La Unidad de Buceo de Ferrol opera en la cornisa cantábrica para diferentes labores

Buceadores de la Estación Naval de A Graña, en Ferrol

La Unidad de Buceo de Ferrol realiza diferentes tareas subacuáticas

Mantener los buques destinados en esta zona; vigilar y proteger el patrimonio arqueológico subacuático; desactivar municiones y explosivos tanto en alta mar como en el litoral; y colaborar en tareas de búsqueda en el agua. Estas cuatro labores bastan para dar por hecho que las unidades de buceo de la Armada son unas de las secciones más polivalentes. En la Estación Naval de A Graña, en Ferrol, está la base de una de ellas, que recibe a La Voz para explicar sus cometidos.

Unidad de Buceo de Ferrol en la Estación Naval de A Graña. 

Es viernes, al borde de la ría, y la unidad, compuesta por una media de diecisiete buceadores, está preparada para un nuevo adiestramiento. En el grupo se mezcla la juventud y la veteranía, al igual que en el resto de la Marina. Todos, eso sí, están más que preparados. «A disfrutar y a hacerlo con ganas, como siempre», les traslada el comandante, Ángel Lozano (Almería, 46 años), que lleva siete años en la ciudad. Ataviados con neopreno y aletas, los integrantes realizan un ejercicio de natación, «fundamental para mantener las condiciones». Es solo un día más del plan semestral, que les ayuda a estar activos cada jornada más allá de las tareas «reales».

La Unidad de Buceo de Ferrol actúa en toda la cornisa cantábrica y en la franja atlántica de Galicia. Nunca les falta trabajo

La Unidad de Buceo de Ferrol actúa en toda la cornisa cantábrica y en la franja atlántica de Galicia. Nunca les falta trabajo. Además de las actividades citadas, también adiestran a otros compañeros. «Es un privilegio mandar con el grupo que tengo. Hay constancia, alegría y el trato familiar. Siempre tienen ganas de trabajar aunque llueva o granice. Nunca dicen no a nada», destaca Lozano. Todos superaron exigentes pruebas en el agua y en tierra. Además, pasan reconocimientos médicos «exhaustivos», con cifras «muy conservadoras» para evitar cualquier susto. «Están muy vigilados, no nos podemos permitir enfermedades labores», comenta el enfermero de la sección, Juan Carlos del Río (Ferrol, 45 años). De hecho, no existe edad límite, sino que «la marca el control médico».

Reflotaciones con globos

En la zona que tienen asignada en A Graña, cuentan con varios pañoles, cada uno un mundo. En el primero que muestra Ángel aparece el material que usan para reparar los buques a flote. «Trabajando bajo el mar evitamos la varada de las unidades, con la repercusión que eso tiene en el ahorro de tiempo y dinero», explica. Mientras, en otra nave están guardados los enormes globos que sirven para hacer reflotamientos de las piezas que se encuentran en los fondos marinos. Por ejemplo, hace poco levantaron de golpe 7,5 toneladas.

cuentan con detectores de metales, armamento para atacar a las municiones, como cañones de agua, y con un robot de diseño estadounidense del tamaño del pasillo de un buque de la Armada, que es vital para las comprobaciones iniciales

En el pañol que está al lado se esconden los útiles del equipo EOD, integrado por miembros de la unidad especialistas en desactivación. Actúan tanto en alta mar como en el litoral. Para ello, cuentan con detectores de metales, armamento para atacar a las municiones, como cañones de agua, y la «joyita», un robot de diseño estadounidense del tamaño del pasillo de un buque de la Armada, que es vital para las comprobaciones iniciales. Con todos los elementos, su valor asciende a unos 300.000 euros. Allí también existe un pequeño museo, con piezas como una mina anticarro de Bosnia o una bomba química. «Una vez que están inertes, se traen a modo de museo y, sobre todo, para aportar conocimientos en futuras misiones», cuenta David, uno de los principales expertos.

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