El buzo peruano que lucha por dignificar el buceo profesional en su país

Un buzo veterano formado en la Armada

Luis Fernando Pasapera Arriola forma parte de una generación de buzos peruanos que ha vivido una importante etapa de transformación de la industria submarina en su país. Con 53 años de edad y casi cuatro décadas de experiencia acumulada entre su paso por la Marina de Guerra del Perú y el buceo comercial, su historia refleja no solo una vocación temprana y un compromiso con el oficio, sino también una mirada crítica y constructiva hacia la situación en su país.

Luis Fernando comenzó su carrera en la Marina de Guerra del Perú en 1991, primero como infante. Sin embargo, su verdadero llamado apareció cuando accedió al curso de buceo profesional en la Escuela del Grupo de Salvamento de la misma institución.

“El curso dura un año y es por etapas”, recuerda. Estas etapas incluyen desde entrenamiento físico, formación en diferentes técnicas de buceo, ejercicios con explosivos, operaciones de salvamento, soldadura y corte bajo el agua, y una introducción a la física del buceo y otras materias que conforman un completo entrenamiento.

La exigencia del curso era alta. De los 65 aspirantes que iniciaron su promoción, solo 14 lograron graduarse. “Las condiciones eran duras, tanto física como psicológicas. Algunos no se adaptaban al frío o a la presión del entorno subacuático y abandonaban el curso”, comenta.

Pasapera estuvo 16 años en la Armada, 14 de ellos como buzo profesional, enfrentando los retos logísticos de una época en la que los recursos eran escasos y los equipos muy limitados.

Aunque su vocación siempre fue la vida militar, las necesidades familiares y la búsqueda de nuevas oportunidades laborales mejor remuneradas, lo empujaron a dejar la Armada en 2007. “A veces el sueldo de militar limitaba las condiciones de vida y había que complementarlo con otras actividades…había que salir a buscarnos la vida para completar ingresos. Era duro y decidí comenzar a trabajar como buzo profesional en el sector privado”, afirma.

A partir de entonces, se insertó en el mercado del buceo comercial, un entorno que, por aquel entonces, también conocía limitaciones con equipos obsoletos, condiciones laborales precarias y falta de regulación.

A lo largo de casi 18 años, Pasapera ha trabajado en todo tipo de entornos como plataformas petroleras, embarcaciones hundidas, emisarios submarinos, ríos, lagos, minerías, y en distintos puntos del litoral peruano. Participó, por ejemplo, en trabajos de limpieza y contención tras el famoso derrame de petróleo de la empresa Repsol, que tuvo repercusión internacional.

Realidad del buceo en Perú

Luis Fernando describe un panorama con importantes desajustes. Por un lado, reconoce que existe un crecimiento continuo en la industria del buceo en Perú, pero por otro también identifica un claro problema en la oferta laboral, muy condicionada por la temporalidad de las contrataciones.

“Los proyectos son temporales y que los contratos suelen ser intermitentes, lo que impide estabilidad laboral. Además, los sueldos varían dramáticamente. Hay empresas que pagan 100 dólares al día y otras que pagan la mitad por jornadas de 24 horas”, expresa en relación a los fuertes contrastes en la industria.

En cuanto a seguridad, el panorama no es muy halagüeño. “No hay un estricto cumplimiento de las condiciones de seguridad y queda sujeto, en la mayoría de los casos, al compromiso de la compañía con estas cuestiones. Cuando las empresas tienen certificaciones internacionales son más seguras, pero eso también contrasta con la realidad de otras compañías que recortan en seguridad para abaratar costes y ganar las licitaciones. Eso afecta a los buzo”.

Según explica, la normativa vigente en Perú “está desactualizada y tiene serias deficiencias que son necesarias de resolver, ya que afecta a la seguridad del colectivo de buceo”.

Actualmente es el Decreto Legislativo N° 1147 de las Fuerzas Armadas el que define las competencias de la Autoridad Marítima Nacional que ejerce la Dirección General de Capitanías y Guardacostas (DICAPI). “La normativa ha sido actualizada recientemente pero solo en algunos puntos y contiene numerosos vacíos legales.

Esta falta de claridad normativa permite prácticas poco seguras, simplemente porque el reglamento no lo prohíbe explícitamente. En definitiva, permite a las empresas realizar las operaciones con un mínimo coste que se traduce en una reducción de la seguridad”.

Desde la Asociación de Buzos Profesionales del Perú, él y otros colegas están luchando por establecer un reglamento técnico más organizado y funcional, que priorice el bienestar y la seguridad del buzo, y que sea equiparable a los estándares internacionales.

Han participado en mesas de trabajo con DICAPI, aunque resalta que “aún quedan muchos temas por tratar en profundidad, antes de llevar a cabo cambios o actualizaciones”.

Además, remarca que muchos buzos peruanos, a pesar de su gran capacidad, no pueden trabajar en el extranjero porque las certificaciones emitidas en Perú no son reconocidas fuera del país, lo que representa un obstáculo grave para el desarrollo profesional del sector.

“Desde este colectivo de reciente creación, estamos peleando para tener un reglamento más ordenado, que se enfoque en el bienestar del buzo. Nuestra intención es dialogar con las empresas y organismos gubernamentales, para aportar nuestra experiencia y punto de vista en favor de esta industria en el Perú. Queremos mejorar las condiciones de los buzos peruanos y, además, que sus habilidades bajo el agua, sean consideradas en otros países con certificaciones que puedan ser reconocidas a nivel internacional”, explica Pasapera.

Trabajo estacional y saltos al extranjero

La estacionalidad laboral en Perú, animó a Pasapera a buscar nuevas oportunidades laborales en el extranjero. Desde entonces, trabaja en España durante la temporada de verano como socorrista acuático, una estancia que le ha permitido conocer más sobre el buceo en el país. Actualmente trabaja con la empresa Seamar Divers International participando en diferentes proyectos subacuáticos. “Son contratos intermitentes, pero al menos reconocen los beneficios como seguro y gratificaciones”, comenta.

Luis Fernando Pasapera no solo es un testimonio viviente de la evolución del buceo en Perú, es también una voz que llama al cambio, al respeto por la seguridad y la dignidad del buzo profesional. Su experiencia, junto a la de sus compañeros en la Asociación de Buzos Profesionales del Perú, promete ser una herramienta para la mejora de las condiciones de la industria de su país.

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