se apoya en los estándares de ADCI generalmente y de manera más lejana en los estándares IMCA.
¿Cómo ha cambiado el reconocimiento del supervisor con respecto a décadas anteriores?
La figura del supervisor juega una función importante en cada operación de buceo, tanto las compañías como el gremio reconocen la función, sin embargo no contamos con un proceso competente de evaluación para la selección o designación de los mismos, este punto es un tema álgido, debido a la falta de capacitación y de una formación adecuada, se dirigen operaciones de buceo con algunas omisiones y faltas en los procesos propios de las operaciones de buceo. Como anécdota, recuerdo hace unas décadas la figura del supervisor de buceo recaía por lo general una persona que había tenido una carrera técnica de enfermería en las escuelas técnicas de la marina y que posteriormente hacia el curso regular de buceo y salvamento en la escuela de buceo y salvamento de la misma, para esos tiempos, ellos eran los más adecuados, se creía que eran los mas competentes porque entendían de mejor manera lo relacionado a la fisiología y las enfermedades de buceo, No porque hayan recibido una capacitación especifica en supervisión.
La supervisión de buceo no solo se debe centrar en llevar el programa de descompresión, es mas amplia, el supervisor de buceo debe tener una preparación mas completa, debe tener capacitación en emergencias de buceo, debe conocer los limites operacionales, debe tener la capacidad de realizar una evaluación conjunta de los factores de riesgo a la que un buzo o la operación se expone, debe encontrase capacitado en temas operacionales actualizados por citar alguna de las competencias que debe contar.
Este debe contar adicionalmente a la experiencia de campo con una capacitación formal y especializada, lamentablemente también esto no exige en Perú, debido a que, la norma nacional no es clara y ni se ajusta a los estándares internacionales. Contar con supervisores que pasen por un serio y responsable proceso de selección, incrementaría también los niveles de seguridad en el buceo comercial.
¿Hay más supervisores y se exigen en las compañías?
Si tenemos supervisores, los ya consagrados por la continuidad en el rubro, también denominados empíricos, los que son designados por las compañías por experiencia de campo generalmente, no porque hayan recibido una capacitación técnica o formal competente en un centro de formación. Y si, en la actualidad se concibe la participación de un supervisor de buceo en la mayoría de las compañías de buceo.
ENTREVISTA 3/4 |
¿Cómo ha evolucionado el nivel de equipamiento en el buceo comercial peruano?
He podido apreciar en los últimos años un serio interés por la mejora en el equipamiento en el buceo comercial. Y no solo de las compañías más asentadas y potentes del país, sino algunas de las más jóvenes, que han realizado inversiones en dotar a sus operaciones de buceo de mejores equipos, modernos, actualizados. Sin embargo, aún hay compañías que llevan a cabo prácticas de otro tiempo, como reutilizar mangueras fuera de servicio u operar con un solo compresor en operaciones de buceo profundo, por mencionar unos ejemplos.
En ese sentido nos hace gran falta una verdadera norma nacional que les exija a las compañías el estándar de equipamiento, limites operacionales que rigen en la actualidad el espectro del buceo seguro a nivel mundial.
¿Crees que se ha avanzado en el uso e implantación de los ROV como herramienta clave en la industria?
Claramente sí. El empleo de los vehículos operados remotamente es un avance importante para el sector. Su uso ha tenido un gran desarrollo principalmente en el norte peruano, en temas de búsqueda y ubicación de objetos de interés, más aun cuando estas se realizan a grandes profundidades.
Son el complemento perfecto para las operaciones de buceo a gran profundidad, ya que permiten realizar importantes inspecciones preliminares antes de que envíes a los buzos en inmersión. También realizan trabajos de calibración y algunas maniobras submarinas. Con el empleo de estos equipos se optimiza una operación de buceo.
Desde mi experiencia, el ROV Falcon de Saab Subseaeye es el más utilizado, seguido del modelo Cougar.
¿Son las compañías peruanas autosuficientes en el desempeño y mantenimiento de ROV?
En términos generales el uso de estos equipos aún está en una etapa incipiente, resaltando el buen trabajo que ya viene realizando un buen tiempo los pilotos y técnicos ROV en la zona de Talara.
Solo unas cuantas empresas de buceo cuentan con equipos propios y, de las que conozco, una de ellas realiza todo el mantenimiento y a la vez cuentan con personal capacitado para ello.
¿Existe una oferta educativa suficiente, certificada y de calidad dentro del país sobre buceo comercial?
Estamos mejorando en este aspecto. Durante mucho tiempo, los únicos buzos que tenían una buena preparación y formación sobre el oficio eran los buzos de la Marina de Perú, ya que esta contaba con la Escuela de Buceo y Salvamento (que cuenta con aproximadamente más de 80 años de exitencia). De esta escuela siempre ha sido el grueso de los buzos peruanos, sin embargo también existe un gran numero de buzos civiles que emigraron básicamente del buceo artesanal o acuícola al buceo comercial.
En la actualidad ya existen unos cuantos centros de formación en buceo comercial, aún en etapa de desarrollo y certificaciones, ya que la preparación formal y competente debe contar con la infraestructura y personal calificado.
En ese sentido, es muy provechoso para el gremio que los futuros buzos pasen por una preparación formal. Una gran parte de buzos civiles artesanales no tuvieron la oportunidad de recibir una capacitación básica ni elemental para desarrollar una actividad de alto riesgo como es el buceo comercial, y trabajan en base a su experiencia, pero sin una base en materia de seguridad, por ejemplo.
¿Qué retos enfrentan los jóvenes que quieren formarse como buzos comerciales en Perú?
Un buzo comercial debe encontrarse en buen estado físico, debe preocuparse por su capacitación, este debe tener un conocimiento básico y avanzado de lo implica ser un buzo, de lo que implica sumergirse en un medio hostil, con muchos factores de riesgo.
Deben aprender a dominar los conceptos básicos de la física de buceo, fisiología de buceo y la teoría de la descompresión como mínimo, y lógicamente el aprendizaje del trabajo de campo. En el buceo, la teoría y la práctica siempre deben ir de la mano.
El campo del buceo es muy amplio y complejo, el buzo debe encontrarse predispuesto al conocimiento, como decía Isaac newton “el conocimiento es como el océano y lo que sabemos es una gota” siempre hay algo que aprender, no lo sabemos todo, pero siempre tenemos que tener esa predisposición.
ENTREVISTA 4/4 |
Desde tu experiencia ¿cómo valoras a los buzos comerciales y supervisores peruanos?¿Qué aptitudes destacarías de ellos?
Los buzos comerciales peruanos en su mayoría son personas muy proactivas, con mucho ímpetu y mucha actitud. La gran mayoría de compañeros que he tenido ama lo que hace, se apasiona con ello.
Técnicamente, el buzo peruano es muy hábil. Sin embargo tiene un lado negativo: no lee o lee muy poco, no se actualiza. Por lo general, deja en último lugar la parte teórica. Si esta gran mayoría le diera la importancia que merece a la capacitación tendríamos mejores buzos y mejores supervisores.
¿Qué nivel de implantación y aceptación tienen los estándares ADCI e IMCA en Perú?
Solamente algunas empresas del rubro adoptan o tratan de adoptar estos estándares, debido a que no se cuenta con una buena reglamentación sobre la actividad. Respecto al estándar IMCA, aquí nos encontramos mas lejos todavía.
Por mencionar un pequeño cambio, allá por el año 2015, en mi paso por una de las compañías de buceo comercial que presta servicios a la industria offshore, a título personal se promovió, se puso a debate y se argumentó en un sesión de un comité de seguridad y salud para el trabajo que el buceo con aire deber ser solamente hasta los 190 pam y no a los 220 pam como lo hacían antes de esta moción. Con un poco de resistencia se aceptó la moción y a partir de esa fecha al menos esta empresa respeta hasta el día de hoy ese estándar. Al respecto el respaldo que se puede tener en temas de seguridad es muy ínfimo debido a que la ley que regula esta actividad es muy precaria con muchos vacíos y muchas falencias.
¿Las compañías que operan con estándares internacionales lo hacen por exigencias de clientes o por el convencimiento de aumentar la seguridad y la calidad del servicio?
Desde mi punto de vista existe algunas falencias todavía, sin embargo se tiene que reconocer que, en la mayoría de estas, existe voluntad en mejorar la seguridad y la calidad del servicio.
¿Cuál es la situación actual respecto a accidentes en el buceo comercial en Perú?
Debido al riesgo que acompaña el desarrollo de nuestra actividad siempre esta latente la aparición de enfermedades o accidente de buceo, una ves más cito, debido a una precaria ley de nuestra actividad, la cual respecto a los accidentes de buceo, estas no son controladas ni por el sector de Salud ni del sector Trabajo. En síntesis, los accidentes de buceo los maneja de manera interna las empresas de buceo, no tienen ningún tipo de fiscalización por entes del estado,
Desde hace un buen tiempo a la fecha, no he observado que se siga utilizando equipos SCUBA en operaciones de buceo comercial y en caso se realice, su uso tiene una menor incidencia. Respecto al uso del hookah, este tiene un margen de aplicación, se ha mejorado en algo su configuración al incrementar la botella de emergencia por parte de algunas compañías, sin embargo debido a las limitaciones y fragilidad de origen al no tener comunicación por voz con superficie y al perder el buzo contacto con el soporte de control de buceo, al no contar con válvula antirretorno ni línea de refuerzo, por ejemplo, debería quedar relegado al sector extractivo o deportivos, resaltando en todo momento que se utilice teniendo en cuenta una configuración aprobada.
¿Cómo ven el presente y el futuro del buceo comercial en Perú?
En la actualidad el buceo comercial ha tenido cierto avance cierta mejora, tanto operacionalmente como comercialmente, es decir el mercado del buceo a crecido notablemente y ello se plasma con la aparición de mas empresas de buceo, mayor cantidad de buzos, nuevos centros de formación entre otros. Es sabido que algunas empresas han realizado trabajos fuera del país. Pero esta demanda es un poco baja aun, se realiza pero con menor frecuencia.
Allá por los años 2000 existían pocas empresas de buceo en el medio, hoy en día se puede afirmar que el mercado se ha incrementado. Se incrementaron las empresas de buceo y por ende la demanda de buzos comerciales también. Con la ampliación de puerto de operaciones en el Callao, con las operaciones de embarque de gas natural en el muelle de melchorita en el sur chico entre chincha y cañete, ahora recientemente con la apertura del mega puerto de Chancay, lo más probable es que ese crecimiento en el rubro siga esa tendencia.
¿Qué aspectos crees que hay que mejorar todavía en la industria en Perú?
Siempre insisto que tenemos que mandar a capacitar a los buzos, especialmente a nuestros supervisores. El buceo, como las otras ramas va cambiando, se va actualizando y los que tienen a cargo la ejecución de las operaciones de buceo deberían estar lo mas capacitados posible, anteriormente escuche una frase coloquial que decía “en que va a cambiar o en que ha cambiado el buceo” desmereciendo el factor capacitación e innovación. Por citar el uso y empleo del hookah, con este equipo se realizaron operaciones de buceo y salvamento a profundidades mayores a los 100 pam, desconociendo una configuración o recomendación aprobada o certificada, sin válvula antirretorno entre otros. Lo que se debe mejorar en primer lugar es la reglamentación del buceo comercial, en la cual se acoja las recomendaciones técnicas y los estándares operacionales y de seguridad vigentes, hasta el día de hoy nos cuesta aceptar que los estándares internacionales que rigen el buceo en el mundo y que son referentes para muchos países, se basan en hechos reales con grandes accidentes y fatalidades y que ellos ya experimentaron esos hechos como parte de su desarrollo e historia y lo que nos ofrecen de gratis es su experiencia y conocimiento, solamente para que nosotros lo apliquemos sin necesidad de tener que experimentar lamentables accidentes y perdidas de vidas humanas la de nuestros buzos peruanos.
MUNDO ROV |
Piloto Técnico de ROV, una nueva vía de futuro para los buzos comerciales
En el dinámico universo de la industria offshore y subacuática, la innovación tecnológica es un motor constante de cambio. Entre los avances que más impacto han generado en la última década destaca el uso de los ROV (Remotely Operated Vehicles), vehículos operados a distancia que han transformado la manera de operar en profundidad, reduciendo riesgos humanos y ampliando las capacidades técnicas de las misiones submarinas.

Desde trabajos en plataformas de petróleo y gas hasta inspecciones en parques eólicos marinos, acuicultura, instalaciones portuarias, oceanografía y respuesta ante desastres ambientales, el ROV se ha consolidado como una herramienta indispensable.
A medida que estas aplicaciones se multiplican, también lo hace la necesidad de profesionales formados para manejar estos complejos sistemas. Esto ha generado una transición progresiva y estratégica: cada vez más buzos comerciales están dando el salto hacia la formación como pilotos técnicos de ROV, incorporando a su perfil profesional habilidades que les permiten ser parte de un sector cada vez más demandado, seguro, versátil y tecnológico.

Un caso de éxito
El caso de Julio Romero Mirón ilustra perfectamente esta transición. Ingeniero en robótica egresado del Instituto Politécnico Nacional de México y buzo comercial con experiencia en inspecciones y trabajos submarinos en plataformas offshore, Julio descubrió en 2015 el mundo de los ROV durante una operación compartida con pilotos técnicos estadounidenses.

“Fue ahí cuando pensé: si yo ya conozco el entorno bajo el agua, tengo una ventaja. Solo me falta saber pilotar”, recuerda. Con esa visión clara, se lanzó a buscar formación especializada y eligió una de las escuelas más reconocidas internacionalmente.
En Barcelona, Julio se integró a uno de los centros más prestigiosos del mundo: QSTAR ROV Training Center. “Allí encontré una formación técnica muy completa, combinando teoría, simuladores, prácticas en tanques de pruebas y operaciones en mar real. Fue muy intenso, pero absolutamente gratificante”, comenta.

Tras completar su certificación bajo los estándares IMCA (International Marine Contractors Association), Julio consiguió ingresar a la plantilla de G2 Subsea, una compañía mexicana especializada en servicios con ROV.
“Es un cambio importante en mi vida profesional”, afirma. “Desde entonces, puedo combinar el trabajo como buzo con el pilotaje técnico. Esto me permite adaptarme mejor al mercado, postular a nuevas posiciones y, sobre todo, continuar ligado a la industria submarina sin los mismos niveles de exposición al riesgo físico que supone el buceo comercial a profundidad.”
Centro de referencia mundial en formación de Pilotos ROV
QSTAR ROV Training Center, con sedes en Barcelona y Las Palmas de Gran Canaria, se ha posicionado en los últimos años como un referente mundial en formación especializada de pilotos técnicos de ROV.
Su programa está avalado por IMCA y por organismos de seguridad marítima internacionales. Lo que lo diferencia de otros centros formativos es su enfoque práctico, multidisciplinario y su conexión directa con la industria.
QSTAR no solo forma, sino que también facilita redes de contacto, impulsa la empleabilidad y responde con flexibilidad a las nuevas demandas del sector energético, portuario y científico.
Entre los módulos que ofrece QSTAR destacan el entrenamiento con ROV de clase Observation y Work Class, sesiones con simuladores de navegación y control de brazo manipulador, maniobras complejas con herramientas de intervención y un fuerte componente en mantenimiento, diagnóstico y reparaciones eléctricas y electrónicas. Además, el centro organiza workshops técnicos y jornadas de actualización, lo que refuerza su rol como plataforma educativa de última generación.
En definitiva, la formación en pilotaje de ROV representa para muchos buzos comerciales no solo una alternativa, sino una evolución. Permite ampliar horizontes, alargar la carrera profesional, mejorar condiciones laborales y adaptarse a un mercado en el que la tecnología y la operación remota serán cada vez más decisivas.
Como dice Julio Romero Mirón: “La diferencia no está en dejar el buceo atrás, sino en sumar herramientas que te hagan más competitivo y más útil en cualquier entorno”. Y el ROV, sin duda, es hoy una de las más valiosas.
MEDICINA HIPERBÁRICA |
Situación de emergencia en saturación: una visión desde el punto de vista médico
Una situación de emergencia para los buzos comerciales, es la pérdida del suministro de la mezcla respiratoria. Particularmente, los que realizan buceo de saturación, evidentemente, tienen el inconveniente, que por su estado de saturación, ante esta emergencia, no podrán salir a superficie.
A esto se le suma que al estar respirando a grandes profundidades, el consumo del gas respiratorio es muy importante, lo que se traduce en muy poco tiempo de duración del mismo.
El buceo de saturación es seguro siempre y cuando todo salga bien. Pero, parafraseando a Alex Honnold, el escalador que realiza free solo, sin cuerdas ni arneses, “si algo sale mal, estás jodido”.
Emergencia real en buceo de saturación – Caso Chris Lemons (2012)
El 18 de septiembre de 2012, tres buzos comerciales (Chris Lemons, Dave Yuasa y Duncan Allcock) realizaban una operación de buceo de saturación a 90 metros de profundidad desde el buque Bibby Topaz, frente a la costa este de Escocia. Durante las tareas de mantenimiento de tuberías petroleras, una alerta en el sistema de posicionamiento dinámico del barco obligó a ordenar el regreso inmediato de los buzos a la campana.

Lemons se percató entonces de que su umbilical estaba enredado en una estructura. El buque, al perder estabilidad, arrastró la campana, lo que provocó la rotura del umbilical. Lemons quedó completamente aislado: sin suministro de mezcla respiratoria, sin luz y sin agua caliente. Solo contaba con su sistema de emergencia, las botellas con mezcla respiratoria para unos 10 minutos a esa profundidad.
Durante más de 30 minutos, Lemons estuvo sumergido sin contacto, expuesto a un entorno extremadamente frío debido al helio (95%) de la mezcla respiratoria y a la pérdida de calefacción. Su cuerpo comenzó rápidamente a enfriarse.
Cuando se restableció el posicionamiento del buque, Yuasa fue enviado al agua y localizó a Lemons, inmóvil pero con su equipo puesto. Lo trasladó a la campana, donde el bellman Allcock le retiró el casco y le practicó respiración boca a boca. Contra todo pronóstico, Lemons recuperó la consciencia.
Se desconocen las razones exactas de su supervivencia, pero se especulan tres factores clave: 1) presión parcial elevada de oxígeno en el sistema de emergencia, 2) pérdida de consciencia por hipercapnia (retención de CO₂), y 3) un reflejo fisiológico similar al de los mamíferos marinos, que protege órganos vitales en casos de hipotermia extrema.
Una solución para la emergencia
Una situación de emergencia para los buzos comerciales, es la pérdida del suministro de la mezcla respiratoria. Particularmente, los que realizan buceo de saturación, evidentemente, tienen el inconveniente, que por su estado de saturación, ante esta emergencia, no podrán salir a superficie. A esto se le suma que al estar respirando a grandes profundidades, el consumo del gas respiratorio es muy importante, lo que se traduce en muy poco tiempo de duración del mismo.

Normalmente, el sistema de suministro de gas respiratorio de emergencia, consta de un bibotella de 7 litros cada uno, cargados a una presión de 300 kg/cm2.
Organismos internacionales relacionados con la práctica del buceo comercial, tales como los patrones de NORSOK U-10024 (Noruega), ADC International Consensus Standards for Commercial Diving and Underwater Operations, e IMCA D024, son los que han establecido los lineamientos referentes a las características de los sistemas de respiración de emergencia.
Este sistema de respiración de emergencia, debe tener suficiente capacidad para permitir que el buzo llegue a un lugar seguro. Como mínimo, el sistema de rescate deberá proporcionar gas durante 10 minutos sobre la base de un consumo medio de mezcla respiratoria de 62,5 I/min, corregido con la presión ambiente (NORSK). Esto significa que un sistema a circuito abierto (dos botellones de 7 litros y 300 bar) brinda una cantidad de mezcla respiratoria a una atmósfera de: 2 x 7 x 280 bar (se supone una reserva de 20 bar) = 3.920 litros de gas disponible.
Según el documento D024 Rev 1 de IMCA, la(s) botella(s) deben tener una duración suficiente como para permitir que el buzo regrese a la campana o torreta en caso de emergencia, antes de 5 minutos. Esto significa que la capacidad de mezcla en la botella o botellas a la profundidad trabajo, permitirá respirar gas durante 1 minuto por cada 10 metros que se encuentre el buzo alejado de la torreta. Este cálculo debe realizarse utilizando 40 l/min como consumo mínimo.

Con estos valores, y suponiendo una distancia de 50 metros, el sistema de emergencia en circuito abierto cumplirá con los siguientes requisitos de profundidad: – Gas disponible 3920 litros; consumo de mezcla 40I/min X 5min = 19,6 bar ata o 186 metros. Es decir, que la máxima profundidad a la que puede ser utilizado, serán 186 metros. La presión parcial de oxígeno será como máximo 1,6 ata y un mínimo de 0,4 ata.
Para los patrones de consenso de ADC, el sistema de emergencia, deberá tener un suministro mínimo de mezcla calculado en 4 minutos a la profundidad de trabajo del buzo. Es decir, que para un sistema a circuito abierto de 2 cilindros de 7 litros cada uno, proporcionarían 4 minutos de mezcla de emergencia a un máximo de 200 metros de profundidad.
Considerando que 5-10 minutos de duración de un sistema de emergencia a circuito abierto, es muy poca cantidad de mezcla, la empresa DIVEX, en 2016 presentó un sistema a circuito semicerrado que tiene una autonomía a 50 mts. de profundidad, de hasta 45 minutos.
El sistema COBRA (Compact Bailout Rebreathing Apparatus) es el único sistema comercial de rebreather de emergencia que ha obtenido la certificación UE. Tiene una característica que a mi modo de ver, es de suma importancia. Es totalmente mecánico; no requiere de electrónica alguna para su normal funcionamiento. Y otra particularidad, es que en el interior del circuito, siempre habrá presión positiva, independientemente de la profundidad a la que se encuentre el buzo. De esta manera, se evita el ingreso de agua al sistema, manteniéndolo operativo siempre.

En la industria del buceo comercial las profundidades más comúnmente alcanzadas en buceos de saturación, oscilan entre 50-200 metros. A estas profundidades, se puede llegar a requerir de un sistema de emergencia que le permita al buzo, poder alcanzar la torreta o campana en un tiempo mayor a los 10 minutos.
El sistema COBRA ha sido diseñado para ser sencillo de operar y de mantenimiento. El equipo es completamente mecánico y está diseñado de manera tal que el buzo pueda concentrarse en el trabajo, sabiendo que el sistema de emergencia estará ahí cuando lo necesite. COBRA está siendo sometido actualmente a pruebas en el simulador de Divex a profundidades de 500 m.
En el buceo de saturación, como su nombre lo indica, los buceadores se mantienen en presión hasta que todo su cuerpo está saturado de gas, es decir, hasta que todos los tejidos estén en equilibrio con el gas inspirado. Esto requiere al menos muchas horas y hasta días.
Este tipo de buceo se realiza con la ayuda de un sistema de saturación, compuesto por cámaras de presión donde los buzos viven durante la saturación por períodos de hasta 28 días, mientras que la exposición en el agua puede ser de 4 a 6 horas diarias.
Los buzos están expuestos durante este largo período de tiempo a una elevada presión parcial de los gases respiratorios utilizados, y al medio ambiente. Este método de buceo se utiliza principalmente, pero no exclusivamente, para el buceo comercial.
El hecho de que los buzos pase largos períodos de tiempo aislados y confinados tiene, hasta donde sabemos, efectos principalmente psicológicos más que fisiológicos. Sin embargo, en el buceo comercial, el ritmo circadiano del buceador se interrumpe, lo que puede causar efectos fisiológicos.
Es por esto que me parece interesante hacer una descripción parcial del costado “médico” del buceo de saturación.
https://youtu.be/nSVgznE0jKg
HISTORIAS DE BUZOS |
Luis Fernando Pasapera: el buzo peruano que lucha por dignificar el buceo profesional en su país
Luis Fernando Pasapera Arriola forma parte de una generación de buzos peruanos que ha vivido una importante etapa de transformación de la industria submarina en su país. Con 53 años de edad y casi cuatro décadas de experiencia acumulada entre su paso por la Marina de Guerra del Perú y el buceo comercial, su historia refleja no solo una vocación temprana y un compromiso con el oficio, sino también una mirada crítica y constructiva hacia la situación en su país.

Luis Fernando comenzó su carrera en la Marina de Guerra del Perú en 1991, primero como infante. Sin embargo, su verdadero llamado apareció cuando accedió al curso de buceo profesional en la Escuela del Grupo de Salvamento de la misma institución.
"El curso dura un año y es por etapas", recuerda. Estas etapas incluyen desde entrenamiento físico, formación en diferentes técnicas de buceo, ejercicios con explosivos, operaciones de salvamento, soldadura y corte bajo el agua, y una introducción a la física del buceo y otras materias que conforman un completo entrenamiento.
La exigencia del curso era alta. De los 65 aspirantes que iniciaron su promoción, solo 14 lograron graduarse. "Las condiciones eran duras, tanto física como psicológicas. Algunos no se adaptaban al frío o a la presión del entorno subacuático y abandonaban el curso", comenta.
Pasapera estuvo 16 años en la Armada, 14 de ellos como buzo profesional, enfrentando los retos logísticos de una época en la que los recursos eran escasos y los equipos muy limitados.
Aunque su vocación siempre fue la vida militar, las necesidades familiares y la búsqueda de nuevas oportunidades laborales mejor remuneradas, lo empujaron a dejar la Armada en 2007. "A veces el sueldo de militar limitaba las condiciones de vida y había que complementarlo con otras actividades...había que salir a buscarnos la vida para completar ingresos. Era duro y decidí comenzar a trabajar como buzo profesional en el sector privado", afirma. A partir de entonces, se insertó en el mercado del buceo comercial, un entorno que, por aquel entonces, también conocía limitaciones con equipos obsoletos, condiciones laborales precarias y falta de regulación.

A lo largo de casi 18 años, Pasapera ha trabajado en todo tipo de entornos como plataformas petroleras, embarcaciones hundidas, emisarios submarinos, ríos, lagos, minerías, y en distintos puntos del litoral peruano. Participó, por ejemplo, en trabajos de limpieza y contención tras el famoso derrame de petróleo de la empresa Repsol, que tuvo repercusión internacional.
Realidad del buceo en Perú
Luis Fernando describe un panorama con importantes desajustes. Por un lado, reconoce que existe un crecimiento continuo en la industria del buceo en Perú, pero por otro también identifica un claro problema en la oferta laboral, muy condicionada por la temporalidad de las contrataciones. “Los proyectos son temporales y que los contratos suelen ser intermitentes, lo que impide estabilidad laboral. Además, los sueldos varían dramáticamente. Hay empresas que pagan 100 dólares al día y otras que pagan la mitad por jornadas de 24 horas", expresa en relación a los fuertes contrastes en la industria.
En cuanto a seguridad, el panorama no es muy halagüeño. "No hay un estricto cumplimiento de las condiciones de seguridad y queda sujeto, en la mayoría de los casos, al compromiso de la compañía con estas cuestiones. Cuando las empresas tienen certificaciones internacionales son más seguras, pero eso también contrasta con la realidad de otras compañías que recortan en seguridad para abaratar costes y ganar las licitaciones. Eso afecta a los buzo".
Según explica, la normativa vigente en Perú “está desactualizada y tiene serias deficiencias que son necesarias de resolver, ya que afecta a la seguridad del colectivo de buceo”.
Actualmente es el Decreto Legislativo N° 1147 de las Fuerzas Armadas el que define las competencias de la Autoridad Marítima Nacional que ejerce la Dirección General de Capitanías y Guardacostas (DICAPI). “La normativa ha sido actualizada recientemente pero solo en algunos puntos y contiene numerosos vacíos legales. Esta falta de claridad normativa permite prácticas poco seguras, simplemente porque el reglamento no lo prohíbe explícitamente. En definitiva, permite a las empresas realizar las operaciones con un mínimo coste que se traduce en una reducción de la seguridad”.
Desde la Asociación de Buzos Profesionales del Perú, él y otros colegas están luchando por establecer un reglamento técnico más organizado y funcional, que priorice el bienestar y la seguridad del buzo, y que sea equiparable a los estándares internacionales.
Han participado en mesas de trabajo con DICAPI, aunque resalta que "aún quedan muchos temas por tratar en profundidad, antes de llevar a cabo cambios o actualizaciones".
Además, remarca que muchos buzos peruanos, a pesar de su gran capacidad, no pueden trabajar en el extranjero porque las certificaciones emitidas en Perú no son reconocidas fuera del país, lo que representa un obstáculo grave para el desarrollo profesional del sector.
"Desde este colectivo de reciente creación, estamos peleando para tener un reglamento más ordenado, que se enfoque en el bienestar del buzo. Nuestra intención es dialogar con las empresas y organismos gubernamentales, para aportar nuestra experiencia y punto de vista en favor de esta industria en el Perú. Queremos mejorar las condiciones de los buzos peruanos y, además, que sus habilidades bajo el agua, sean consideradas en otros países con certificaciones que puedan ser reconocidas a nivel internacional”, explica Pasapera.

Trabajo estacional y saltos al extranjero
La estacionalidad laboral en Perú, animó a Pasapera a buscar nuevas oportunidades laborales en el extranjero. Desde entonces, trabaja en España durante la temporada de verano como socorrista acuático, una estancia que le ha permitido conocer más sobre el buceo en el país. Actualmente trabaja con la empresa Seamar Divers International participando en diferentes proyectos subacuáticos. "Son contratos intermitentes, pero al menos reconocen los beneficios como seguro y gratificaciones", comenta.
Luis Fernando Pasapera no solo es un testimonio viviente de la evolución del buceo en Perú, es también una voz que llama al cambio, al respeto por la seguridad y la dignidad del buzo profesional. Su experiencia, junto a la de sus compañeros en la Asociación de Buzos Profesionales del Perú, promete ser una herramienta para la mejora de las condiciones de la industria de su país.























