Dos expertos analizan el accidente mortal del buzo holandés en el salvamento del Bayesian

El accidente durante el salvamento del Bayesian

El pasado 9 de mayo de 2025, el buzo comercial neerlandés Rob Cornelis Maria Huijben perdió la vida mientras participaba en los trabajos de salvamento del superyate Bayesian, hundido desde agosto de 2024 frente a las costas de Porticello, Sicilia.​

Huijben en trabajos de perforación

Rob durante su servicio en la Marina holandesa | Nöel Brand

Huijben era una experimentado buzo comercial, con bastantes trabajos de salvamento a sus espaldas. Sirvió en la Marina de Holanda de 2008 a 2010 y formaba parte del equipo internacional que acometía esta compleja operación submarina a unos 50 metros de profundidad.

Los trabajos estaban siendo coordinados por la empresa de salvamento holandesa SMIT Salvage, reconocida a nivel mundial por su experiencia en operaciones complejas. La operación contaba con el respaldo de las autoridades italianas, incluidas la Guardia Costiera, la Capitanía de Puerto de Palermo y responsables de Protección Civil. Igualmente, estaba supervisada por la Fiscalía italiana, que investiga el siniestro del yate.

El objetivo de la operación era reflotar el Bayesian, un superyate de 40 millones de dólares, para trasladarlo a tierra firme y avanzar en la investigación judicial sobre su hundimiento, que se saldó con siete víctimas mortales.

Entre el sofisticado equipo empleado figuraban grúas marinas de gran capacidad, drones submarinos (ROVs), sistemas de dragado, equipos de corte exotérmico y estructuras para izado a superficie. El accidente tuvo lugar durante una fase crítica: el desmantelamiento de componentes metálicos como el mástil y la botavara del yate.

Posible lugar del accidente mortal | Hermans

(Actualización) Análisis técnico del accidente: ¿una explosión de hidrógeno?

La comunidad profesional de buceo comercial ha reaccionado con gran preocupación ante este nuevo siniestro. SubaQuatica Magazine ha contactado con dos expertos en el corte y soldadura subacuática, el belga Francis Hermans y el canadiense Hal Lomax, con objeto de aportar su visión sobre las causas del accidente mortal y de las complejidades que entrañan este tipo de operaciones subacuáticas. Además, contamos con el testimonio del experimentado buzo e instructor de buceo Marcelino González Maneiro, que participio en numerosas operaciones de salvamento realizando tareas de desguace.

Francis Hermans (Bélgica) – Buzo comercial jubilado y autor de numerosos estudios sobre corte y soldadura subacuática

Tuve conocimiento de este trágico accidente ocurrido al buzo holandés el mismo día y, como suele ocurrir, aunque aún no se ha publicado ninguna información oficial, ya circulaban muchas hipótesis sobre la causa del incidente.

La que más se repite es la posibilidad de una explosión vinculada al corte del mástil principal y/o de la botavara. No obstante, algo que sí sabemos es que en el momento del accidente aún no había comenzado el desmantelamiento del mástil principal, ya que parece que el buzo estaba trabajando en la botavara.

Lamentablemente, no disponemos de planos detallados de la conexión mecánica entre la botavara y el mástil central, pero se sugiere que el buzo tuvo dificultades para desmontar el conjunto con una llave. De ahí que parezca razonable pensar que pidió que le bajaran el soplete de corte para facilitar su tarea.

Ahora bien, cómo y por qué pudo haberse producido una explosión no es fácil de explicar sin los planos técnicos. Para que se produzca una explosión de gas, deben cumplirse seis condiciones (ver imagen).

Aun así, por la foto que comparto, parece que en la zona donde estaba cortando el buzo no había un espacio significativo donde pudiera haberse confinado una mezcla adecuada de O₂ y H₂.

Otra hipótesis que debemos considerar es que este pecio está fabricado principalmente en aluminio, lo cual se aplica también al mástil y la botavara. Este tipo de aleación no se oxida eficientemente, lo que hace que sea extremadamente difícil de cortar con varillas exotérmicas, ya que el corte se cierra casi al instante. Esto provoca que el consumo de electrodos se multiplique por 7 o incluso por 10.

Pero el mayor problema con estas aleaciones “exóticas” es que, al contacto con el agua, el metal fundido puede generar explosiones espontáneas de vapor, cuya presión pico puede ser mucho mayor que la generada por una explosión de mezcla gaseosa.

¿Es eso lo que ocurrió aquí? Es posible, pero no se puede afirmar con certeza. Por ello, antes de hacer cualquier declaración definitiva, creo que lo más prudente es esperar los resultados de la investigación.

LEER EL REPORTAJE DE FRANCIS HERMANS SOBRE ‘CORTE Y SOLDADURA SUBACUÁTICAS’

Hal Lomax (Canadá) – Superintentende y Supervisor de Buceo Comercial y autor de varios manuales para la capacitación de buzos

Hablé con compañeros que estaban en la barcaza, en el lugar de los hechos. Escucharon la explosión que causó la muerte del buzo.

Este incidente fue una explosión de hidrógeno causada por cortar una tubería sin ventilación (el mástil).

El corte exotérmico produce hidrógeno de dos maneras: por electrólisis y por termólisis.

La electrólisis se da cuando la corriente continua (DC) disocia los átomos de hidrógeno y oxígeno en las moléculas de agua. La termólisis ocurre cuando el calor del corte —que supera los 10.000 °F (más de 5.500 °C)— provoca también esa disociación.

Es decir, mientras el buzo corta, está generando hidrógeno constantemente, y al mismo tiempo está usando oxígeno para facilitar el proceso. Cuando se alcanzan las proporciones adecuadas de hidrógeno y oxígeno, la mezcla se vuelve extremadamente inestable y puede explotar ante cualquier chispa.

La Marina de EE.UU. siempre sostuvo que un pie cúbico (0,028 m3) de hidrógeno a 10 metros de profundidad tiene el mismo poder explosivo que una barra de dinamita. Este accidente ocurrió a unos 50 metros de profundidad, lo que quintuplicaría ese potencial explosivo.

Si un buzo va a cortar en un espacio cerrado (una tubería, un tanque o el casco de un barco), ese espacio debe estar perfectamente ventilado para evitar la acumulación de hidrógeno y oxígeno.

Un ingeniero amigo me confirmó que el aluminio, cuando se somete a temperaturas extremadamente altas como las del corte subacuático, genera hidrógeno e incluso cloruro de hidrógeno. Si ese mástil era de aluminio, eso sería otra causa potencial de la explosión.

Otro colega en Italia me contó que la barcaza se elevó medio metro con la explosión. También dijo que todos los buzos de SMIT abandonaron el trabajo tras el incidente.


El relevo de los buzos: los ROVs toman el control

Tras el accidente, las autoridades suspendieron temporalmente la operación y anunciaron que los trabajos restantes se llevarán a cabo únicamente mediante ROVs (vehículos operados remotamente). Así lo informó el diario The Times, confirmando que los drones submarinos se encargarán de continuar con el dragado del fondo marino y el izado del casco del yate.

El equipo humano de SMIT Salvage fue retirado y se espera que la operación se retome a mediados de junio, una vez completadas las investigaciones judiciales. El uso exclusivo de ROVs responde no solo a razones de seguridad, sino también a la creciente sofisticación de estos equipos, capaces de trabajar en condiciones de visibilidad limitada, alta presión y entornos potencialmente explosivos.

No se descarta que otras empresas tecnológicas o expertas en manipulación remota subacuática se integren en la segunda fase del salvamento.

Un trágico naufragio: el hundimiento del Bayesian

El Bayesian era un superyate de 40 millones de dólares, propiedad del empresario británico Mike Lynch, exdirector de la firma tecnológica Autonomy. Se hundió frente a las costas sicilianas el 20 de agosto de 2024, durante una repentina tormenta que sorprendió a la embarcación mientras navegaba cerca de Porticello.

A bordo viajaban once personas; solo cuatro sobrevivieron. Entre las víctimas mortales estaban el propio Lynch y su hija Hannah. Desde entonces, las autoridades italianas y británicas investigan si hubo fallos de diseño en el yate o errores humanos por parte de la tripulación.

El pecio se encuentra a unos 50 metros de profundidad y su recuperación es clave para esclarecer responsabilidades. El trágico fallecimiento del buzo holandés ha añadido un nuevo capítulo a una operación ya de por sí compleja y marcada por la fatalidad.

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